La debacle
De lo ocurrido en las elecciones catalanas, lo ¨²nico realmente novedoso ha sido el hundimiento del PSC. CiU vuelve a la hegemon¨ªa en el parlamento catal¨¢n, como tantas veces. Esquerra Republicana sigue instalada en la inestabilidad permanente. El PP repunta cuando crecen sus opciones en Espa?a. Iniciativa conserva su nicho tradicional. Lo que no hab¨ªa ocurrido nunca es que el PSC bajara de los treinta diputados y del 20 por ciento de votos. ?Qu¨¦ va a pasar con el PSC?
La volatilidad del voto del PSC de las generales a las auton¨®micas es proverbial. Tan solo hace dos a?os obtuvo un mill¨®n seiscientos mil votos en las elecciones generales. Ahora no ha llegado a los seiscientos mil. La direcci¨®n del PSC se equivocar¨ªa si se escudara en estos datos para no hacer los cambios profundos que el partido necesita. No es una derrota, es una debacle. Un hundimiento, de estas dimensiones, de un gobierno saliente s¨®lo tiene un precedente en la democracia espa?ola: el descalabro de UCD en 1982. El PSC ha de afrontar una crisis de identidad.
Montilla ha optado por la dignidad: no repetir¨¢ como primer secretario, ni seguir¨¢ como parlamentario. Con el tiempo, parece que ten¨ªan raz¨®n los que pensaban que el segundo tripartito fue un error estrat¨¦gico. El primero era inevitable y deseable: la izquierda catalana no pod¨ªa dejar pasar la oportunidad. El segundo, con el PSC y con Esquerra debilitados en votos y en liderazgo, puede haber sido un error de las dimensiones del que cometieron los socialistas en 1980, al rechazar la coalici¨®n que Pujol les propuso. Aquel error lo pagaron durante veintitr¨¦s a?os, ?cu¨¢nto tiempo pagar¨¢n ¨¦ste?
Tradicionalmente el statu quo catal¨¢n pasaba por la hegemon¨ªa auton¨®mica convergente y la municipal socialista. Los resultados de ahora, auguran que, si no hay un gran revulsivo por el camino, en mayo la crisis del PSC puede ser definitiva. ?Est¨¢ en condiciones el PSC de hacer un congreso en enero que marque el rumbo ideol¨®gico y pol¨ªtico del que carece? En las actuales circunstancias de crisis de la izquierda no es f¨¢cil y menos en un partido que hab¨ªa hecho del pragmatismo su bandera, creyendo que se pod¨ªa gobernar sin palabras ni ideas. Y desde luego si la lectura que el PSC hace de su crisis es la que insinu¨® en la campa?a electoral: que su error ha sido alejarse del espa?olismo y que hay que reforzar la alianza con el PSOE, entonces ser¨¢ dif¨ªcil que la crisis del PSC no conduzca a una remodelaci¨®n del espacio de izquierdas con la aparici¨®n de una opci¨®n socialdem¨®crata marcadamente catalanista. Basta un dato: el n¨²mero de votos que pierde el PSC en las comarcas barcelonesas se corresponde casi matem¨¢ticamente con los que gana CiU en esta misma zona.
CiU se hace con la centralidad pol¨ªtica en Catalu?a, recibiendo m¨¢s voto que nunca del centro izquierda. Artur Mas alcanza por fin la presidencia de la Generalitat, con una c¨®moda situaci¨®n parlamentaria, pero una dif¨ªcil situaci¨®n ambiental: la crisis econ¨®mica y la presi¨®n del soberanismo le obligar¨¢n a hacer filigranas para no defraudar al amplio electorado que le ha elegido. A los ¨ªnclitos mercados no les gusta el ruido identitario. La nueva CiU es diferente porque Catalu?a tambi¨¦n es distinta de hace siete a?os. Parad¨®jicamente, CiU se ha adaptado mejor al nuevo escenario que los tres partidos que cambiaron las coordenadas del campo.
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