Secundaria en primer grado
El colegio de la prisi¨®n de A Lama recibe un premio del Ministerio de Educaci¨®n
Los presos del m¨®dulo de aislamiento son los m¨¢s peligrosos. Han matado a otros internos, participado en motines o mostrado conductas extremadamente agresivas. Es la c¨¢rcel dentro de la c¨¢rcel. All¨ª va cada d¨ªa Juan Carlos Villar, director de la unidad docente de la penitenciar¨ªa de A Lama, para darles clase cara a cara. Algunos le tildan de temerario. "Yo no lo har¨ªa", asegura un compa?ero.
Villar se lo toma con m¨¢s naturalidad: "A lo mejor han hecho cosas terribles, pero en el trato directo y cotidiano reaccionan muy bien". Entre sus alumnos, est¨¢n por ejemplo algunos de los condenados por los atentados del 11-M que, "m¨¢s all¨¢ de lo que hayan hecho, tienen muy buen comportamiento".
En el m¨®dulo de drogodependientes, luchan por aprender y rehabilitarse
Un profesor imparte clases cara a cara a los presos m¨¢s peligrosos
"Llegamos descontrolados", asume un reci¨¦n llegado a las aulas
"En el trato diario su comportamiento es bueno", dice el director del centro
La labor con estos presos y la que realizan los profesores, educadores, psic¨®logos y funcionarios de la prisi¨®n en el m¨®dulo de drogodependientes, le ha valido al Centro P¨²blico de Educaci¨®n de Adultos del Penal de A Lama, el premio Miguel Hern¨¢ndez del Ministerio de Educaci¨®n.
El galard¨®n reconoce el m¨¦rito de "eliminar desigualdades" y formar en una situaci¨®n a priori complicada. Pero si el m¨®dulo de aislamiento puede resultar un entorno hostil -aunque el profesor lo desmiente-, el de toxic¨®manos parece lleno de gente entregada a la rehabilitaci¨®n. Una veintena de ellos reciben a este peri¨®dico en un aula dispuestos a contar su d¨ªa a d¨ªa y a admitir el problema com¨²n que todos ellos intentan superar: "La droga".
Son internos que acceden voluntariamente al m¨®dulo. Eso supone renunciar a la droga, acceder a un tratamiento m¨¦dico y a uno social. Tienen el d¨ªa entero completamente planificado. No paran desde las siete de la ma?ana hasta las siete de la tarde, cuando intercalan las clases para sacarse la ESO, talleres, terapias, deporte.
Una de las bases, seg¨²n cuentan los educadores, es dar a los internos responsabilidad. Se tienen que encargar de sus habitaciones, de la comida, de los talleres, incluso tienen que asumir compromisos en las clases si pueden ayudar a sus compa?eros.
Jos¨¦ Manuel, de 35 a?os, es un apasionado de las matem¨¢ticas. Lleva m¨¢s de una d¨¦cada en prisi¨®n y ha descubierto que el tiempo encarcelado le puede servir para algo. Aunque reconoce que en el colegio era muy vago, cuando accedi¨® al m¨®dulo de drogodependientes le cogi¨® el gusto a la ense?anza y hace tutor¨ªas de matem¨¢ticas para el resto de sus compa?eros. Ahora asegura que no tiene en la mente el d¨ªa de su salida. "Estoy a gusto, haciendo algo con mi vida y tratando de poner remedio a un problema grave", asume.
?l ya lleva tiempo en el m¨®dulo. Seg¨²n los progresos que hacen y las responsabilidades que son capaces de asumir, van subiendo de "fase". Incluso en sus caras se llega a notar si son de la fase 0, reci¨¦n llegados, o de fase 3, el nivel m¨¢s avanzado. Miguel explica las diferencias: "Al principio aprendemos autocontrol, porque solemos ser muy impulsivos y hay que atajar la agresividad. M¨¢s adelante nos centramos en las habilidades sociales; analizas qu¨¦ te llev¨® a consumir, prevenimos reca¨ªdas, situaciones de riesgo, hacemos salidas terap¨¦uticas". Una de ellas consiste en ir a institutos a contar a chavales de entre 14 y 16 a?os las consecuencias de la droga de primera mano.
Las conoce Carlos, aunque todav¨ªa no ha llegado a la fase de las salidas. Lleva algo m¨¢s de un mes y reconoce que le cuesta salir de la fase 0. "Llegamos un poco descontrolados. Hay quien justo antes de eso estaba en la calle delinquiendo y es dif¨ªcil coger una rutina, incluso h¨¢bitos de higiene para algunos", relata.
Por eso, en el m¨®dulo hacen hincapi¨¦ en una rutina que solo se abandona los domingos. Se levantan a las siete y media de la ma?ana, se duchan, hacen la cama, bajan al comedor, se preparan el desayuno y pasan a las tutor¨ªas. All¨ª, con los terapeutas, analizan cada d¨ªa los problemas y las sensaciones en peque?os grupos. Despu¨¦s hay tres horas de escuela, donde cada uno va avanzando seg¨²n su nivel. Manuel Mart¨ªnez, jefe de estudios y profesor de este m¨®dulo, es realista: "Aqu¨ª la media de aprobados est¨¢ por debajo de la del resto de la c¨¢rcel, pero no s¨®lo se trata de sacar notas".
Despu¨¦s de la clase, hay taller -de cuero, de cer¨¢mica, de madera, de hilo, de marqueter¨ªa- o terapia en funci¨®n del grupo; deporte, seg¨²n lo que cada d¨ªa les apetece y el tiempo permite; comida; un peque?o descanso y m¨¢s de lo mismo: talleres, terapias, tutor¨ªas, clases de inform¨¢tica, de mecanograf¨ªa, hasta que vuelven a las celdas pasadas las siete de la tarde.
En contraste con la actividad fren¨¦tica de este m¨®dulo, los de aislamiento apenas pasan dos o tres horas al d¨ªa fuera de sus celdas. Buena parte de ellas para dar clase, que se convierte tambi¨¦n en una forma de mantener la salud mental de los internos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.