Los pol¨ªticos no ven el cielo
Mientras que la atenci¨®n de los pol¨ªticos parece estar pendiente del cielo, en estos momentos a m¨ª me parece importante volver a dirigir la vista a la tierra. No s¨®lo porque aqu¨ª sobre la corteza suceden cada d¨ªa cosas que no aparecen en la agenda de los pol¨ªticos sino tambi¨¦n porque los pol¨ªticos son incapaces de cambiar el rumbo de las cosas que suceden en los cielos. No s¨¦ si me explico. Desde que la gran farsa financiera estallara en 2008 en los Estados Unidos (recomiendo el terror¨ªfico documental Inside Job sobre el asunto) es como si, m¨¢s que cambiar ciertas pr¨¢cticas perversas del sistema que nos embarga, la inercia de los defensores de la tradici¨®n haya derrotado de nuevo a esos ingenuos paladines del bien com¨²n empezando por Obama. El frente fr¨ªo de la econom¨ªa recuerda al caso Prestige en sus vericuetos de c¨®mo alejar al monstruo de nuestras vidas y causar una cat¨¢strofe o "agarrar el toro por los cuernos", como Van Rompuy le espet¨® a Zapatero, y tener el dudoso honor de reparar el artefacto al abrigo del puerto.
Se va agotando el tiempo para que la pol¨ªtica se ponga al frente de un rescate del bien com¨²n
Los hechos son meridianamente claros: el gran perdedor de toda esta ag¨®nica batalla por salvar los beneficios de unos pocos (la banca y las grandes corporaciones multinacionales) ha sido el sistema p¨²blico y, no digamos, los mecanismos de protecci¨®n social en materias b¨¢sicas como la educaci¨®n, la sanidad o los transportes. Como gallego puedo pensar que el AVE llega ma?ana a Albacete y a Santiago de Compostela en 2015. Pero eso son cercan¨ªas al lado de c¨®mo el hombre m¨¢s poderoso del planeta ha visto la ingratitud de que su defensa de la extensi¨®n universal de la cobertura sanitaria en los Estados Unidos le haya costado que much¨ªsimos de sus ciudadanos hayan preferido irse a tomar el t¨¦ con Sarah Palin.
El inminente debate sobre las pensiones promete momentos de reflexi¨®n profunda sobre esa frontera existencial de los 67 a?os. Malo ser¨¢. Pero hay otra cosa m¨¢s preocupante: m¨¢s de un 45% de licenciados en alguna universidad del Estado no encuentra trabajo y el 55% restante lo hace en condiciones temporales y abusivas. Los migrantes espa?oles son cada vez m¨¢s numerosos por el mundo, lo que lleva a una gran paradoja: mientras los magreb¨ªes recogen la aceituna de Ja¨¦n o los subsaharianos faenan en el at¨²n de Burela nuestros flamantes m¨¦dicos, arquitectos o inform¨¢ticos se van a Alemania o a los Estados Unidos. ?Era esto la globalizaci¨®n?
Lo cierto es que la precariedad se ha convertido en un modus vivendi. Y la precariedad va a marcar la vida y el ciclo de un porcentaje may¨²sculo de la poblaci¨®n activa (hablamos de un 65% al menos) que va a vivir al d¨ªa ahogado tanto por las deudas privadas (la vivienda sobre todo) como por el fantasma de la p¨¦rdida de calidad de vida en ¨¢reas vitales como las antes se?aladas. Que esta generaci¨®n haya aprendido a convivir con dos met¨¢foras de la crisis como el low-cost o el gratis total son solo dos met¨¢foras m¨¢s que a?adir a esta decadencia del presunto Estado del bienestar. Hay un espejismo en todo ello: la crisis, se puede pensar en alg¨²n momento, facilita la supervivencia. Nada m¨¢s lejos. Si las actuales corporaciones como el G-20 est¨¢n por encima de la pol¨ªtica de los Estados y no digamos de los peque?os pa¨ªses perif¨¦ricos como el nuestro, es el momento de reclamar una nueva refundaci¨®n del servicio p¨²blico o, donde no, vamos a ver en el plazo de unos a?os como la privatizaci¨®n (Cameron ha empezado en el Reino Unido) va a ser la moneda de cambio corriente en todas las ¨¢reas que afectan a la ciudadan¨ªa.
Se ven recortes por todas partes pero no una soluci¨®n a esta nueva era de la precariedad en todos los ¨¢mbitos. Pol¨ªticos de uno y otro signo se empe?an en corregir el d¨¦ficit pero no avanzan ni un cent¨ªmetro en vislumbrar una cultura que mejore a la del ruinoso Estado del bienestar. Empe?ados en salvar los muebles del naufragio se olvidan las ideas para emprender un debate sobre el futuro. Los 67 a?os deber¨ªan obligar a ello pero mucho me temo que va a ser de nuevo un ¨¢spero encontronazo parlamentario entre contables y taqu¨ªgrafos, y de esta manera se va agotando el tiempo para que la pol¨ªtica se ponga de una vez al frente de un rescate del bien com¨²n, que para eso seguimos apoyando esta democracia imperfecta y pagando nuestros tributos al Estado. Pero eso ser¨ªa como pedirle a nuestros parlamentarios que imaginaran el cielo sin controladores. O a los chinos que dejen de vender barato.
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