La tecnolog¨ªa no pone en libertad a nadie
Una conversaci¨®n por v¨ªdeo con la opositora birmana Aung San Suu Kyi revela su personalidad indomable y su dif¨ªcil posici¨®n. ?Podr¨¢ establecer v¨ªnculos con las minor¨ªas ¨¦tnicas, como hizo su padre en 1947?
No existe nada comparable a estar all¨ª. A falta de eso, lo mejor es un enlace de v¨ªdeo. De pronto, aqu¨ª tenemos a Aung San Suu Kyi, en una pantalla delante de nosotros, en directo desde el 54 de University Avenue en Rang¨²n. Est¨¢ sentada con la espalda muy tiesa, tranquila, elegante con su blusa blanca, y vagamente divertida, tras m¨¢s de siete a?os de aislamiento, por las nuevas y poco familiares tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n a larga distancia. "Estoy muy contenta de poder comunicarme con ustedes", dice, "es un gran progreso para m¨ª", y el enlace de v¨ªdeo se cae.
Poco despu¨¦s vuelve a entrar en contacto con el auditorio de la London School of Economics, lleno de estudiantes y especialistas, mediante una terrible conexi¨®n de tel¨¦fono. A ratos no puede descifrar lo que le preguntamos y a ratos nosotros no podemos descifrar lo que responde ella, con su voz distorsionada que nos atruena desde un altavoz. Despu¨¦s de que un alumno intente hacerle varias veces una pregunta ligeramente complicada, Suu Kyi dice: "D¨ªgame una palabra clave". "?Compa?¨ªas multinacionales!", gritamos. "?Inversiones en Birmania!". Se r¨ªe, nos re¨ªmos, por el tono casi c¨®mico de estas conversaciones a larga distancia. "Tenemos a?os de pr¨¢ctica de hablar sin obtener respuesta", dice en un momento dado, pensando que se ha cortado la conexi¨®n. Pr¨¢ctica de hablar con los generales que est¨¢n llevando su pa¨ªs a la ruina, claro.
En la versi¨®n birmana del 'apartheid', los militares hacen el papel de los blancos
Las tecnolog¨ªas no ponen a nadie en libertad. A las personas las liberan otras personas
No creo que ninguno de esos estudiantes olviden jam¨¢s el d¨ªa que pudieron hacerle una pregunta directamente a Aung San Suu Kyi. A pesar de las dificultades t¨¦cnicas, su personalidad y su mensaje traspasan las barreras. El mensaje es decidido, pero tambi¨¦n conciliador. Subraya en varias ocasiones que conf¨ªa en trabajar con las autoridades militares, no en contra de ellas. Por lo que podemos descifrar de su respuesta, parece acoger con precauci¨®n la idea de una comisi¨®n internacional que investigue la situaci¨®n de Birmania, y hace hincapi¨¦ en que no debe considerarse en absoluto "un proceso a los generales".
Tras siete a?os y medio de arresto domiciliario, en los que obten¨ªa noticias de su propio pa¨ªs solo a base de escuchar constantemente programas de radio internacionales, es evidente que Aung San Suu Kyi quiere darse un tiempo para aclararse las ideas. ?Podr¨¢ revivir su debilitada Liga Nacional para la Democracia? ?Podr¨¢ reagrupar a los que se apartaron o formaron un nuevo partido con la esperanza (vana) de obtener un n¨²mero significativo de esca?os en las ¨²ltimas elecciones? ?Qu¨¦ pasa con los monjes budistas que transmitieron tanta energ¨ªa y disciplina al movimiento pac¨ªfico de protesta en 2007? Y otra cosa importante: ?podr¨¢ establecer v¨ªnculos con los representantes de las minor¨ªas ¨¦tnicas que constituyen aproximadamente un tercio de la poblaci¨®n del pa¨ªs? Es lo que hizo su padre, Aung San, en 1947, en la conferencia de Panglong que ayud¨® a preparar el terreno para la independencia de Birmania. Hoy, ella dice que conf¨ªa en que haya "un segundo Panglong".
Al pedirle que diga cu¨¢les son sus fuentes de inspiraci¨®n, responde: "En primer lugar, mis padres". Luego menciona al arzobispo Desmond Tutu. Despu¨¦s, cuando la conversaci¨®n vuelve sobre la idea de una comisi¨®n de la verdad y la reconciliaci¨®n, como la que presidi¨® Tutu en Sud¨¢frica, explica que las cosas son m¨¢s complicadas en Birmania. "Ojal¨¢ fu¨¦ramos todos negros", piensa a veces, porque entonces los birmanos y las minor¨ªas ¨¦tnicas reconocer¨ªan que forman, todos ellos, una mayor¨ªa oprimida. Como indica el especialista en Birmania Maung Zarni, en la versi¨®n birmana del apartheid, los militares hacen el papel de los blancos.
Es una conversaci¨®n estimulante, que supera todos los obst¨¢culos. Todo me empuja de forma instintiva a enmarcarla en un relato de liberaci¨®n, gradual, a menudo frustrada, pero al final triunfante. "Porque la batalla de la libertad, una vez comenzada... aunque a menudo frustrada, siempre se gana": estas grandes palabras del poeta ingl¨¦s del siglo XIX Byron aparecieron clavadas en una cruz de madera ante los astilleros Lenin de Gdansk, durante el nacimiento del movimiento polaco Solidaridad hace 30 a?os. Hoy, la batalla de la libertad se libra y se frustra con las armas de Internet, el sat¨¦lite y el tel¨¦fono m¨®vil. Algunos las llaman "tecnolog¨ªas de la liberaci¨®n".
Desmond Tutu ha hecho una reflexi¨®n optimista sobre la "maravillosa" conversaci¨®n telef¨®nica que tuvo ¨¦l mismo con Suu Kyi ("parec¨ªa constantemente a punto de estallar en carcajadas") a principios de este mes: "Cuando pienso en la situaci¨®n que hab¨ªa en Sud¨¢frica, recuerdo muchos momentos en los que parec¨ªa que nunca ¨ªbamos a ver la libertad en nuestro pa¨ªs, cuando nuestros opresores parec¨ªan invencibles. Pero, como digo siempre, este es un universo moral y la injusticia y la opresi¨®n acaban derrotados al final".
Sin embargo, un an¨¢lisis fr¨ªo muestra una combinaci¨®n de fuerzas menos favorable en torno a Birmania que en Sud¨¢frica, o en Polonia, o en Filipinas, o en Chile, o en todos los otros casos en los que la libertad ha resultado triunfadora en los ¨²ltimos 30 a?os. No solo por la debilidad y las divisiones del movimiento de oposici¨®n, despu¨¦s de decenios de opresi¨®n brutal y la estrategia del r¨¦gimen de "divide y vencer¨¢s". Eso puede cambiar, con tiempo, una dura labor sobre el terreno y unos l¨ªderes inspirados.
Es, sobre todo, un problema del contexto exterior. Algunos lectores recordar¨¢n que hace un mes me preguntaba en esta columna si la mayor democracia del mundo, India, podr¨ªa ser m¨¢s fiel a sus valores en relaci¨®n con su peque?o y vapuleado vecino oriental. El presidente Barack Obama, nada menos, plante¨® una pregunta similar durante su visita oficial a dicho pa¨ªs. Me da la impresi¨®n de que, hasta el momento, la respuesta ha sido un rotundo silencio. India no est¨¢ preparada para discutir la cuesti¨®n con las otras grandes democracias mundiales, ni mucho menos para cambiar su forma de actuar. Mientras los vecinos asi¨¢ticos de Birmania, incluidas Tailandia y, por supuesto, China, sigan comport¨¢ndose de esta forma, poniendo sus intereses comerciales y estrat¨¦gicos por encima de las vidas de los sufridos habitantes del pa¨ªs -y por delante de lo que les interesa a largo plazo, que es tener un vecino pr¨®spero y estable-, los generales estar¨¢n encantados.
Birmania no es el ¨²nico caso en el que el entorno exterior es desfavorable. Este es el mundo posoccidental. Si las cosas siguen as¨ª, Internet, los sat¨¦lites y los m¨®viles nos permitir¨¢n asomarnos a la jaula, pero no abrir la puerta. Podremos ver con m¨¢s claridad a los amigos de la libertad asediados, pero no podremos ayudarles mejor. Cuando el ganador del Premio Nobel de la Paz de este a?o, Liu Xiaobo, salga libre, quiz¨¢ tengamos la oportunidad de hablar tambi¨¦n con ¨¦l por un enlace de v¨ªdeo, aunque, por ahora, est¨¢ bloqueado incluso el tel¨¦fono de su mujer. Podemos observar al multimillonario ruso Mija¨ªl Jodorkovski, injustamente encarcelado, tras las rejas, pero ¨¦l sigue encerrado.
Tenemos ante nosotros una versi¨®n pol¨ªtica del dram¨¢tico espect¨¢culo de los mineros chilenos. Los vimos gracias a una c¨¢mara de v¨ªdeo cuando todav¨ªa estaban atrapados bajo tierra, pero si sus propios esfuerzos y la perforaci¨®n de la roca no hubieran dado fruto, ese v¨ªdeo solo habr¨ªa servido para verlos morir.
Esta no es una opini¨®n dictada por la desesperaci¨®n, sino por el realismo. En Birmania, como en todas partes, las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n, por s¨ª solas, no ponen a nadie en libertad. A las personas las liberan otras personas.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Facts are Subversive: Political Writing from a Decade Without a Name. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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