"El periodismo de investigaci¨®n es tan necesario como la cultura"
Periodista neoyorquino, multipremiado, con cuatro d¨¦cadas de experiencia a sus espaldas, Paul Steiger tiene 68 a?os, una cifra jur¨¢sica si se considera la juventud que tiende hoy a primar en las redacciones. Sin embargo, tras 15 a?os escribiendo sobre finanzas en Los Angeles Times y 25 en The Wall Street Journal, donde ejerci¨® durante m¨¢s de una d¨¦cada como director de informaci¨®n, su proyecto m¨¢s reciente no le sit¨²a precisamente en el pleistoceno del periodismo, sino en un presente vigoroso que puede ser esencial para la existencia futura de la profesi¨®n. Steiger es el impulsor, director y presidente de una de las propuestas period¨ªsticas m¨¢s atrevidas del siglo XXI: ProPublica, una plataforma dedicada al reportaje de investigaci¨®n, creada en 2008 y financiada estrictamente con donaciones. En 2009, ProPublica public¨® 139 reportajes, en su mayor¨ªa en colaboraci¨®n con grandes medios tradicionales. En sus escasos tres a?os de vida ha acumulado 28 premios de periodismo, entre ellos un Pulitzer, el m¨¢ximo galard¨®n para el periodismo de investigaci¨®n. Arranc¨® con 10 millones de d¨®lares procedentes de la Fundaci¨®n Sandler, pero en apenas tres a?os ha conseguido recaudar otros cuatro millones. Est¨¢ constituida como una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro y, por tanto, no responde a las exigencias de un consejo de accionistas que busca resultados econ¨®micos, sino a su propio manifiesto: "Producir informaci¨®n que denuncie la explotaci¨®n del d¨¦bil frente al fuerte y los fracasos de aquellos en el poder para reivindicar la confianza depositada en ellos. Seguimos la tradici¨®n del periodismo como servicio p¨²blico para estimular cambios positivos", reza su p¨¢gina web.
"Un lector quiz¨¢ no est¨¦ dispuesto a pagar por leer el peri¨®dico en su ordenador, pero s¨ª por leerlo en su tel¨¦fono o iPad"
"La informaci¨®n ya no es un monopolio en manos de unos pocos, sino un ecosistema en el que hay m¨¢s jugadores"
"No soy optimista respecto al futuro de todos los peri¨®dicos, pero s¨ª lo soy respecto al futuro del periodismo"
"Siempre le digo a mis reporteros que no se debe incitar a nadie a robar o pagar por documentos"
Con una redacci¨®n de apenas 33 reporteros, ProPublica no solo ha demostrado que su modelo econ¨®mico es viable, sino que el periodismo de investigaci¨®n, desterrado o reducido a la m¨ªnima expresi¨®n de muchas grandes cabeceras por sus altos costes, interesa a los lectores. Lo demuestra el impacto de reportajes como The deadly choices at memorial, en el que la periodista Sheri Fink denunciaba que durante el hurac¨¢n Katrina los m¨¦dicos de un hospital de Nueva Orleans hab¨ªan optado por matar silenciosamente a algunos de sus pacientes ante la imposibilidad de hacerse cargo de ellos tras la cat¨¢strofe. Fink citaba a todas sus fuentes por su nombre, algo cada vez menos frecuente en el periodismo actual. La investigaci¨®n, impecable, dur¨® casi dos a?os, se llev¨® un Premio Pulitzer el pasado mayo e hizo que se abriera una investigaci¨®n criminal por esas muertes. Adem¨¢s impuls¨® la redacci¨®n por parte del Instituto de Medicina de una serie de recomendaciones sobre c¨®mo gestionar situaciones de emergencia cuando no hay equipos m¨¦dicos para tratar a los pacientes.
En su corta existencia, ProPublica ha recibido adem¨¢s varios galardones por innovaciones relacionadas con la aplicaci¨®n de herramientas digitales al mundo de la investigaci¨®n period¨ªstica. "Sospech¨¢bamos que hab¨ªa potencial, pero desconoc¨ªamos el alcance de cara a manejar informaci¨®n y comunicarla", afirma Steiger. Y en una era en la que los becarios son tan ubicuos en las redacciones como el vac¨ªo de sus bolsillos, ProPublica tambi¨¦n marca la diferencia: nadie trabaja gratis. Es m¨¢s, sus becarios tienen un sueldo mensual de 2.800 d¨®lares al mes. "Si quieres calidad, hay que pagar por ella", defiende este periodista, considerado uno de los mejores reporteros financieros de las ¨²ltimas d¨¦cadas y bajo cuya batuta The Wall Street Journal consigui¨® 16 premios Pulitzer.
Sentado en un despacho con vistas privilegiadas de la ciudad, en el coraz¨®n del distrito financiero de Nueva York, Paul Steiger recib¨ªa esta semana a EL PA?S enfundado en una trasnochada chaqueta de pana y frente a un escritorio rebosante de papeles en la sede de ProPublica.
Pregunta. ?C¨®mo naci¨® ProPublica?
Respuesta. En 2006, una pareja de fil¨¢ntropos, Herbert y Marion Sandler, preocupados ante la disminuci¨®n del periodismo de investigaci¨®n en las redacciones tradicionales, me pidi¨® consejo porque quer¨ªa destinar 10 millones a mantenerlo vivo. Despu¨¦s de varias conversaciones decidimos crear ProPublica con el compromiso de que ellos financiar¨ªan los tres primeros a?os. Gracias a ese dinero demostramos la viabilidad del proyecto y llegaron m¨¢s donantes. El a?o pasado recaudamos un mill¨®n de d¨®lares al margen de la Fundaci¨®n Sandler. Este a?o han sido tres y el pr¨®ximo proyectamos conseguir cinco.
P. ?C¨®mo se garantiza la independencia?
R. A todos nuestros donantes se les advierte de que su dinero no influir¨¢ en la elecci¨®n de los temas, sobre los que no se les informa previamente. No tienen acceso a ninguno de nuestros periodistas.
P. ?Cree que el futuro del periodismo de investigaci¨®n est¨¢ en el mundo .org?
R. No todo, pero una parte s¨ª. La prensa tradicional a¨²n dedica recursos al periodismo de investigaci¨®n, aunque menos que antes. Pero tambi¨¦n hay otras empresas nuevas que nacen con esa vocaci¨®n en su ADN. No todo tiene que venir de organizaciones sin ¨¢nimo de lucro, pero creo que en parte tendremos que apoyarnos en la filantrop¨ªa.
P. ?Tienen alg¨²n plan para convencer a las nuevas generaciones de la necesidad de pagar por adelantado para financiar este tipo de periodismo cuando llevan al menos 10 a?os leyendo informaci¨®n online gratuitamente?
R. Creo que la gente joven es inteligente y puede ver que el periodismo de investigaci¨®n contribuye al ejercicio del Gobierno democr¨¢tico y ejerce un control sobre lo que hacen gobernantes y sociedad civil. Durante casi toda mi carrera fue una parte muy exitosa del modelo de negocio en el que se apoyaba esta industria, pero ahora que ese modelo est¨¢ en crisis hay que buscar alternativas. El periodismo de investigaci¨®n es caro, pero es importante y necesario. Tanto como la educaci¨®n o la cultura. Quien comparta esa idea donar¨¢ dinero.
P. ?Tienen un plan B en caso de que su mayor fil¨¢ntropo les retirara su apoyo?
R. Tendr¨ªamos que buscar el dinero en otra parte, y si no, cerrar. Pero conf¨ªo en que no ser¨ªa necesario porque el n¨²mero de fundaciones interesadas en financiarnos ha crecido much¨ªsimo desde que arrancamos hace tres a?os.
P. ?Cree que es un modelo exportable? En Estados Unidos hay mucha tradici¨®n filantr¨®pica, pero en Europa no. Emulando su modelo econ¨®mico naci¨® en Espa?a Periodismo Humano, pero conseguir donantes sigue siendo un reto.
R. Cuando empezamos no hab¨ªa ni fundaciones ni individuos interesados en dar dinero al periodismo de investigaci¨®n, pero tres a?os despu¨¦s eso ha cambiado radicalmente. Por eso mi consejo es intentarlo. Estoy seguro de que en Espa?a tambi¨¦n hay gente con mucho dinero a la que se puede convencer de utilizarlo en algo as¨ª.
P. ?C¨®mo se trabaja en ProPublica? ?Qui¨¦n decide qu¨¦ temas se van a investigar?
R. Siempre he defendido que las mejores ideas de reportajes vienen de los reporteros, no de sus jefes. Alguna vez a los jefes se nos ocurren ideas brillantes, pero no es lo habitual. Una vez que se pone en marcha una investigaci¨®n, el trabajo del reportero es supervisado por un redactor jefe, que tiene a su cargo entre cuatro y nueve periodistas. Cuando se trata de una investigaci¨®n que puede durar meses, entonces tambi¨¦n los principales responsables de la redacci¨®n nos implicamos.
P. Usted trabajaba en The Wall Street Journal cuando en 1996 se decidi¨® que se cobrar¨ªa por la edici¨®n online. Ese modelo se ha mantenido firme hasta ahora. The Guardian defiende la gratuidad absoluta. ?Cu¨¢l es el modelo acertado para sobrevivir ante la crisis que vive la prensa?
R. No soy optimista respecto al futuro de todos los peri¨®dicos, pero s¨ª lo soy respecto al futuro del periodismo. Creo que los dos modelos, de pago y gratuito, pueden convivir. Un lector quiz¨¢ no est¨¦ dispuesto a pagar por leer el peri¨®dico en su ordenador, pero s¨ª est¨¦ dispuesto a pagar por leerlo en su tel¨¦fono o en su iPad. Por eso los peri¨®dicos tienen que pensar en ellos como organizaciones de noticias en las que las diferentes plataformas se complementan. Antes la televisi¨®n te daba gratis informaciones que los peri¨®dicos solo te daban pagando. A cambio, ten¨ªas que tragarte los anuncios. Por eso creo que es importante separar el significado que tiene lo que est¨¢ ocurriendo en el periodismo para periodistas del que tiene para los consumidores de noticias. Los ¨²ltimos han ganado porque tienen acceso m¨¢s r¨¢pido a muchas m¨¢s cosas; por ejemplo, el tiempo, los goles de un partido de f¨²tbol, la Bolsa. Y es gratis. Antes solo la prensa te daba esa informaci¨®n. Ahora hay muchos otros canales. Y la prensa tradicional ha perdido dinero por ello, pero hay que aprender a utilizar toda esa informaci¨®n en beneficio del periodismo. Hay que ser creativos. Por eso algunos medios tradicionales sobrevivir¨¢n y otros no. Pese a todo, creo que hoy el periodismo es mucho mejor que hace dos d¨¦cadas. Basta con comparar las portadas de los peri¨®dicos de hoy con las de antes.
P. ?Por qu¨¦ ProPublica colabora con peri¨®dicos tradicionales para publicar sus mejores historias? ?Tener una web no basta para darles visibilidad?
R. Si nos guard¨¢ramos las mejores para nosotros, ganar¨ªamos audiencia m¨¢s r¨¢pido, pero no buscamos ser una web grande con muchos visitantes ¨²nicos muy deprisa, sino denunciar los abusos del poder y los fallos en la defensa del inter¨¦s p¨²blico de forma que la gente pueda actuar y se tomen medidas contra determinadas situaciones. El reportaje de Sheri Fink, tras publicarse en The New York Times, cre¨® el mayor tr¨¢fico jam¨¢s registrado hacia nuestra web, pero en la del diario se vio 10 veces m¨¢s. Hay temas que publicamos solo en la web, pero nuestro objetivo es que las historias alcancen el mayor impacto y la mayor audiencia posible. Y de momento la prensa tradicional sigue alcanzando a mucha gente.
P. En cierto modo eso es lo que ha hecho Wikileaks: le ha entregado documentos a varios diarios que han alcanzado audiencias mucho m¨¢s extensas de lo que habr¨ªan conseguido limit¨¢ndose a colgarlos en su web...
R. S¨ª, pero Wikileaks y ProPublica no son lo mismo, puesto que su misi¨®n es diferente. Wikileaks tiene un objetivo muy concreto: encontrar documentos y publicarlos. Eso es solo una parte de lo que hacen los periodistas. Nosotros estamos integrados verticalmente, encontramos informaci¨®n que otra gente no tiene, separamos la paja de lo realmente importante y construimos una narrativa alrededor de los datos, d¨¢ndoles forma, conectando informaciones. Nuestro objetivo no es solo conseguir documentos como en el caso de Wikileaks.
[Desde que comenzaron las filtraciones de los papeles del Departamento de Estado es dif¨ªcil abordar una conversaci¨®n con un periodista sin mencionar la palabra Wikileaks. Pero pese al fuerte inter¨¦s y desconcierto que ha creado en Espa?a y otras partes del mundo, no toda la profesi¨®n considera que el fundador de esa plataforma, Julian Assange, y su equipo est¨¦n haciendo algo revolucionario al destapar las intimidades de la pol¨ªtica exterior estadounidense, o la existencia de miles de v¨ªctimas civiles jam¨¢s reconocidas en las guerras de Irak y Afganist¨¢n. M¨¢s all¨¢ de las condenas hist¨¦ricas lanzadas por reporteros de la cadena de televisi¨®n Fox o por pol¨ªticos, que acusan a Assange de terrorista y piden su cabeza, o del propio Gobierno estadounidense, que estudia fren¨¦ticamente f¨®rmulas para poder sentarle en el banquillo, hay periodistas como el director de The New York Times, Bill Keller (que lleva publicando documentos de Wikileaks desde el verano), o el propio Steiger, que opinan que las noticias que desde hace dos semanas ocupan las portadas de este diario, de Le Monde, de Der Spiegel o The Guardian "son interesantes, importantes, significativas, pero creo que se est¨¢ exagerando su alcance. Son la passion du jour, pero no estoy seguro de su repercusi¨®n de aqu¨ª a un a?o. Lo ¨²nico que digo es que, hasta la fecha, no est¨¢n revelando nada que no se sospechara. La noci¨®n de que Wikileaks ha cambiado profundamente el periodismo o la propia diplomacia me parece exagerada. Creo que su impacto ser¨¢ menor de lo que muchos anticipan".]
P. ?Habr¨ªa ProPublica aceptado los documentos del Cablegate para investigar sobre ellos y publicar sus propias historias?
R. Habr¨ªa que evaluar las ventajas comparativas. Nosotros tratamos de no hacer lo que ya est¨¢n haciendo otros. Pero si me ofrecieran un menor n¨²mero de documentos sobre alg¨²n tema que ya estuvi¨¦ramos investigando, seguramente aceptar¨ªa. Lo que siempre le digo a mis reporteros es que no se debe incitar a nadie a robar o pagar por documentos o conseguirlos de forma ilegal.
P. Pero los Papeles del Pent¨¢gono se consiguieron de forma ilegal (Daniel Ellsberg se los dio a la prensa cuando eran clasificados). ?Usted no los hubiera publicado?
R. No he dicho eso. Siempre hay que hacer un balance entre la importancia del contenido y el servicio p¨²blico que se va a prestar sac¨¢ndolo a la luz. The New York Times public¨® los Papeles del Pent¨¢gono y ahora los del Departamento de Estado. Su trabajo ha sido impecable.
P. ?Qu¨¦ opina entonces de los ataques contra Julian Assange?
R. Cuando trabajaba en The Wall Street Journal tambi¨¦n hubo gente que pidi¨® que se abrieran investigaciones contra m¨ª. Pero lo cierto es que ahora la situaci¨®n es m¨¢s seria. Me preocupa que el Departamento de Justicia est¨¦ rebuscando vericuetos entre las leyes para aplic¨¢rselas a los periodistas cuando no fueron leyes concebidas para ello. Y me preocupa que el senador Lieberman, de quien soy amigo personal (fue su redactor jefe en el diario universitario en el que ambos trabajaban en Yale), sugiera que hay que abrir una investigaci¨®n contra The New York Times por publicar los cables. Respecto a Assange, de momento lo ¨²nico concreto que hay contra ¨¦l es una acusaci¨®n por violaci¨®n en Suecia. Si se llega a demostrar que es falsa y que hubo presiones de Estados Unidos u otro pa¨ªs, entonces cambiar¨ªa todo. Pero de momento no hay pruebas de ello.
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