Sin China no hay felices fiestas
?Podr¨ªan sobrevivir estas Navidades sin nada made in China en casa? Hagan la prueba. Los Jones, una familia de clase media de Los ?ngeles, lo hizo ante las c¨¢maras de Tom Xia y Alicia Dwyer para el documental Xmas without China. Aunque la gesta implicara cenar bajo la luz de las velas por no encontrar ni una sola bombilla que viniera de otra parte, gastar 166 d¨®lares en una miserable tira con cuatro luces navide?as mexicanas o poner peluches de 99 d¨®lares bajo el ¨¢rbol (natural, imposible uno sint¨¦tico) en lugar de los chinos de 5 d¨®lares.
En un momento de la filmaci¨®n, tras haber vaciado casi al completo su hogar en un dep¨®sito frente al jard¨ªn, la propia madre, Evelyn, confiesa: "Lo que me da miedo es que nosotros ya no producimos nada. ?Cu¨¢l es entonces el lugar de EE?UU en la econom¨ªa mundial?". Este documental, en realidad, ofrece m¨¢s preguntas que respuestas.
El primero en plante¨¢rselas fue el propio Tom Xia, realizador chino que de-
sembarc¨® en California a los ocho a?os. Fue a finales de 2007, cuando la televisi¨®n estadounidense vomitaba una campa?a contra los productos fabricados en el gigante asi¨¢tico. La mecha la prendi¨® una partida de un mill¨®n de juguetes de Fisher-Price que tuvo que ser retirada por exceso de plomo. Los medios alimentaban el p¨¢nico demonizando aquel pa¨ªs. El propio Obama, en plena campa?a electoral, tuvo que mostrar su postura: "China es un competidor, pero no tiene por qu¨¦ ser un enemigo".
"La mayor¨ªa de las noticias no representaban la China que yo conozco", recuerda Xia. "Para tener un punto de vista diferente a la visi¨®n ¨²nica y distorsionada de los medios se me ocurri¨® proponer este reto durante un mes a una familia estadounidense, buscar respuestas a partir de un hecho que cualquiera puede entender". A pesar de sus reticencias iniciales, se hizo claro que el propio Tom ten¨ªa que ejercer de hilo conductor de la cinta. Busc¨® entre sus vecinos, puerta por puerta. A muchos les seduc¨ªa la idea de participar en el proyecto, pero la desestimaban en cuanto ca¨ªan en que tendr¨ªan que deshacerse del coche o la tostadora. Hasta que abord¨® a Evelyn Jones, una madre que acababa de llevar a su hijo al m¨¦dico precisamente tras descubrir que ten¨ªa en su casa uno de los juguetes de Fisher-Price retirados del mercado.
El final de la historia a¨²n no lo sabemos, porque el documental, que arranc¨® en esas Navidades de 2007, a¨²n no ha podido finalizarse por falta de financiaci¨®n. Seg¨²n sus responsables, ser¨ªan necesarios 350.000 d¨®lares para relatar tambi¨¦n el viaje de Tom a su China natal. Llevan 75.000. "La mayor¨ªa proviene de inversores privados e Internet [a trav¨¦s de la web Kickstart]".
Esta suma resulta rid¨ªcula si tenemos presente la cifra que en realidad teme todo EE?UU. China es due?a de buena parte de su deuda externa, unos 220.000 millones de d¨®lares. ?Es consciente el ciudadano medio de esta relaci¨®n de interdependencia que han creado? Zachary Karabell, autor de un ensayo que podr¨ªa traducirse como Chim¨¦rica: C¨®mo las econom¨ªas estadounidense y china se convirtieron en una sola y lo que eso significa para el mundo, ilumin¨® a Xia y Dwyer en su b¨²squeda de respuestas. "Es uno de los economistas que piensan que el hecho de que dos pa¨ªses est¨¦n tan vinculados econ¨®micamente puede tener una repercusi¨®n m¨¢s estabilizadora sobre el resto del globo de lo que pod¨ªamos haber imaginado. Karabell dice que entre todas las cosas que est¨¢n pasando muchas dan miedo, pero otras pueden traer beneficios positivos. Uno es que EE?UU est¨¢ perdiendo parte de su soberan¨ªa, y eso obligar¨¢ a todo el pa¨ªs a lidiar con su ego".
Lo que nos remite a la pregunta que se hac¨ªa el ama de casa americana al inicio de este reportaje, pero tambi¨¦n a las reiteradas declaraciones de Obama sobre que "la relaci¨®n entre China y EE?UU definir¨¢ el siglo XXI". "De ah¨ª la importancia de investigar estos asuntos", defiende la directora y productora del documental. "Si no encontramos una manera de interactuar que nos lleve a un mayor entendimiento mutuo, en lugar de fomentar el antagonismo, las cosas podr¨ªan ir mal. Porque hay un hecho que est¨¢ por encima de todo: estamos atados al enemigo sin importar c¨®mo nos sintamos al respecto".
En el horizonte se dibuja una inversi¨®n de papeles en la b¨²squeda de la Arcadia. Bien lo sabe Xia, cuya familia vino a California tras el fracaso de las protestas prodemocr¨¢ticas de 1989. "Acudieron en pos del sue?o americano, pero b¨¢sicamente lo que buscaban era darme m¨¢s y mejores oportunidades en la vida. Hoy no se arrepienten en absoluto, pero el otro d¨ªa me comentaba mi padre: 'Es una pena que vivamos en Am¨¦rica, en China hoy podr¨ªa haberme construido una casa m¨¢s grande".
M¨¢s informaci¨®n: www.xmaswithoutchina.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.