El rev¨¦s de la trama
La secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton, ha tachado esta semana de ataque a la comunidad internacional la aparici¨®n en cinco publicaciones de referencia (EL PA?S, entre otros) de una selecci¨®n de 250.000 documentos secretos archivados por el servicio diplom¨¢tico americano captados y filtrados a la prensa por Wikileaks. Clasificados a lo largo de una escala que va desde confidencial a secreto, los telegramas cubren el periodo comprendido entre 2004 y 2010; los m¨¢s recientes tienen diez semanas de antig¨¹edad. Los asustados y evasivos comentarios de las autoridades de los Estados dejados en mal lugar por las revelaciones, tal y como ha sucedido en Espa?a con las cortesanas deferencias de la antigua vicepresidenta, ministros y fiscales al informar a la Embajada americana sobre diversos sumarios instruidos en la Audiencia Nacional (la muerte en Irak del fot¨®grafo Couso, los vuelos encubiertos de la CIA y las torturas en Guant¨¢namo), no hacen sino confirmar la importancia de esa fuente informativa y desmentir los pueriles intentos de encenagarla como una simple acumulaci¨®n de chismes, rumores y noticias ya publicadas por la prensa.
Hillary Clinton considera un ataque a la comunidad internacional las ¨²ltimas filtraciones de Wikileaks
El concienzudo trabajo profesional realizado por las redacciones de las cinco publicaciones receptoras de ese material -The Guardian, The New York Times, Der Spiegel y Le Monde, adem¨¢s de EL PA?S- para verificar, analizar, ordenar y editar sus contenidos marca la diferencia respecto a las exclusivas de buz¨®n presentadas en nuestro pa¨ªs como supuesto periodismo de investigaci¨®n. Timothy Garton-Ash ha comentado con humor (Un fest¨ªn de secretos, EL PA?S 30-11-2010) que ese tesoro documental -equivalente a una biblioteca con cientos de gruesos vol¨²menes- es el sue?o de un historiador y la pesadilla de un diplom¨¢tico. Antes de la revoluci¨®n tecnol¨®gica de los medios de comunicaci¨®n, los informes de los embajadores de las grandes potencias ante las cortes y capitales de otros pa¨ªses ayudaban de manera decisiva a entender el clima de la ¨¦poca. Aunque la apertura de esp¨ªritu, la perspicacia intelectual y el gusto literario de los antiguos plenipotenciarios se haya perdido, el caudal de noticias y el n¨²mero de asuntos han aumentado. A diferencia del trabajo sucio de los servicios de inteligencia, la diplom¨¢tica forma blanda de espionaje se mueve a la luz del d¨ªa.
Por lo dem¨¢s, la ley de Libertad de Informaci¨®n americana desarrolla el principio democr¨¢tico de limitar el alcance temporal de protecci¨®n del material clasificado. El viejo dicho seg¨²n el cual la informaci¨®n es poder adquiere plena vigencia cuando versa sobre cuestiones relevantes para la vida p¨²blica y guarda relaci¨®n con situaciones de monopolio. La creciente tendencia de los centros de decisi¨®n a ocultar las motivaciones de sus titulares para elegir entre distintas opciones y a fingir razones de inter¨¦s general para cubrir objetivos particularistas exige sacar a la luz el rev¨¦s de esas tramas opacas.
Comenta esta noticia en la red social de EL PA?S | La mayor filtraci¨®n de la historia | Preguntas y respuestas | Ir al especial
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.