Yo quiero tener un mill¨®n de hect¨¢reas
Nadie pone pegas a Bill Gates por gastar una parte considerable de su fortuna personal en erradicar la polio en ?frica. Nadie critica a George Soros por financiar a fondo perdido una red de fundaciones que promueve los derechos humanos, la justicia y la transparencia pol¨ªtica y econ¨®mica. Solo hay un millonario fil¨¢ntropo en el mundo que despierte todo tipo de sospechas y? que suscite todo tipo de rumores sobre intenciones siniestras y ocultas. Es Douglas Tompkins y se dedica a comprar centenares? de miles de hect¨¢reas de tierras m¨¢s o menos v¨ªrgenes, sobre todo en el cono sur de Am¨¦rica Latina, para asegurar su conservaci¨®n y restauraci¨®n.
Tompkins milita en lo que se llama deep ecology (ecolog¨ªa profunda), una filosof¨ªa enunciada por el noruego Arne Naess en los ochenta seg¨²n la cual no se hace bien al planeta en inter¨¦s de hombres y mujeres, sino por la naturaleza en s¨ª misma: su valor es intr¨ªnseco, mantiene Naess, y trasciende a los valores humanos. Es ese toque de ecologista radical lo que suscita el fondo de desconfianza que rodea a Tompkins y a su Conservation Land Trust (CLT). De poco sirve que asegure que, una vez garantizada por ley la conversi¨®n de esas tierras en parques nacionales, con el m¨¢ximo nivel de protecci¨®n posible, est¨¢ dispuesto a regal¨¢rselas a los Estados implicados. El fil¨¢ntropo tiene que pelear d¨ªa a d¨ªa para convencer a vecinos y autoridades de que realmente aspira a entregarles en alg¨²n momento ese formidable legado y de que no est¨¢ acumulando esa inmensa cantidad de suelo, agua y aire en beneficio de nadie en particular, sino del planeta.
"Todo el mundo sopla, pensando que el globo no va a estallar. pero es inevitable. estallar¨¢"
"Asume la desconfianza. tiene mentalidad de deportista, ama los retos"
"Si no se logra mantener el aire, el agua, la tierra, la biodiversidad, se detiene la evoluci¨®n humana"
"No necesitamos que venga nadie de fuera para cuidar de lo nuestro"
"Terminar¨¢n comprendiendo de qu¨¦ se trata porque, al fin y al cabo, ?qu¨¦ pol¨ªtico se va a negar a recibir 250.000 hect¨¢reas?", se r¨ªe Tompkins en su hacienda de El Rinc¨®n del Socorro, en la provincia argentina de Corrientes. Estamos en los Esteros del Iber¨¢, su ¨²ltimo gran proyecto conservacionista,? una zona que quiz¨¢ se podr¨ªa comparar con un gigantesco Do?ana (su extensi¨®n equivale a media Comunidad Valenciana, m¨¢s o menos) por su valor biol¨®gico y ambiental. Son 1,3 millones de hect¨¢reas: medio mill¨®n (tierras anegadas que forman una laguna de peque?a profundidad) ha sido declarado ya parque provincial; las otras 800.000 hect¨¢reas (el preparque que rodea la laguna) est¨¢n en manos privadas: es ah¨ª donde Tompkins, que aterriz¨® aqu¨ª hace unos diez a?os, o mejor dicho el CLT, ha comprado ya unas 139.000 hect¨¢reas.
Douglas Tompkins tiene 67 a?os y una figura delgada y fibrosa, que responde muy bien a su historial de antiguo alpinista. Resulta m¨¢s raro imaginarle como astuto empresario textil californiano, pero eso es exactamente lo que hizo durante muchos a?os y de donde sac¨® su fortuna. ?l y su primera esposa fueron los fundadores de la marca The?North Face, que se especializ¨® en ropa y equipo para monta?eros, esquiadores y atletas de resistencia, y que termin¨® consiguiendo vender polares como ropa de uso diario en todo el mundo. Cuando vendieron la firma, crearon otra marca, que tambi¨¦n tuvo ¨¦xito, Esprit ("ropa para gente real", fotografiada publicitariamente por el famoso Oliverio Toscani). Finalmente, Tompkins se separ¨®, vendi¨® su parte a su esposa, con quien comparte dos hijas, y se meti¨® de lleno en lo que era su otro medio mundo, la ecolog¨ªa, que ahora es su vida entera.
Su primer gran y pol¨¦mico proyecto? conservacionista le llev¨®, junto a su segunda esposa, tambi¨¦n militante ecologista, a Chile, donde compr¨® 298.800 hect¨¢reas de hermos¨ªsimos valles, montes y bosques para crear el espectacular Parque Pumal¨ªn, la mayor reserva privada del mundo. Tras multitud de peleas y enfrentamientos, el parque fue declarado oficialmente, por fin,? santuario de la naturaleza y, aunque sigue en manos privadas (el CLT), se gestiona ya como una verdadera reserva nacional. La segunda gran operaci¨®n es esta, en los Esteros del Iber¨¢, un terreno pantanoso completamente distinto al chileno, en el coraz¨®n de una? de las provincias m¨¢s tradicionales y conservadoras de Argentina, donde ha sido acogido con gran recelo y revuelo.
A Tompkins parece importarle muy poco que le tengan simpat¨ªa o no. "Yo no le compr¨¦ esta tierra [139.000 hect¨¢reas] a peque?os productores endeudados, sino a?grandes terratenientes y hacendados", recuerda. Vive la mitad del a?o en El Rinc¨®n del Socorro, adonde suele llegar en avioneta?y donde ha restaurado el casco de la hacienda, que forma ahora un conjunto de casas muy hermosas. En una de ellas se ha instalado un peque?o hotel, lleno de encanto, de muebles antiguos y de libros sobre la naturaleza o contra la explotaci¨®n brutal de recursos naturales,? que gestiona una familia del lugar. Se supone que debe servir de ejemplo para que en los pueblos vecinos se empiece a pensar m¨¢s en la promoci¨®n del turismo ecol¨®gico y menos en plantar arroz? y en la explotaci¨®n forestal.
"Muchos peque?os municipios de la zona ya ven en el ecoturismo su tabla de salvaci¨®n", explica Sof¨ªa Heinonen, una bi¨®loga argentina, de origen finland¨¦s, que Tompkins ha puesto al frente del proyecto conservacionista. El caso m¨¢s evidente es un pueblo que se llama Carlos Pellegrini, que tiene 600 habitantes y 23 bonitas hoster¨ªas, un camping pegado a la laguna y un negocio de lanchas en las que guardianes uniformados te llevan a ver enormes serpientes o yacar¨¦s (peque?os caimanes).
Sof¨ªa vive todo el a?o en El Rinc¨®n. Sus hijos van a una escuela levantada all¨ª mismo, junto con los de otros empleados de Tompkins y algunos ni?os que se traen desde el pueblo, "para completar el n¨²mero". El edificio escolar es peque?o y muy bonito, con pupitres restaurados de otras ¨¦pocas, que alternan con algunos ordenadores conectados a Internet y delicadas acuarelas de p¨¢jaros y flores que pinta el propio maestro. A la entrada, en una especie de porche,?hay lo que parece una pista de esgrima, de rica madera pulida. Es, efectivamente, una instalaci¨®n para la pr¨¢ctica del florete y la espada, y en algunas estanter¨ªas se pueden ver las armas, los cascos y los chalecos que usan los aprendices. Es una casualidad, aseguran, porque un amigo del maestro es profesor de esgrima.
"Es verdad que mucha gente de Corrientes desconf¨ªa de este proyecto", explica Heinonen. "Unos, porque quieren explotar la zona para la madera y plantar pinos, lo que supone el peor peligro para la zona. Otros, simplemente porque no entienden que se pueda regalar la tierra al Estado. Comprender¨ªan perfectamente que un fil¨¢ntropo regalara al pa¨ªs una colecci¨®n de pintura, por ejemplo, pero no un parque nacional".
"Douglas asume la desconfianza como parte del proceso. Tiene mentalidad de deportista, ama los retos", bromea Sof¨ªa. Ella no tiene la menor duda sobre la importancia del proyecto. Explica que los Esteros del Iber¨¢ son una joya de biodiversidad y que gracias a Tompkins, mucha gente en Argentina empieza a darse cuenta. "El peor enemigo, m¨¢s que el ganado o las arroceras tradicionales de la zona, son las nuevas plantaciones de pino. Hay ya 65.000 hect¨¢reas plantadas en propiedades privadas en torno al lugar y todos sabemos que la semilla del pino vuela hasta 40 kil¨®metros m¨¢s all¨¢ de la propia explotaci¨®n forestal", se queja. La pelea para evitar la extensi¨®n de la madera pasa por los tribunales locales, los peri¨®dicos y las asociaciones de agricultores y ganaderos, enfadados por la militancia ecologista de quienes habitan El Rinc¨®n.
"La deep ecology", protesta Mabel Moulin, que vive en Mercedes (30.000 habitantes) y representa a? un grupo de peque?os y medianos hacendados locales opuestos a Tompkins, "prescinde del ser humano, quiere someter todo a un estricto r¨¦gimen de conservaci¨®n, y en estas 800.000 hect¨¢reas hay gente, productores". Mabel asegura que la gente del lugar "ama la tierra" y que "no necesita que venga nadie de fuera para cuidar de lo nuestro". Seg¨²n ella, el ecoturismo y la artesan¨ªa no son premisas de una econom¨ªa sostenible, sino maneras de morirse de hambre. "Tompkins se ocupa de un mundo que no es humano", sentencia.
El director de Recursos de la Naturaleza de Corrientes, doctor Marcelo Beccaceci, mantiene posiciones m¨¢s moderadas y m¨¢s interesadas en el proyecto de Tompkins. Es un experto en conservaci¨®n que ha llegado desde Buenos Aires con la idea de mediar y?armonizar la protecci¨®n ecol¨®gica de la zona con los intereses de sus habitantes.? "La verdad es que desde que Tompkins lleg¨® aqu¨ª, los Esteros han empezado a tener repercusi¨®n nacional. Aqu¨ª hab¨ªa gente, en los pueblos cercanos, que nunca se hab¨ªa acercado a ver el humedal", explica. Beccaceci cree tambi¨¦n que la explotaci¨®n maderera,?de r¨¢pido retorno, es un peligro que debe ser controlado, pero reivindica el papel del Estado, en este caso de la provincia de Corrientes, en todo ese proceso.
Tompkins nos invita a cenar en su casa en El Rinc¨®n. A la ma?ana siguiente, el fot¨®grafo y yo le acompa?aremos en su avioneta a ver los humedales y a buscar los hermosos ciervos de las pampas que se esconden cerca del agua. Antes de cenar proyecta un documental elaborado con la galer¨ªa de "retratos correntinos" que ¨¦l mismo ha tomado en estos a?os.?Es una colecci¨®n de magn¨ªficas fotograf¨ªas de hombres y mujeres del lugar que parece desmentir su desinter¨¦s por los seres humanos. Lo que efectivamente quedar¨¢ claro a lo largo de la conversaci¨®n es que no tiene mucha confianza en las habilidades de esos seres humanos para preservar la naturaleza. "El concepto de conservaci¨®n es muy importante. Hay una necesidad absoluta de conservar, nada es m¨¢s importante que eso, que mantener el aire, el agua, la tierra, la biodiversidad. Si no se logra, se detiene el proceso de evoluci¨®n del ser humano", afirma.
Douglas Tompkins cree que la humanidad va rumbo al colapso. "Es un problema de escala: civilizaci¨®n global, colapso global", explica. El fil¨¢ntropo habla de cosas bastante horribles con un tono nada dram¨¢tico, sino con la voz en¨¦rgica de quien tiene una visi¨®n pragm¨¢tica del asunto y se dedica a tomar medidas concretas para intentar limitar los da?os.?"La demanda est¨¢ fuera de control. Todo el mundo sopla, pensando que el globo no va a estallar. Todos los empresarios soplan. Pero es inevitable. Estallar¨¢".
-Se?or Tompkins, usted tiene dos hijas, ?qu¨¦ consejos les da?
-Que compren casas con un buen huerto detr¨¢s y que ense?en a sus hijos a cultivar y a hacer cosas pr¨¢cticas.? Que sepan hacer cosas ellos mismos.
(Los ni?os de la escuela de El Rinc¨®n llevan precisamente dos d¨ªas liberados de clases, aprendiendo c¨®mo se puede construir con relativa facilidad una casa de madera).
Pero Tompkins no es solo un pragm¨¢tico, dispuesto a apostar por que la econom¨ªa china terminar¨¢ derrumb¨¢ndose, con lo que eso acarrear¨¢ para el resto del mundo. Es tambi¨¦n una persona con una acentuada preocupaci¨®n est¨¦tica, que se refleja en todo lo que hace. Desde la restauraci¨®n del casco de la hacienda, cuidada en el menor detalle, hasta las se?ales que marcan los nuevos caminos, desde los tejados del camping de Pellegrin hasta los hermosos libros que edita la Conservation Land Trust. La belleza le atrae y la naturaleza no termina de estar completa ni de ser bella sin los animales que deb¨ªan poblarla. Por eso, una parte importante del proyecto de los Esteros del Iber¨¢ consiste en la recuperaci¨®n de especies desaparecidas o en grave peligro de extinci¨®n.
El responsable de ese renacer de la fauna es un bi¨®logo espa?ol. Ignacio Jim¨¦nez, de 41 a?os, casado, con dos hijas, vive? en Buenos Aires, pero pasa parte del mes en El Rinc¨®n del Socorro. Est¨¢ especializado en la recuperaci¨®n de especies amenazadas y lleg¨® a Argentina procedente de Costa Rica, el pa¨ªs de Centroam¨¦rica que realmente m¨¢s ha confiado su futuro a la ecolog¨ªa y a la econom¨ªa sostenible. "Aqu¨ª, en los Esteros, lleg¨® a haber miles de venados de las pampas. Ahora est¨¢n casi extinguidos. El Estado argentino paga m¨¢s por plantar pinos que para ayudar a que no desaparezca una especie tan hermosa como ese venado". En los a?os sesenta desaparecieron tambi¨¦n dos especies importantes: el oso hormiguero gigante y el hermoso yaguaret¨¦ (jaguar).
Bajo la direcci¨®n de Ignacio se han tra¨ªdo ejemplares de osos hormigueros gigantes de otras zonas de Argentina y se ha conseguido?adaptar a varios ejemplares. "Ya hay dos generaciones que han nacido aqu¨ª, que han vuelto a nacer aqu¨ª", confirma satisfecho. "Pero lo esencial ser¨ªa traer de vuelta al jaguar". Jim¨¦nez sue?a con aclimatar cinco parejas que vengan del pantanal brasile?o. "Es el mayor proyecto de restauraci¨®n ecol¨®gica de toda Am¨¦rica Latina".
"Esto ya no es un proyecto personal. Llevar¨¢ muchos a?os y ser¨¢ una fundaci¨®n la que lo culmine", asegura Douglas Tompkins. Pero mientras ¨¦l est¨¦ al frente, no dejar¨¢ de ejercer una direcci¨®n estricta. "Vivo varios meses al a?o aqu¨ª no solo porque me gusta, sino porque es necesario estar cerca, generar una pol¨ªtica de liderazgo", explica. El paseo en avioneta no es solo un placer, sino un trabajo: pasada tras pasada, Tompkins vigila el estado de un terrapl¨¦n que ha levantado un vecino y cuya demolici¨®n ha exigido el ecologista; controla el estado de los caminos, vigila que no se hayan quitado se?ales... Comienza a atardecer y la luz es magn¨ªfica. Es el momento para relajarse y disfrutar plenamente de la belleza. "Conservar, conservar, proteger todo esto". ?Para el ser humano? ?Por su valor en s¨ª mismo? "Lo que sucede con Douglas", bromea Ignacio, "es que la gente piensa que su proyecto es demasiado bueno para ser cierto".
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