Nievan librotes y libritos
La prensa anglosajona, muy madrugadora en cuestiones navide?as, ya ha comenzado su tradicional bombardeo de los Books of the Year, todo un cl¨¢sico en la prescripci¨®n del regalo para estas entra?ables que se nos vienen encima (y directas a bolsillos particularmente telara?osos). Se convoca a escritores, "expertos", famosos y famosillos, y se les invita a que pongan negro sobre blanco los mejores libros que se han publicado en el a?o. Aqu¨ª somos m¨¢s perezosos y lo dejamos para m¨¢s adelante, sin darnos cuenta de que cuando se publican las listas ya suele estar todo el pescado libresco vendido, algo de lo que se quejan los libreros, muy ocupados ¨²ltimamente en devolver al remitente buena parte de la agobiante avalancha de novedades recibidas en las ¨²ltimas semanas. En mi trabajo de campo me encuentro con varias novedades en lo que a formato se refiere (no se alarmen: no voy a hablarles de los e-books que, por otra parte, ofrecen la ventaja de que no se les caen las p¨¢ginas). En esto de tama?os y pesos, todo depende del modo en que el editor se imagine el mercado. Hay quien cree que el lector, con un presupuesto adelgazado, preferir¨¢ tochos que re¨²nan a buen precio diversas obras de un solo autor de renombre (en plan "m¨¢s por su dinero"). Por limitarme al terreno de la ficci¨®n, as¨ª surgen esos "¨®mnibus" tan de moda de los que doy algunos ejemplos que he seleccionado de entre una alt¨ªsima pila que hace equilibrios a la vera de mi gastado sill¨®n de orejas: Narrativa completa, de Valle-Incl¨¢n (Espasa, 60 euros); Las novelas de Santa Mar¨ªa, de Onetti (RBA, 35 euros); las Obras, de Voltaire (Gredos, 59 euros): los Cuentos reunidos, de Bowles (Alfaguara, 24 euros); el ?mnibus Jeeves, de Wodehouse (Anagrama, 24,50 euros). Eso sin contar otros tochos individuales y m¨¢s bien chinos como El sue?o del pabell¨®n rojo, de Cao Xuequin (Galaxia Gutenberg, 50 euros) o las dos versiones competentes (Atalanta y Destino) del Jin Ping Mei. Pero el formato m¨¢s llamativo y estimulante es el de los Librinos (sic) que acaba de lanzar Ediciones B, una editorial que parece estar saliendo de su particular purgatorio del ¨²ltimo a?o. Se trata de una serie de minilibros (12¡Á8 cent¨ªmetros: la mitad de un "bolsillo" tradicional), encuadernados en tapa dura (?y con los pliegos cosidos!), en papel semibiblia, de peso muy reducido (el m¨¢s grueso, ?de 1.368 p¨¢ginas!, pesa 208 gramos y s¨®lo tiene 24 mil¨ªmetros de milagroso lomo) y con el texto colocado de forma apaisada, lo que permite sostenerlos c¨®modamente con una sola mano, mientras con la otra uno se sujeta a la barra del metro o del autob¨²s (o, en fin, ustedes ver¨¢n lo que hacen). La idea original -son "mon¨ªsimos", dijo mi octogenaria madre cuando se los ense?¨¦- es holandesa (los c¨¦lebres Dwarsligger de Jongbloed, un sello especializado en biblias). La editorial espa?ola (felicidades, Ricardo Artola) ha lanzado seis t¨ªtulos (120.000 ejemplares) al mercado, todos provenientes de su cat¨¢logo de best sellers (autores como Anne Rice, Katzenbach, Neville, Ahern, etc¨¦tera), pero estoy convencido (y ellos tambi¨¦n deber¨ªan estarlo) de que si funcionan comercialmente publicar¨¢n pronto cosas mucho m¨¢s interesantes. Ah, y su precio (¨²nico) es de 9,95 euros, lo que, sin duda, har¨¢ pupa a las colecciones tradicionales de bolsillo. Los "librinos" ("dwarsligger", el nombre holand¨¦s es m¨¢s agresivo y podr¨ªa traducirse como "incordiantes", "pu?eteros") tienen, desde luego, lejanos antecedentes espa?oles. Para comprobarlo, rescato de mi cofre de nostalgias algunos t¨ªtulos de la estupenda "enciclopedia pulga" (7,5¡Á10,50) de los a?os cincuenta, as¨ª como unos diminutos (5¡Á7) cuentos de Calleja (tambi¨¦n de los cincuenta), y termino la excursi¨®n con los Alianza Cien (7¡Á14,50) que se invent¨® en los noventa Rafael Mart¨ªnez Al¨¦s (con quien, por cierto, trabajaba entonces Ricardo Artola) cuando dirig¨ªa la editorial del Grupo Anaya. Ya ven, librotes y libritos para unas navidades escasas de pasta gansa. Ahora s¨®lo falta quien los compre.
Poetas
Cuento mis ahorros, me rasco los bolsillos y, como ¨²ltima providencia, intento el sablazo a los amigos (pero todos est¨¢n a la cuarta pregunta, y varios bajo r¨¦gimen de ERE), de manera que no hay nada que hacer: estoy muy lejos de reunir los 350.000 d¨®lares que me pide Lame Duck (www.lameduckbooks.com), una estupenda librer¨ªa de Cambridge (Massachusetts), por una primera edici¨®n (1922) de The Waste Land (Tierra bald¨ªa) con dedicatoria aut¨®grafa de T. S. Eliot al gran po¨¨te fran?ais Paul Val¨¦ry. Fetichismos inalcanzables aparte (tampoco llego a los 137.500 que cuesta un lote de cartas y libros de F. G. Lorca, fechados entre 1917 y 1924), busco consuelos po¨¦ticos m¨¢s asequibles en obras publicadas recientemente. Vaso Roto, ya una referencia ineludible en la edici¨®n de poes¨ªa, se acerca al ¨¢rbol navide?o (este a?o me he visto obligado a sustituirlo por una poinsettia enana: seguro que saben de qu¨¦ hablo) con dos novedades que me reservo para llevarme a la isla desierta en 2012 (les explico en verso c¨®mo est¨¢n las cosas: si gana Rajoy, me voy / y a Zapatero ya no le quiero). El primero es Una mosca en la sopa, estupendas memorias de infancia (transterrada) y juventud (perpleja) de Charles Simic, uno de los grandes poetas norteamericanos de hoy. El otro es la Poes¨ªa, de Ossip Mandelstam, que re¨²ne (en edici¨®n biling¨¹e y traducci¨®n de Aquilino Duque) los tres poemarios que el ruso public¨® en su asendereada vida. Adem¨¢s de los ya citados, mi amiga Susana Rodr¨ªguez me advirti¨® de la publicaci¨®n de otros dos sendos poetas espa?oles que sigo especialmente: Adulto extranjero (DVD ediciones), de Mart¨ªn L¨®pez-Vega, y Ashes to Ashes (Junta de Extremadura), una colecci¨®n de 14 poemas de Ada Salas compuestos a partir de otros tantos dibujos de Jes¨²s Placencia realizados a partir de versos de, precisamente, T. S. Eliot (Cuatro cuartetos).
Pec¨¦
All¨¢ lejos, en mi loca juventud, el "partido" era por antonomasia el pec¨¦, y conste que ni yo ten¨ªa entonces ordenador, ni militaba con los que consideraba bur¨®cratas neoestalinistas. Como, gracias al revisionismo hist¨®rico (y al quilombo organizado desde la derecha a cuenta de la recuperaci¨®n de la memoria de los vencidos), volvemos a vivir en un pa¨ªs de pasado impredecible, conviene regresar a historias m¨¢s serias que las de P¨ªo Mora, aquel dirigente de otro "pec¨¦" (esta vez "reconstituido": la matriz de los GRAPO) que hoy quiz¨¢s se encontrara a la derecha de On¨¦simo Redondo (lo que es la vida, tan sorprendente en su incesante fluir). Lo ¨²ltimo (que merece la pena) sobre el papel del (verdadero) PCE en la Guerra Civil es Guerra y Revoluci¨®n (Cr¨ªtica), una muy documentada monograf¨ªa (682 p¨¢ginas) de Fernando Hern¨¢ndez S¨¢nchez que, por si no se acuerdan, fue coautor con ?ngel Vi?as de El desplome de la Rep¨²blica (Cr¨ªtica). Si quieren comprender en profundidad los motivos por los que aquel partido (que nunca lleg¨® a tener m¨¢s de 350.000 militantes en su gran momento de 1937, y un m¨¢ximo de 200.000 a principios de la Transici¨®n), tuvo un papel decisivo en aquella guerra lejana y (testarudamente) cercana, no dejen de leerlo. Se entera uno de muchas cosas.
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