?El inicio de una nueva guerra en Corea?
El incidente de la isla de Yeonpyeong se inscribe en un incremento de hostilidades en los ¨²ltimos dos a?os que tiene su origen en problemas heredados del pasado. Pero a nadie le interesa un nuevo conflicto b¨¦lico
En los ¨²ltimos d¨ªas, las tensiones en Corea se han acrecentado, sumando ya medio centenar de muertos, y pueden desembocar en una guerra con graves repercusiones debido a la existencia de arsenal at¨®mico. Adicionalmente, estos problemas est¨¢n avivando las diferencias entre Estados Unidos y China, al tiempo que ponen de manifiesto la incapacidad de reacci¨®n de Rusia o la paralizaci¨®n de Jap¨®n. Es decir, Corea es una pieza esencial donde se dirime el ajuste de fuerzas pol¨ªticas internacionales con pretensiones de largo alcance, en una de las zonas de mayor din¨¢mica econ¨®mica mundial. Entender el enigma coreano y sus expectativas requiere tener presente la formaci¨®n hist¨®rica y el desarrollo de las relaciones entre los dos pa¨ªses que la constituyen.
La econom¨ªa del r¨¦gimen de Pyongyang no permite mantener mucho tiempo un conflicto armado
Para Se¨²l, ser¨ªa muy perjudicial por la huida de inversiones y la paralizaci¨®n econ¨®mica
Estas nuevas tensiones se originaron a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando se dividi¨® la Pen¨ªnsula en dos pa¨ªses, respondiendo a la influencia pol¨ªtica sovi¨¦tica y norteamericana. A partir de ese momento, las desavenencias entre estos nuevos Estados se sucedieron, culminando en 1950 cuando empez¨® un enfrentamiento b¨¦lico entre ambos. En 1953 finaliz¨® la guerra con un alto el fuego, sin firmar un acuerdo definitivo de paz y sin reconocerse mutuamente sus delimitaciones fronterizas. Esta ¨²ltima circunstancia constituye una de las principales fuentes de conflictos que han surgido posteriormente.
Con el paso de los a?os tuvo lugar un acercamiento, tal como qued¨® de manifiesto en una declaraci¨®n conjunta de 1972 acerca de la posibilidad de reunificarse, un acuerdo de no agresi¨®n en 1991 o las declaraciones conjuntas de 1992 sobre no nuclearizaci¨®n, la de 2000 sobre una posible reunificaci¨®n o la de 2007 acerca de la intensificaci¨®n en las relaciones econ¨®micas. Esta tendencia a la distensi¨®n estuvo enturbiada por la desconfianza mutua y por las tensiones fronterizas: reivindicaciones de territorio o de aguas, incursiones reiteradas en ¨¢reas consideradas por el otro pa¨ªs como propias o las provocaciones mutuas cuyo objetivo es conseguir con hechos consumados cesiones por la otra parte. Estas fricciones se han agravado con el aislamiento de Corea del Norte, derivado de la p¨¦rdida del apoyo de la URSS cuando se desintegr¨® el bloque del Este. As¨ª pues, Pyongyang posee ¨²nicamente a China como aliado, pero con un progresivo distanciamiento, tal como ha quedado revelado en documentos pertenecientes al Departamento de Estado de EE UU, filtrados por Wikileaks. Adicionalmente, con el fin de la guerra fr¨ªa Estados Unidos fue estrechando el cerco en torno a Corea del Norte y aument¨® su agresividad hacia ese pa¨ªs, siendo un hito importante su inclusi¨®n en el "eje del mal" en 2002.
Durante los a?os noventa, Pyongyang cambi¨® su actitud, que adquiri¨® un punto ¨¢lgido en 2005 cuando declar¨® que dispon¨ªa de armamento nuclear, con la correspondiente conmoci¨®n internacional. La tensi¨®n se acentu¨® a partir de 2008, cuando cambi¨® el Gobierno en Se¨²l, encabezado por el nuevo presidente Lee Myung-bak, quien present¨® un comportamiento muy beligerante hacia Pyongyang. A partir de ese momento, las fricciones se han acrecentado peri¨®dicamente y han adquirido gran fuerza este a?o. De hecho, en enero, marzo y octubre de 2010 han tenido lugar conflictos armados entre ambos ej¨¦rcitos, que se a?aden a una decena m¨¢s ocurridos durante la ¨²ltima d¨¦cada.
El acontecimiento m¨¢s dram¨¢tico tuvo lugar el 26 de marzo de este a?o, cuando fue hundida una corbeta surcoreana y murieron 46 marineros, aunque Pyongyang no reconoce su participaci¨®n en ese incidente. Como consecuencia de este suceso, Se¨²l decidi¨® realizar maniobras militares mensualmente en las cercan¨ªas de la frontera entre ambos pa¨ªses, consideradas por Pyongyang como preparaciones para agredirle. Las ¨²ltimas maniobras, que tuvieron lugar en la isla de Yeonpyeong y en las que participaron 70.000 efectivos, han provocado un intercambio de fuego con el balance de cuatro muertos y 16 heridos. Adicionalmente, durante esta semana se han realizado unas maniobras conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur en esa misma ¨¢rea geogr¨¢fica, que est¨¢n encrespando m¨¢s los ¨¢nimos, a lo que hay que a?adir la posible decisi¨®n en diciembre de reinstalar misiles t¨¢cticos at¨®micos en Corea del Sur por parte de los norteamericanos, que fueron retirados a principios de los a?os noventa. Por su parte, Pyongyang ha colocado en su frontera durante este a?o unas 200 bater¨ªas de cohetes con capacidad para alcanzar Se¨²l. Es decir, el incidente de la isla de Yeonpyeong no es un hecho puntual, sino que debe inscribirse dentro del acrecentamiento de hostilidades que est¨¢ teniendo lugar entre ambos pa¨ªses durante los ¨²ltimos a?os y que hunde sus ra¨ªces en los problemas no resueltos procedentes de la guerra fr¨ªa.
Explicar qu¨¦ puede ocurrir en el futuro requiere profundizar en las pol¨ªticas internas de ambas Coreas. Para Pyongyang, los conflictos con Corea del Sur le suministran un argumento para que se le mantenga e incremente la ayuda humanitaria y conseguir una cierta estabilidad econ¨®mica interna. Pero quiz¨¢ el elemento m¨¢s destacado en la actualidad es que el progresivo deterioro de salud del actual l¨ªder del pa¨ªs, Kim Jong-il, ha acelerado el proceso de su sucesi¨®n. Recientemente se ha presentado como sustituto a su hijo Kim Jong-un, el cual ha sido nombrado general. El problema es que su escasa edad, 27 a?os, y su falta de experiencia le restan legitimidad entre los poderes f¨¢cticos y, en particular, en los c¨ªrculos militares. As¨ª pues, el mantenimiento de conflictos guiados por el l¨ªder del pa¨ªs y su hijo puede aumentar el grado de legitimidad del sucesor. Estos conflictos aislados podr¨ªan ser ¨²tiles en el mencionado sentido, pero no una guerra, que podr¨ªa cuestionar la posici¨®n dirigente de los actuales mandatarios debido a que la delicada situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs no permitir¨ªa mantener un conflicto armado durante mucho tiempo y a que los resultados sobre la victoria ser¨ªan muy inciertos como consecuencia de la obsolescencia de los equipamientos militares. En segundo lugar, para Corea del Sur, las fricciones con el Norte legitiman la posici¨®n de su actual presidente, Lee Myung Bak, que subi¨® al poder enarbolando un discurso de intransigencia hacia el Norte. No obstante, el enfrentamiento de la semana pasada ya ha significado una crisis interna debido a la dimisi¨®n del ministro de Defensa surcoreano, que abre interrogantes sobre el comportamiento futuro de Se¨²l. Por supuesto, el inicio de una guerra ser¨ªa muy perjudicial para el pa¨ªs por la huida de inversiones, la paralizaci¨®n econ¨®mica y la destrucci¨®n del aparato productivo.
Otros agentes relevantes pueden presentar cierta indiferencia hacia los conflictos entre ambas Coreas, pero a ninguno de ellos les satisfar¨ªa que la situaci¨®n desembocara en una guerra. Estados Unidos se podr¨ªa ver implicado en un nuevo conflicto b¨¦lico, en unas condiciones pol¨ªticas de reducci¨®n de su presencia militar en el exterior y en una situaci¨®n econ¨®mica m¨¢s bien comprometida. En el caso de China, los conflictos en la pen¨ªnsula de Corea le suponen la creaci¨®n de una tensi¨®n similar a la padecida por Rusia, que ha conducido a este ¨²ltimo pa¨ªs a transformarse en pr¨¢cticamente un cero a la izquierda en esa ¨¢rea geopol¨ªtica. Por supuesto, la aparici¨®n de una guerra en su trastienda le resultar¨ªa perjudicial econ¨®micamente, por sus relaciones con Corea del Sur y por el tr¨¢fico comercial en la zona, adem¨¢s de que pol¨ªticamente ver¨ªa comprometido su apoyo a Corea del Norte.
En conclusi¨®n, en principio no es previsible que tenga lugar una guerra, aunque s¨ª seguir¨¢n apareciendo fricciones b¨¦licas entre ambas Coreas, estimuladas por una y otra parte como una muestra de fuerza. El problema puede aparecer si, por razones acumulativas, el nivel de tolerancia se reduce o las refriegas adquieren una resonancia que conduzcan a un enfrentamiento b¨¦lico abierto. Es decir, los problemas heredados del pasado junto con la urgencia de las tensiones en la pol¨ªtica interna pueden conducir a una guerra, situaci¨®n especialmente delicada debido a la presencia de armamento at¨®mico.
Antonio S¨¢nchez Andr¨¦s, del Departamento de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia, es experto en relaciones internacionales.
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