El 'caso Jodorkovski' o qui¨¦n le tose a Putin
Dostoievski, en Los hermanos Karamazov, describe un proceso judicial que tiene en vilo a toda Rusia: ?qu¨¦ har¨¢ el juez: dejar¨¢ a Dmitri Karamazov en libertad, o lo enviar¨¢ a Siberia? Con parecidas ansias el pueblo ruso est¨¢ esperando el veredicto que deb¨ªa pronunciarse el pasado d¨ªa 15 y, por causas sin especificar, se pospuso para el 27.
Cuando en octubre de 2003 arrestaron a Mija¨ªl Jodorkovski, el due?o de la empresa petrolera Yukos, los rusos soltaron un suspiro de satisfacci¨®n: ?por fin se ha hecho justicia a un oligarca! (En 2005, Forbes public¨® que la fortuna personal de Jodorkovski, entonces ya reducida, a¨²n se cifraba en casi 500 millones de d¨®lares). ?Por qu¨¦, siete a?os m¨¢s tarde, los rusos desean ardientemente que Jodorkovski sea liberado?
El ex magnate es castigado por haber apoyado a la oposici¨®n al Kremlin
Tras el arresto, la condena y la encarcelaci¨®n del magnate, poco a poco ha ido quedando claro que el motivo real del castigo no fue la corrupci¨®n, sino el hecho de que, a diferencia de los dem¨¢s oligarcas, Jodorkovski hizo caso omiso de las advertencias del presidente Putin y se puso a apoyar partidos pol¨ªticos adversos al poder pol¨ªtico central. Jodorkovski recientemente declar¨® que, ya antes de su arresto, Putin le hab¨ªa soltado en un argot de los bajos fondos: "Va a pudrirse en la c¨¢rcel durante ocho a?os". Curiosamente, la predicci¨®n de Putin err¨® en poco.
A lo largo de los a?os que ha durado la condena de Jodorkovski y otros altos ejecutivos y trabajadores de Yukos, entre ellos Platon Lebedev, diversas organizaciones de derechos humanos observaron que ese caso se centra m¨¢s en la pol¨ªtica que en la alegada corrupci¨®n. "Jodorkovski apoyaba activamente a los partidos de oposici¨®n", escribi¨® Freedom House en 2004. En 2005 V¨¢clav Havel escribi¨® una carta a Putin en la que afirmaba: "Este caso es un ejemplo de que su Gobierno intenta silenciar a sus cr¨ªticos y eliminar opositores de la vida pol¨ªtica y del di¨¢logo social en Rusia".
En marzo de 2009, cuando faltaba poco para que Jodorkovski quedara libre, empez¨® en Mosc¨² un nuevo proceso contra ¨¦l alegando nuevos fraudes. Se supo que Jodorkovski y su socio Lebedev pod¨ªan ser condenados hasta a 22 a?os de c¨¢rcel. En abril de 2009, los l¨ªderes de ocho grupos occidentales de derechos humanos enviaron una carta abierta al presidente ruso Dmitri Medv¨¦dev, en la que expresaron su preocupaci¨®n por el deterioro de la justicia y los derechos humanos en Rusia. En junio de 2010, en las v¨ªsperas de la reuni¨®n en la que Medv¨¦dev y Obama tuvieron que tratar el caso Jodorkovski en la Casa Blanca, el escritor Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz, organiz¨® en Nueva York un almuerzo, al que asistieron notables diplom¨¢ticos y dignatarios, para lanzar una campa?a a favor de la liberaci¨®n de Jodorkovski, a quien llam¨® "preso pol¨ªtico".
Tambi¨¦n muchos rusos, entre ellos la asesinada periodista Anna Politk¨®vskaya, las estrellas del ajedrez Gari Kasp¨¢rov y Lev Ponomariov, adem¨¢s de conocidos periodistas como Yulia Latynina, sostienen que el caso demuestra una y otra vez el vac¨ªo legal reinante en su pa¨ªs.
?Por qu¨¦ tanto odio si Jodorkovski ya es un hombre roto? No existe explicaci¨®n racional. Muchos hablan de unas ansias de venganza, ese envenenamiento que persiste en Rusia y en otros pa¨ªses postotalitarios desde la ¨¦poca comunista. Como un hueso a un perro, el poder le ofreci¨® al magnate que pidiera clemencia. No obstante, este se dio cuenta de la trampa: la clemencia se le concede a uno que reconoce la propia culpa. Jodorkovski declar¨® que prefer¨ªa quedarse toda la vida detr¨¢s de las rejas antes de autoinculparse de algo que no ha cometido.
Al igual que el juez que juzg¨® a Dmitri Karamazov -y por propia vanidad acab¨® enviando a ese inocente a Siberia-, tambi¨¦n el juez del caso Yukos, Viktor Danilkin, en esas ¨²ltimas semanas ha sido el centro de todas las miradas. En la ¨²ltima audiencia Jodorkovski le dirigi¨® las siguientes palabras: "Comprendo lo dif¨ªcil de su situaci¨®n. Le deseo que tenga valor. Su decisi¨®n entrar¨¢ en la historia de Rusia". Y uno de los m¨¢s intr¨¦pidos periodistas rusos, David Gay, le pregunta a Danilkin en un reciente art¨ªculo: "Distinguido se?or juez: su conciencia le dictar¨¢ la decisi¨®n. Si opta por las medallas, nunca m¨¢s conocer¨¢ la paz. ?Y, entonces, qu¨¦ mirada le dirigir¨¢ a su hijo que acaba de terminar la carrera de derecho?".
El poder pol¨ªtico y judicial ruso est¨¢n ante la oportunidad de lanzar un mensaje claro a sus conciudadanos y al mundo: 1. Respetamos la divisi¨®n de poderes y el Estado de derecho, con lo que nos acercamos a los valores democr¨¢ticos e ilustrados, o bien: 2. No nos importa la opini¨®n de nadie, no somos un Estado de derecho ni nos molestamos en parecerlo; la ley dice lo que dice el poder.
Mientras ni Estados Unidos ni Europa tienen suficientes armas para pedir nada a Rusia, esta parece ser partidaria de pasar por alto las exigencias democr¨¢ticas. Cada vez m¨¢s, poderes econ¨®micos y pol¨ªticos gigantescos como Rusia y China alardean sin reparos de sus convicciones autoritarias y de la manipulaci¨®n de las instituciones. Y ello, que ya tiene sus aprendices en Europa (v¨¦ase Berlusconi), puede ser un modelo tentador para muchos otros pa¨ªses.
Monika Zgustova es escritora. Su ¨²ltima novela es Jard¨ªn de invierno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.