El contexto de la Conferencia de Canc¨²n
La profesora Naomi Oreskes, de la Universidad de California, encabez¨® en 2004 un trabajo de investigaci¨®n para evaluar el grado de consenso sobre el cambio clim¨¢tico en la comunidad cient¨ªfica internacional. Para ello, tom¨® una muestra aleatoria estad¨ªsticamente significativa, el 10%, de todos los art¨ªculos cient¨ªficos que se hab¨ªan publicado en los ¨²ltimos 10 a?os sobre el cambio clim¨¢tico. Su estudio, publicado en la revista Science, conclu¨ªa que entre los 928 art¨ªculos de la muestra solamente uno cuestionaba el consenso.
Tras analizarlo en detalle, se comprob¨® que, en realidad, m¨¢s que un trabajo cient¨ªfico era un art¨ªculo de opini¨®n publicado en el Bolet¨ªn de la Asociaci¨®n Estadounidense de Ge¨®logos del Petr¨®leo por personas vinculadas al sector.
La comunidad internacional avanza, arrastrando los pies, hacia un tratado que sustituya al de Kioto
La probabilidad de llegar a 2012 sin un acuerdo es muy alta
Sin embargo, alrededor del 50% de las noticias y art¨ªculos que se publican en la prensa, radio y televisi¨®n de ese pa¨ªs recogen opiniones que cuestionan las conclusiones de la ciencia. Transmiten err¨®neamente la impresi¨®n de que todav¨ªa hay un debate cient¨ªfico sobre las premisas b¨¢sicas del cambio clim¨¢tico. Esta posici¨®n de los medios de comunicaci¨®n se encuentra sesgada por la presi¨®n de los grupos de inter¨¦s vinculados al sector de la energ¨ªa convencional, con Exxon Mobil a la cabeza, y ha tenido un impacto muy negativo en la opini¨®n p¨²blica. As¨ª, en una reciente encuesta de opini¨®n realizada por el PEW Center, la mitad de la poblaci¨®n norteamericana manifiesta que no cree que exista un problema con el clima, o bien, que no cree que est¨¦ causado por el ser humano. En ese caldo de cultivo, el resultado de la pol¨ªtica clim¨¢tica norteamericana de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido muy decepcionante. Ni siquiera la t¨ªmida ley aprobada por el Congreso bajo la Administraci¨®n de Obama ha salido adelante debido al rechazo del Senado.
Lo que la ciencia m¨¢s avanzada del clima nos dice, sin embargo -ver Climate Change Science Compendium 2009 de las Naciones Unidas- es que la alteraci¨®n del clima de la Tierra debido a la acci¨®n antropog¨¦nica plantea un desaf¨ªo sin precedentes en la historia de la humanidad. Los impactos derivados de la acumulaci¨®n de emisiones han alterado ya la geograf¨ªa f¨ªsica y ecol¨®gica del planeta en un proceso de deterioro y degradaci¨®n que no ha hecho sino comenzar. La progresiva acidificaci¨®n de los oc¨¦anos y su negativo impacto en los ecosistemas coralinos, cuna de una enorme biodiversidad marina. El incremento en el nivel del mar, que, incluso con una eliminaci¨®n total de las emisiones, continuar¨¢ durante siglos debido a la inercia del calor acumulado. La paulatina pero imparable desaparici¨®n de los glaciares de monta?a situados en las regiones tropicales y templadas del planeta (los Himalayas, por ejemplo), con su incidencia en los sistemas de vida y cultura de centenares de millones de personas. Los cambios en los ciclos hidrol¨®gicos con su impacto en los climas regionales y en susecosistemas asociados, con incidencia especialmente dram¨¢tica en el caso del ?frica subsahariana. La desaparici¨®n de los hielos en el ?rtico en la ¨¦poca estival...
Esos procesos ya est¨¢n ocurriendo y no tienen marcha atr¨¢s. La velocidad a la que se est¨¢n manifestando es superior incluso a la del escenario m¨¢s pesimista de los contemplados por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Clim¨¢tico (IPCC) en la d¨¦cada de los noventa. Podemos, no obstante, evitar que se agraven y aceleren, impidiendo que se traspasen aquellos umbrales que podr¨ªan activar serios efectos de retroalimentaci¨®n positiva, como el colapso de la Amazon¨ªa y la descongelaci¨®n del permafrost siberiano, y que probablemente llevar¨ªan al sistema clima a una situaci¨®n fuera de control.
La l¨ªnea roja identificada por la comunidad cient¨ªfica internacional son los dos grados cent¨ªgrados de incremento sobre la temperatura media de la atm¨®sfera respecto a la ¨¦poca preindustrial, objetivo refrendado en la Cumbre de Copenhague. Ahora bien, la temperatura ya se ha incrementado un 0,7?C y las emisiones emitidas en el pasado hacen inevitable un mayor incremento en el futuro. El margen de maniobra es pues reducido. Se precisa que para 2020 se alcance el techo de emisiones globales y, a partir de ah¨ª, disminuyan progresivamente hasta reducirse aproximadamente a la mitad en 2050. Sin embargo, informes recientes de la Agencia Ambiental de Holanda (NEAA por sus siglas en ingl¨¦s) concluyen que las emisiones de gases de efecto invernadero no solo no se contienen, sino que se est¨¢n acelerando.
En ese contexto se celebra en estos d¨ªas la cumbre del clima de Canc¨²n. La comunidad internacional trata de avanzar, arrastrando los pies, hacia un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto, cuya vigencia expira en 2012. La probabilidad de llegar a esa fecha sin un acuerdo vinculante que implique a los principales pa¨ªses emisores del mundo es desgraciadamente muy alta.
Europa es la ¨²nica regi¨®n que en los ¨²ltimos 20 a?os ha hecho un esfuerzo honesto por descarbonizar progresivamente su econom¨ªa, reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero m¨¢s all¨¢ de lo comprometido en el Protocolo de Kioto -un 14% en lugar del 8% contemplado en el acuerdo internacional-. Vista la evoluci¨®n de las emisiones, el actual objetivo de reducci¨®n del 20% para 2020 carece de fuerza y ambici¨®n. Hacer oficial en Canc¨²n el objetivo de mitigaci¨®n del 30% renovar¨ªa el liderazgo y el compromiso de la Uni¨®n Europea y ayudar¨ªa a poner decididamente la proa de su econom¨ªa hacia una sociedad baja en carbono.
Antxon Olabe es economista ambiental, socio de Naider.
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