Not in my backyard
"No en mi patio trasero" (Nimby) es el acr¨®nimo m¨¢s utilizado para justificar la no-elecci¨®n por parte de los poderes p¨²blicos de una instalaci¨®n potencialmente contaminante o cualquier infraestructura o equipamiento que resulte o genere externalidad negativa.
Esta afirmaci¨®n, muy acad¨¦mica, por supuesto, refleja el hecho de que con frecuencia ciertas infraestructuras que resultan beneficiosas o necesarias para el conjunto de la sociedad, podr¨ªan ocasionar determinados impactos negativos para una localidad muy espec¨ªfica. La contestaci¨®n a tal proyecto ocasionar¨¢, m¨¢s tarde, una fuerte oposici¨®n o un rechazo que pudiera dar lugar a impedir, retrasar o dificultar la propia ejecuci¨®n.
Un trabajo encargado por Delors en los ochenta conclu¨ªa que no actuar es m¨¢s caro que actuar
Ello pone de manifiesto que la localizaci¨®n de una determinada infraestructura, industria o actividad siempre deriva hacia unos beneficios difusos (para la sociedad en su conjunto y sin excepciones) pero con unos costes muy concentrados en aquellos que lo sufren y padecen.
El uso del mencionado Nimby hay que vincularlo, asimismo, a otros acr¨®nimos muy rotundos. Por ejemplo, se usa mucho "not in my term office" (no durante mi mandato) que es un argumentario muy socorrido para aquellos pol¨ªticos o gestores dubitativos, temerosos, escasamente convencidos e incluso poco arriesgados. Hay otro denominado Banana, que responde a "build absolutey nothing anywere near anything" ("no construir nada en ning¨²n lugar cerca de ninguna cosa"). Como se puede comprender, es todav¨ªa m¨¢s inconsistente pues gira en torno a no hacer nada, no vaya a ser que suceda algo, bien sea imprevisto, no planificable, no resuelto o incluso desconocido. Aqu¨ª podemos situar a los escapistas.
La soluci¨®n acad¨¦mica al Nimby es atribuir medidas compensatorias a los miembros de la sociedad m¨¢s pr¨®xima y afectada. Por eso, los expertos recomiendan la definici¨®n de mecanismos de compensaci¨®n al igual que se especifican los procedimientos para su determinaci¨®n.
Este relatorio cobra sentido habida cuenta la ingente cantidad de supuestos en los que ciertos grupos y colectivos llevan las propuestas hasta extremos insospechados. Sin embargo, cuando interrogas a los mismos demandantes sobre el porqu¨¦ de sus actuaciones, normalmente responden que lo l¨®gico y racional ser¨ªa actuar de esa manera, aunque no quieren que tal determinaci¨®n se efect¨²e en sus proximidades o sobre sus propias espaldas. Estamos, pues, ante el triunfo de la hipocres¨ªa, de la no-solidaridad o, simplemente, del enga?o compulsivo.
Esta situaci¨®n me recuerda cuando a finales de los a?os ochenta del siglo pasado Jacques Delors incitaba a la conformaci¨®n de una nueva Europa, m¨¢s solidaria, compacta y nucleada como polo del poder mundial. En aquel instante, encarg¨® un trabajo que se denominaba "el coste de la no-Europa". Fue definitivo, porque de las conclusiones del mismo se extra¨ªa como corolario que el no-actuar ser¨ªa m¨¢s caro y m¨¢s peligroso que el actuar. Por eso, nadie os¨® poner en cuesti¨®n las tesis de los incitadores de la nueva iniciativa europea.
Dos conclusiones extraigo de este razonamiento. La primera, que los pol¨ªticos pongan sobre la mesa tanto el coste de actuar como el coste de no-actuar. Tenemos un ejemplo muy reciente, la actitud insolidaria de los controladores a¨¦reos: todos estamos de acuerdo en que hab¨ªa que actuar para que un grupo privilegiado y anti-solidario no prorrogara sus prebendas. La segunda, si se act¨²a hay que hacerlo hasta el final, a pesar de que un grupo muy minoritario pueda quedar afectado. Siempre debemos retener la opci¨®n de la negociaci¨®n y de la compensaci¨®n, como bien afirman las tesis de los expertos. En suma, una sociedad debe avanzar, ya que no puede quedar nunca rezagada. Como se afirmaba en mis tiempos juveniles, "ni un paso atr¨¢s, aunque sea para coger carrerilla".
Los nuevos escenarios mundiales y los actuales retos de la sociedad nos van a llevar a situaciones contradictorias en la que observaremos intereses divergentes. Los grupos de presi¨®n van a desarrollar con mayor intensidad sus actuaciones a favor y en contra (seg¨²n los casos) de distintas posiciones estrat¨¦gicas. Todo esto lo vemos diariamente y no somos ajenos a ello.
Por tanto, debe quedar claro que la sociedad no puede ser reh¨¦n de ning¨²n colectivo privilegiado, ego¨ªsta e insolidario. Los valores de la justicia, democracia y participaci¨®n deben estar siempre garantizados. A la vez que tambi¨¦n se deben garantizar las decisiones de la mayor¨ªa; y, sobre todo, aquellas que van en contra de los individualismos o del uso del acr¨®nimo "no en mi patio trasero".
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