El modelo liberal atropella a Irlanda
El rescate europeo y el plan de austeridad marcar¨¢n el futuro de la econom¨ªa celta
Lo datos dicen cosas. Pero no las explican.
La deuda externa irlandesa (endeudamiento p¨²blico pero sobre todo privado en manos de extranjeros) es el equivalente a 10 veces la riqueza que producen los irlandeses en un a?o: 10 veces el PIB. Eso, poco m¨¢s o menos, es lo que sucede cuando un pa¨ªs peque?o deja campar a sus anchas a los bancos.
Irlanda era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa a mediados de los a?os ochenta. Hoy, el primer ministro gana 228.000 euros, casi tres veces m¨¢s que el presidente espa?ol; un maestro de primaria gana unos 3.000 euros al mes. Y la renta per c¨¢pita, en un pa¨ªs sin apenas industria propia, es mayor que la de Alemania. Eso, casi siempre, es lo que sucede cuando una econom¨ªa entera -sus capitanes de empresa, sus pol¨ªticos, sus gentes- cabalga a lomos de una enorme burbuja durante a?os.
El primer ministro gana 228.000 euros, tres veces m¨¢s que Rodr¨ªguez Zapatero
Casi la mitad de los irlandeses no paga impuesto sobre la renta
Con el euro el dinero empez¨® a fluir a raudales y se hinch¨® la gran burbuja
Ahora, tras su rescate, reducir¨¢ cada gasto del Estado del bienestar
Casi la mitad de los irlandeses no paga el impuesto sobre la renta. Las empresas pagan menos impuestos que en ning¨²n otro lugar de Europa; la presi¨®n fiscal irlandesa es de las m¨¢s bajas del continente, tras a?os de sucesivas rebajas. Y eso, en definitiva, es lo que sucede en un pa¨ªs que ha hecho bandera de una f¨®rmula basada en los impuestos bajos, y en general en la liberalizaci¨®n de los mercados, la desregulaci¨®n de la econom¨ªa y sobre todo del sistema financiero, la privatizaci¨®n de los bienes del Estado y el m¨ªnimo de gasto p¨²blico posible.
Irlanda, hasta hace poco ejemplo del capitalismo liberal de ra¨ªz anglosajona, es hoy un juguete roto. Ha tenido que pedir ayuda a la eurozona para pagar la factura de una implosi¨®n financiera sin precedentes. Su Gobierno se tambalea, pero antes de irse ha aprobado un plan de austeridad cruel, con un fuerte recorte del gasto p¨²blico y una subida de impuestos que da carpetazo a ese modelo basado en la baja fiscalidad. Y todo para pagar los errores de sus bancos y de su Gobierno, que en lo peor de la crisis financiera garantiz¨® los dep¨®sitos y las deudas del sistema financiero.
Hay cientos de economistas en Irlanda, e incluso un pu?ado de muy buenos economistas, pero nadie -nadie- explica la crisis, sus causas y consecuencias como John Banville, uno de los m¨¢s grandes escritores de esta peque?a isla plagada de grandes escritores. "En mis momentos m¨¢s optimistas creo que vamos a aceptar que se nos ha humillado, y sobre todo el hecho de que nos lo merecemos. Sospecho que nunca cre¨ªmos que ¨¦ramos ricos, pero los irlandeses decidimos pasar un buen rato mientras dur¨® esa ilusi¨®n de la edad de oro". "Pero cuando soy pesimista -es decir, realista- creo que vamos a coger el dinero que nos ofrece Europa y vamos a tratar de seguir como siempre, minti¨¦ndonos a nosotros mismos y al mundo. Vienen a?os dif¨ªciles en los que Irlanda deber¨¢ manejar no solo los enormes da?os sobre la econom¨ªa, sino la percepci¨®n de los irlandeses sobre s¨ª mismos", asegura desde su despacho en Dubl¨ªn. Las palabras de Banville condensan el relato absolutamente sorprendente, lleno de inter¨¦s y de drama humano que supone la ascensi¨®n y posterior ca¨ªda de la econom¨ªa irlandesa, que recorre los ¨²ltimos 20 a?os y que desemboca en la constataci¨®n de que los irlandeses "est¨¢n y van a estar m¨¢s y m¨¢s furiosos", cierra otro escritor enorme, Colm T¨®ib¨ªn. -
- La edad de oro. A mediados de los ochenta, Irlanda era un pa¨ªs pobre y sin apenas tejido empresarial en plena crisis, con una alt¨ªsima y creciente deuda p¨²blica para pagar un generoso Estado asistencial, e inflaci¨®n y elevados tipos de inter¨¦s que no hac¨ªan m¨¢s que complicar las cosas. Pero de ese desastre surgi¨® el Tigre Celta, una f¨®rmula que a grandes rasgos consisti¨® en recortar el gasto p¨²blico para eliminar el d¨¦ficit, convencer a los sindicatos para mantener los salarios bajos durante a?os, rebajar la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s y atraer multinacionales con una combinaci¨®n de bajos impuestos, bajos costes y un buen nivel educativo. La econom¨ªa reaccion¨® de una forma vibrante. La tasa media de crecimiento super¨® el 6% entre 1990 y 2007. "El problema es que m¨¢s o menos a mitad de ese ciclo las cosas se torcieron. Y llegaron los problemas que suelen tener los nuevos ricos: a una fase de crecimiento saludable, basado en la competitividad y en las exportaciones, le sigui¨® una burbuja sensacional", sostiene Constantin Gurdgiev, del Trinity College.
- Burbujas del Atl¨¢ntico Norte. Hay una ocurrencia intraducible que corre por Dubl¨ªn desde hace tiempo. "?Cu¨¢l es la diferencia entre Irlanda e Islandia? Una letra [por sus nombres en ingl¨¦s: Ireland e Iceland] y unos cuantos meses". En muchos aspectos, Islandia se anticip¨® a lo que ocurri¨® despu¨¦s en Irlanda, y tal vez a lo que pueda ocurrir en otros lugares. Por las aventuras demenciales en las que se metieron sus bancos. Y tambi¨¦n sus gentes: hay varias burbujas inmobiliarias en el Atl¨¢ntico Norte, pero Irlanda e Islandia figuran por derecho propio en un grupo en el que destacan tambi¨¦n pa¨ªses como Espa?a, Estados Unidos y Reino Unido.
Con la llegada del euro, los bajos tipos de inter¨¦s y el crecimiento irland¨¦s, el dinero empez¨® a fluir a raudales y se fue hinchando una burbuja inmobiliaria y crediticia impresionante: el ladrillo lleg¨® a suponer una quinta parte del empleo y m¨¢s del 15% del PIB. Los ingresos fiscales procedentes de la vivienda permitieron al Estado rebajar otras figuras impositivas y pagar elevados sueldos en el sector p¨²blico. Los irlandeses empezaron a levantar viviendas unifamiliares y pisos en los lugares m¨¢s insospechados. A comprar incluso en Bulgaria, en la Costa del Sol, en el sur de Francia y en el centro de Londres. Los bancos ten¨ªan el gatillo f¨¢cil: daban cr¨¦ditos por el 120% del valor de la vivienda, casi animaban el boom con todo tipo de ofertas. Los a?os noventa fueron los del Tigre Celta, pero con el nuevo siglo el tigre fue acumulando grasa. Adem¨¢s, hab¨ªa todo tipo de relaciones sospechosas entre banqueros, pol¨ªticos y constructores, y una incre¨ªble falta de regulaci¨®n y supervisi¨®n, una versi¨®n detestable del capitalismo de amiguetes. "Ese tipo de cosas que nadie quiere ver cuando todo va bien, y que ahora parecen tan obvias", se?ala Philip Lane, destacado economista del Trinity College.
- Petardazo y humillaci¨®n. Hay una ley de la gravitaci¨®n universal que vale tambi¨¦n para la econom¨ªa: todo lo que sube, baja; las burbujas terminan por pinchar. Los precios subieron durante a?os y los irlandeses creyeron que nunca ceder¨ªan. Pero lo que pas¨® es m¨¢s que conocido: lleg¨® la crisis financiera internacional y las burbujas inmobiliarias del Atl¨¢ntico Norte explotaron una tras otra. En Irlanda, los precios han ca¨ªdo el 36%, aunque en algunas zonas los expertos aseguran que el retroceso supera el 50%. La crisis de la construcci¨®n deton¨® una recesi¨®n severa y la sospecha de que Irlanda tendr¨ªa muy dif¨ªcil el pago de sus deudas. El ladrillo arrastr¨® en su ca¨ªda al resto de la econom¨ªa y al sector financiero, metido hasta el cuello en la burbuja. En el momento m¨¢s duro de la crisis, tras la quiebra de Lehman Brothers, parec¨ªa que los mercados iban a llevarse por delante a la banca: entonces el Gobierno asegur¨® los dep¨®sitos e incluso la deuda de todas las entidades.
El Ejecutivo cre¨® un banco malo para meter ah¨ª los activos t¨®xicos de sus bancos, a la manera en que Suecia solucion¨® su crisis hace unos a?os. No funcion¨®. La crisis golpeaba ya en todo el mundo, y Grecia complic¨® despu¨¦s las cosas en Europa. Irlanda trat¨® de responder al agujero en sus finanzas p¨²blicas: un primer tijeretazo al gasto p¨²blico de forma r¨¢pida y transparente. Pura ortodoxia liberal en el plano fiscal, y paletadas de dinero p¨²blico para la banca por el lado financiero. Con la banca no valen ortodoxias. Ni siquera en los pa¨ªses m¨¢s mod¨¦licos.
Para Paul De Grauwe, tanto la defensa de sus bancos como esa austeridad son los dos fallos garrafales que han abocado al abismo a Irlanda. Las deudas de sus bancos han acabado convirti¨¦ndose en endeudamiento p¨²blico en un momento en el que el mercado no tolera dudas sobre la posici¨®n fiscal. "Por el lado de la austeridad, Irlanda es un caso de libro que ilustra que es un error tratar de corregir un d¨¦ficit p¨²blico enorme durante una recesi¨®n: todo lo que se consigue es un c¨ªrculo vicioso. Los mercados y la UE empujaron con demasiada rapidez a Irlanda a introducir su primer plan de austeridad. El mismo error, por cierto, que se cometi¨® en los a?os treinta del siglo pasado. Evidentemente, el plan no funcion¨® y llev¨® a la econom¨ªa irlandesa a una espiral negativa de la que es muy complicado salir. M¨¢s a¨²n con una segunda dosis de austeridad", dice De Grauwe.
Ese segundo plan es el que ha aprobado esta semana su Ejecutivo, tras pedir a la eurozona ayuda por importe de 85.000 millones de euros. A cambio, Irlanda eliminar¨¢ 25.000 empleos en el sector p¨²blico, recortar¨¢ los sueldos de los funcionarios y el salario m¨ªnimo, reducir¨¢ las pensiones y todas y cada una de las partidas del gasto que dan sentido a esa expresi¨®n tan europea de Estado del bienestar. Y a la vez acabar¨¢ de un plumazo con el modelo de desregulaci¨®n bancaria y bajos impuestos: habr¨¢ menos bancos, m¨¢s peque?os, puede que en manos de entidades extranjeras y supervisados muy de cerca. Los ciudadanos pagar¨¢n la factura con subidas en pr¨¢cticamente todos los impuestos. Aunque Irlanda quiere mantener alguna de sus se?as de identidad: mantiene intacto el Impuesto de Sociedades, que ha atra¨ªdo a un millar de multinacionales en los 10 ¨²ltimos a?os. "Subir ese impuesto hubiera significado una huida de empresas y una recesi¨®n a¨²n m¨¢s profunda", explica Austin Hughes, economista jefe del banco KBC. Aunque la ¨²ltima palabra est¨¢ en manos de la eurozona, que debe aprobar el plan de ajuste para dar luz verde al rescate europeo.
- Quebrar o no quebrar. Los economistas consultados abogan por permitir una reestructuraci¨®n de la deuda (esto es, que los bancos dejen de pagar parte de lo que deben) como la ¨²nica f¨®rmula para que Irlanda salga del pozo. "Lo ¨²nico que consigue esta segunda ronda de austeridad es una recesi¨®n m¨¢s dura, y eso ampliar¨¢ el agujero en los bancos y har¨¢ que en los mercados nadie quiera financiar nada de lo que huela a Irlanda. Lo ¨²nico que puede funcionar ahora es reestructurar la deuda", afirma el economista Kevin O'Rourke.
Lo m¨¢s probable es una recesi¨®n profunda, problemas durante meses, un duro y largo invierno del descontento, tal vez la citada reestructuraci¨®n. "En los viejos tiempos, una crisis como esta se hubiera resuelto con una guerra mundial", advierte Banville. Esta vez no lo parece, a pesar de Corea del Norte, aunque los sacrificios que el Gobierno pide a los irlandeses para salvar a los bancos son dignos de tiempos de posguerra. "Desde luego, viene una ¨¦poca interesante, aunque de un inter¨¦s extra?o. ?Un nuevo comienzo?", se pregunta el escritor.
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