El car¨¢cter de M¨¢laga
Antonio Soler descifra la esencia de la ciudad a trav¨¦s de su historia
Pese a ser tres veces milenaria, M¨¢laga permanece muy poco atenta a su pasado -para comprobarlo, y desesperarse, basta pasear una tarde entre los solares vac¨ªos del centro hist¨®rico o por los Ba?os del Carmen, un peque?o ed¨¦n rendido por el municipio a la cochambre-. Adem¨¢s, la ciudad anda despistada en un laberinto de vocaciones -hoy tur¨ªstica; ma?ana, tecnol¨®gica; pasado ma?ana, cultural; al otro, ya veremos- que impide intuir con claridad su futuro.
No siempre fue as¨ª. A mediados del siglo XIX, M¨¢laga vivi¨® una ¨¦poca de esplendor en lo econ¨®mico -con grandes industrias del acero y el textil en torno a un puerto por el que adem¨¢s sal¨ªa vino para toda Europa-. La ciudad compet¨ªa con Barcelona por la primac¨ªa industrial de Espa?a y en sus barrios fabriles, como Huelin o El Bulto, bull¨ªan las luchas obreras. Ese auge fue ef¨ªmero. Se frustr¨® por una alta burgues¨ªa -los Larios, Loring, Heredia y dem¨¢s familias ilustres- m¨¢s preocupada por perpetuarse como dinast¨ªa a base de matrimonios endog¨¢micos que por adecuarse a los nuevos tiempos, y por las constantes convulsiones pol¨ªticas que desembocaron en la Guerra Civil.
El escritor publica un ensayo sobre el fallido salto a la modernidad del XIX
M¨¢laga perdi¨® su tren hacia la modernidad. Sin embargo, en la ciudad qued¨® un poso de inconformismo y rebeld¨ªa ante las horas bajas. El escritor Antonio Soler (1956) ha explorado esos a?os en M¨¢laga, para¨ªso perdido, un ensayo en el que, a trav¨¦s de los hechos hist¨®ricos, descifra el car¨¢cter de una ciudad que se manifiesta "siempre con unas d¨¦cimas m¨¢s de estridencia" que otras, "en el bien y en el mal".
El libro forma parte de una colecci¨®n de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara sobre ciudades andaluzas en la historia, en el que han participado ya autores como Juan Bonilla (La Costa del Sol en la hora pop), Antonio Gala (Granada de los Nazar¨ªes), Juan Cobos Wilkins (La Huelva brit¨¢nica) o Antonio Mu?oz Molina (C¨®rdoba de los Omeyas). "Siempre me hab¨ªa interesado mucho este periodo lleno de vicisitudes. Hab¨ªa le¨ªdo mucho sobre la Segunda Rep¨²blica, y este proyecto me hizo ir hacia atr¨¢s hasta desembocar en esa ¨¦poca de ilusi¨®n colectiva de mediados del siglo XIX", afirma Soler.
El autor de El camino de los ingleses (Premio Nadal 2004) se document¨® durante varios meses para rescatar del olvido episodios como el mot¨ªn del cuartel de Segalerva, que en 1923 oblig¨® al Gobierno a embarcar a los soldados de la guerra de Marruecos desde el puerto de Almer¨ªa, m¨¢s pac¨ªfico. O la revuelta de Benagalb¨®n, de 1914, cuando el alcalde se neg¨® a firmar las actas electorales que daban la victoria a la izquierda y un grupo de vecinos degoll¨® a un guardia civil.
Sin embargo, la parte del ensayo que m¨¢s nostalgia puede generar en el malague?o doliente con su ciudad es la que describe la ¨¦poca de plenitud econ¨®mica de la provincia, cuando la construcci¨®n de los 169 kil¨®metros de ferrocarril a C¨®rdoba se completaba en cinco a?os -menos tiempo que los 14 kil¨®metros del futuro metro- y la ciudad avanzaba atropelladamente hacia la modernidad, en una ilusi¨®n que acabar¨ªa trunc¨¢ndose.
M¨¢laga aspiraba a ser una segunda Barcelona, pero la burgues¨ªa del "cogollito de la Alameda" no ten¨ªa el car¨¢cter ilustrado de la catalana. "Mientras unos levantan el Liceo y sus hijos montan editoriales, aqu¨ª se dedicaban a ir a los toros", afirma Soler, que en su ensayo se detiene en las luchas entre el poder y una clase obrera muy concienciada.
M¨¢laga, para¨ªso perdido es algo m¨¢s que un libro de historia. En sus 186 p¨¢ginas, Soler ha buscado, y en buena parte ha conseguido, trazar el "mapa an¨ªmico" de la actual "ciudad desvertebrada". "M¨¢laga es un archipi¨¦lago con n¨²cleos separados y pocos puentes. Eso forma parte de lo colectivo, somos muy emprendedores y muy individualistas, furtivos en nuestra propia guerrilla".
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