"Ya no es una fosa olvidada"
Un monumento recuerda en Tarragona a los fusilados durante el franquismo
Durante casi una d¨¦cada, entre 1939 y 1948, Tarragona se despertaba a las seis de la ma?ana con la r¨¢faga de los fusiles con los que se ejecutaba a los acusados de haber colaborado con el bando republicano durante la Guerra Civil. "Segundos despu¨¦s, seg¨²n soplara el viento, los ciudadanos o¨ªan disparos aislados: el tiro de gracia", recuerda el historiador Josep S¨¢nchez Cervell¨®. Los primeros meses, el sue?o de los vecinos se interrump¨ªa incluso instantes antes de las ejecuciones. "?Viva la Rep¨²blica!", gritaban los pr¨®ximos a morir. Despu¨¦s, masacrados por una supervivencia en condiciones inhumanas, ya solo se o¨ªan los disparos. El silencio sobre las v¨ªctimas, enterradas en una fosa an¨®nima y abandonada, se prolong¨® en el franquismo. Hasta ayer, cuando la Asociaci¨®n de V¨ªctimas de la Represi¨®n Franquista en Tarragona inaugur¨® la escultura Dignidad junto a ese terreno, ahora ya presidido por los nombres y apellidos de las 771 personas enterradas en la zanja. "Hemos roto el silencio: ya no es una fosa olvidada", celebr¨® la presidenta de la entidad, Montserrat Gin¨¦. "No buscamos culpables. Es un recuerdo para no olvidar lo que ocurri¨®".
Gin¨¦ certific¨® as¨ª el reconocimiento de los ejecutados en Tarragona tras la guerra en un homenaje que reuni¨® a 400 personas de todas las edades, en su mayor¨ªa familiares y amigos de los enterrados en la fosa que han aguardado toda una dictadura y 35 a?os de democracia para dignificar la memoria de sus v¨ªctimas. "Algunos creen que ha pasado demasiado tiempo, pero es importante para nosotros", explic¨® al borde de las l¨¢grimas Maria Coll, nieta de un fusilado que sufri¨® la cruenta represi¨®n del bando vencedor. Tras imponerse en el campo de batalla, los franquistas encerraron a unas 3.500 personas en la c¨¢rcel de Tarragona por supuesta colaboraci¨®n con el ej¨¦rcito republicano. Los cientos que murieron, fusilados, pero tambi¨¦n a golpes y de hambre, quedaron olvidados en la fosa com¨²n, un terrapl¨¦n abandonado hasta hace meses."Ning¨²n otro espacio expresa el dolor de la represi¨®n franquista como esta fosa", subray¨® el consejero de Interior, Joan Saura. "Durante la guerra hubo cr¨ªmenes en los dos bandos, pero la represi¨®n posterior fue injusta. Murieron por defender los ideales democr¨¢ticos", precis¨®. "Fue una verg¨¹enza y una parodia", afirm¨® Josep S¨¢nchez Cervell¨®, profesor titular de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Rovira i Virgili. "Aqu¨ª no fusilaron a asesinos. Los que yacen en esta fosa fueron los mejores de nuestros pueblos. Alcaldes, periodistas y ciudadanos que defendieron la democracia".
Las ejecuciones se fraguaron con extraordinaria rapidez y premeditaci¨®n. "Tras la guerra, empezaron las detenciones. En una o dos semanas, el sumario ya estaba instruido", record¨® Josep Subirats, uno de los encarcelados que sobrevivieron. No pudo asistir al acto por motivos de salud, pero escribi¨® una carta que ley¨® Gin¨¦. "Juzgaban a 30 personas cada d¨ªa, en dos sesiones de 15 personas y 45 minutos cada una. El fiscal le¨ªa y hablaba tan de prisa que ni entend¨ªamos de qu¨¦ nos acusaba. Solicitaba penas de muerte o de cadena perpetua para todos. Los fusilamientos eran p¨²blicos y la gente, obligada o no, acud¨ªa a celebrarlos", detall¨®. En la c¨¢rcel de Pilatos, la principal empleada por los franquistas en Tarragona, los miles de acusados exced¨ªan la capacidad del recinto. "Est¨¢bamos tan apelotonados que no pod¨ªamos dormir planos. Deb¨ªamos ponernos de lado", record¨® Subirats. "Ten¨ªa 19 a?os. Ahora tengo 90 y todav¨ªa no he podido sac¨¢rmelo de la cabeza".
El homenaje a los que compartieron celda con Subirats se debe en gran parte a la iniciativa de Gin¨¦, que se empe?¨® en esclarecer la muerte de su abuelo. En 2004, tras descubrir que este yac¨ªa en la fosa de Tarragona y que en ella hab¨ªa otros centenares de ejecutados, empez¨® a contactar con familiares de las v¨ªctimas. Buceando en listines telef¨®nicos, preguntando por las calles de los pueblos y llamando puerta a puerta, en 2006 reuni¨® decenas de afectados y constituy¨® la asociaci¨®n. Hace apenas un a?o, la fosa ahora presidida por una escultura, salpicada de carteles de homenaje y con un mural con 771 nombres y apellidos, era un terreno yermo y desierto que no importaba a nadie. "Escrib¨ª a la direcci¨®n del cementerio para que me dijeran en qu¨¦ parte estaba enterrado mi abuelo", ilustr¨® Gin¨¦. "Me dijeron que no lo sab¨ªan".
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