El Athletic regala el derbi a la Real
Dos acciones lamentables de San Jos¨¦ entregan el triunfo a la versi¨®n m¨¢s r¨¢cana del equipo donostiarra
El Athletic, definitivamente, necesita un div¨¢n, del mismo modo que la Real no vende su sill¨®n ni a un anticuario caprichoso. La Real, en su silloncito, all¨ª amarrada, con la manta sobre las rodillas, levant¨¢ndose lo justo y con el mando del televisor pegado a los dedos, vio su pel¨ªcula, sus goles, como quien ve las tomas falsas de un esp¨¦ctaculo. Tiene m¨¦rito marcar dos goles sin haber hecho nada especial para merecerlo. Tiene m¨¦rito que te regalen dos goles cuando t¨² est¨¢s viendo la tele, all¨ª tranquilito, esperando a ver que te dan por si te interesa seguir el argumento.
El Athletic en la banqueta de Anoeta sue?a con un div¨¢n que le explique por qu¨¦ es tan mal equipo en la defensa, por qu¨¦ San Jos¨¦ concede un penalti en una jugada absurda, en un centro d¨¦bil, llovido, medio muerto, lastimero. Va y pone la mano donde no hac¨ªa falta, donde sobraba hasta el dedo me?ique. Y Xabi Prieto marca con paradinha, bien hecha, aunque el ¨¢rbitro la juzga ilegal, le amonesta y le da la segunda oportunidad: cambio de planes, golpe directo al otro lado y gol de nuevo.
REAL SOCIEDAD 2 - ATHLETIC 0
Real Sociedad: Bravo; Carlos Mart¨ªnez, Ansotegi, Mikel Gonz¨¢lez, De la Bella; Rivas, Aranburu (Bergara, m. 43), Xabi Prieto, Griezmann, Zurutuza (Labaka, m. 73); y Joseba Llorente (Agirretxe, m. 80). No utilizados: Zubikarai, Elustondo, Sarpong e Ifr¨¢n.
Athletic: Iraizoz; Amorebieta, San Jos¨¦ (Iturraspe, m. 73), Iraola, Aurtenetxe (Orbaiz, m. 56); Javi Mart¨ªnez, Gurpegui, Muniain, Gabilondo (Toquero, m. 46), Susaeta; y Fernando Llorente. No utilizados: Ra¨²l, Ustaritz, David L¨®pez y Balenziaga.
Goles: 1-0. M. 25. Xabi Prieto, de penalti. 2-0. M. 48. San Jos¨¦, en propia puerta.
?rbitro: Ram¨ªrez Dom¨ªnguez. Amonest¨® a Xabi Prieto, Rivas, San Jos¨¦ y Gurpegui.
30.000 espectadores abarrotaron el estadio de Anoeta.
Los rojiblancos necesitan un div¨¢n para pensar por qu¨¦ son tan malos atr¨¢s
Los blanquiazules deber¨ªan abonar la prima por ganar al impagable Rivas
Era tan injusto como natural. La Real, timorata, amarrada al brazo de tres guerrilleros como Rivas, Aranburu y Joseba Llorente, consegu¨ªa beneficios sin invertir en la bolsa del f¨²tbol. Cosas que pasan. A veces no hace falta dinero para ganar dinero. Y la Real le rob¨® la cartera al jovencito San Jos¨¦, el m¨¢s tierno, quiz¨¢s el m¨¢s asutado o solo el perseguido por el infortunio. Porque despu¨¦s del penalti le clav¨® un gol por la escuadra a Iraizoz en otro centro blandito, llovido, lastimero de Xabi Prieto que el central lo envi¨® a la red seguramente mientras desenredaba el nudo psicol¨®gico del primer gol.
Bien es verdad que, entre medias, otros consolaron a San Jos¨¦ de sus agobios. Por ejemplo, Iraizoz, que no se sabe c¨®mo, otro asunto de div¨¢n, convirti¨® una ventaja del portero, con su corpach¨®n, en una acci¨®n del flaquito e inteligente Griezmann cuando nadie se lo esperaba. Jam¨¢s se sabr¨¢ qu¨¢ pens¨® Iraizoz, a no ser que estuviera pensando en por qu¨¦ hab¨ªa hecho penalti San Jos¨¦ o con qu¨¦ mano le iba a hacer cosquillas Joseba Llorente, la mejor versi¨®n de las moscas a las que Machado dedic¨® un poema. Ni Griezmann se lo crey¨®, hasta el punto de que dispar¨® apresuradamente cuando pod¨ªa haberse paseado por el ¨¢rea como si fuera una pasarela.
Los entrenadores lo ten¨ªan f¨¢cil para esconder lo ocurrido. Un derbi, ya se sabe, poco juego, mucha tensi¨®n, intensidad, nerviosismo, once contra once, son partidos singulares... Discurso, palabras, gestos, corazones... El Athletic, ensombrecido por su falta de pegada, dominador del partido, pero gestor de la desgracia, y la Real, en el silloncito del sal¨®n, esperando su buena suerte, recibiendo regalos y a sabiendas de que la espalda estaba siempre guarecida por un futbolista aparentemente leve, de morfolog¨ªa fr¨¢gil, humilde en su actitud, como Diego Rivas que organizaba el tr¨¢fico y creaba los atascos necesarios para que el coche rojiblanco no pudiera circular por Anoeta.
Al Athletic le faltaron las bandas. Ni Susaeta ni Gabilondo eran conductores habilidosos para sortear las dificultades. Ni Muniain, m¨¢s ensimismado que nunca. Ser¨¢ que a los j¨®venes el primer derbi les pesa m¨¢s en la cabeza que en las piernas. Muniain se enred¨® en su prop¨¬a tela de ara?a y Griezmann, la otra perla, correte¨® con m¨¢s estilo que eficiencia. Habr¨¢ que esperales.
Pero la Real iba cosechando goles en la misma medida que el Athletic ansiedad. Tanta, que por primera vez se qued¨® sin marcar en un partido de Liga. Mala se?al. Tan mala como buena para la Real, que, en su partido m¨¢s pobre, obtuvo el bot¨ªn m¨¢s sencillo. Todo se lo hizo el Athletic. Tan hermanados estaban que los rojiblancos, fieles a su costumbre, empezaron a repartir regalos a su hermanos recuperados tras a?os de exilio para horror del volc¨¢nico Caparr¨®s. La Real fue m¨¢s cartesiana que nunca: agradecer y meter los regalos en el armario para que nadie diga que es desagradecida. No hubo derbi, sino credenciales en Anoeta. Y las present¨® el Athletic, como un novato.
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