El Tratado de Lisboa cumple un a?o... y ya est¨¢ viejo
La crisis deja en evidencia las carencias de la Carta Magna europea
El 1 de diciembre, el Tratado de Lisboa cumple un a?o. Han pasado cosas tan trascendentales en Europa y en el mundo durante los pasados 12 meses que, sin duda, eclipsar¨¢n este aniversario. Lo m¨¢s relevante ha sido la coincidencia del estreno de la nueva Carta Magna europea con el estallido de la crisis de la deuda griega, que r¨¢pidamente se convirti¨® en un desastre financiero de la zona euro. Una crisis que ha revelado que el Tratado naci¨® anticuado. Despu¨¦s de una d¨¦cada de aparentes ¨¦xitos hemos descubierto con espanto que Europa carec¨ªa de instrumentos suficientes para defender su moneda. Tambi¨¦n se aprecia, por suerte, que el Tratado dispone de medios para introducir los cambios r¨¢pidos que precisa, a pesar de que algunos se escandalizan por una modificaci¨®n tan prematura.
En pol¨ªtica exterior, Europa ha perdido visibilidad y sigue sin una voz ¨²nica
Europa ha descubierto ahora lo que muchos europe¨ªstas reclamaban desde hace a?os, aunque sus palabras fueran sofocadas por la euforia de los mercados. Esta semana, una de estas voces, la de Jacques Delors, ha vuelto a o¨ªrse. El ex presidente de la Comisi¨®n Europea y uno de los grandes constructores de la Uni¨®n manifestaba el mi¨¦rcoles que "la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria ha sido v¨ªctima del capitalismo financiero y de un fallo provocado por la irresponsabilidad de nuestros dirigentes". En su opini¨®n, "el fallo ha sido querer hacer la Uni¨®n Monetaria sin la Uni¨®n Econ¨®mica". Delors ironiz¨® sobre el absurdo del mundo en que vivimos. "Ahora los mercados te advierten de que si no reduces el d¨¦ficit te van a atacar. Pero como las pol¨ªticas de reducir el d¨¦ficit provocan una ca¨ªda del crecimiento, entonces te dicen: 'Te atacaremos por no crecer lo suficiente". Y sentenciaba: "[Vamos a asistir] a una vuelta del populismo". Un renacimiento preocupante porque, a juicio de Delors, el populismo no se aprecia solo en las elecciones nacionales, sino tambi¨¦n en el Consejo Europeo.
Marco Incerti, investigador del Centre For European Policy Studies (CEPS), explica a este diario: "Uno de los problemas del Tratado de Lisboa es que cuando fue dise?ada la Constituci¨®n Europea [proyecto que no prosper¨®, pero que fue recogido en un 90% por el nuevo Tratado] no se tuvieron en cuenta los problemas que tenemos que afrontar ahora, muchos de los cuales no hab¨ªan aparecido". "No podemos", considera Incerti, "seguir con la situaci¨®n actual en la que carecemos de instrumentos para resolver asuntos urgentes", como los temas financieros. "No puede ser que tengamos ¨®rganos delegados con capacidad de resoluci¨®n para responder a los desaf¨ªos diarios importantes y tengamos que esperar a que se re¨²nan 16 personas para tomar una decisi¨®n", concluye.
Uno de los principales objetivos del tratado consist¨ªa en dotar a la UE de una voz ¨²nica para su representaci¨®n exterior. As¨ª, se cre¨® la figura del presidente permanente del Consejo Europeo y se reforzaban los poderes de la representaci¨®n exterior. Un a?o es poco tiempo para medir el resultado. Pero el encaje de bolillos tejido por Herman Van Rompuy como presidente de la UE ha sido decisivo para concertar acuerdos en los momentos m¨¢s tensos de la crisis, que situaron a la Uni¨®n "al borde de la cat¨¢strofe", como ¨¦l mismo advirti¨®. La decisi¨®n de Van Rompuy de convocar a los l¨ªderes en febrero y su gesti¨®n al frente del Equipo de Expertos para dise?ar el Gobierno econ¨®mico contribuyeron a crear un clima constructivo ante las indecisiones de los l¨ªderes.
Incerti coincide con otros analistas en que "Van Rompuy ha salido mucho mejor parado de lo que se pensaba". En cuanto a la Alta Representante, Catherine Ashton, sucesora de Javier Solana, ser¨ªa injusto someterla ahora a examen. Ashton ha dedicado sus energ¨ªas a la construcci¨®n del Servicio Exterior, "un instrumento que tiene un gran potencial", seg¨²n el analista del CEPS.
Sin embargo, hasta ahora, el Tratado de Lisboa no ha logrado mejorar la visibilidad de la presencia europea en el extranjero, precisamente en una coyuntura de gran auge de los pa¨ªses emergentes. "A m¨ª lo que me preocupa", se?ala ??igo M¨¦ndez de Vigo, eurodiputado del Partido Popular y unos de los juristas m¨¢s activos en la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n, "es que no hayamos logrado uno de los grandes objetivos del Tratado, que era lograr que la UE tuviera una voz ¨²nica en sus relaciones con el mundo. Hay muchas voces que hablan en nombre de Europa, Van Rompuy, Barroso [presidente de la Comisi¨®n Europea], los primeros ministros [la presidencia semestral de turno], y ahora se ha a?adido Jean-Claude Trichet [presidente del Banco Central Europeo]". "Hay mucha cacofon¨ªa, y esto causa confusi¨®n", apostilla.
Enrique Bar¨®n, ex presidente del Parlamento Europeo, advierte de que el Tratado "puso fin a un largo periodo de incertidumbres y nerviosismo por las dificultades en su ratificaci¨®n", aunque agrega que el nuevo marco legal est¨¢ produciendo cambios important¨ªsimos: "El Consejo Europeo se est¨¢ convirtiendo poco a poco en el futuro Gobierno econ¨®mico de la UE y se est¨¢ dotando de nuevos poderes al Parlamento Europeo". Lo cierto es que en este a?o de vigencia del Tratado los eurodiputados ya se han hecho valer, fijando nuevas condiciones al acuerdo que hab¨ªan alcanzado previamente los Estados miembros con EE UU sobre la transmisi¨®n de datos bancarios o exigiendo un mayor papel del Parlamento en las discusiones del presupuesto de la UE.
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