Mar¨ªa Jes¨²s San Segundo, excelente investigadora
"Burgos en lucha por su Universidad". Esto rezaba, en torno a 1980, la pegatina m¨¢s sobresaliente en la carpeta de apuntes de Maria Jes¨²s San Segundo, una de las mejores alumnas que han pasado por la facultad de Econ¨®micas de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, y que poco m¨¢s tarde se convirti¨® en la primera doctora espa?ola en econom¨ªa por la Universidad de Princeton. Ra¨ªces y universalidad. Fidelidad y ambici¨®n. Voluntad y emoci¨®n contenida.
Con ocasi¨®n de su fallecimiento se ha destacado su pasi¨®n por la educaci¨®n, a la que sin duda rindi¨® un enorme servicio, a costa de grandes sacrificos personales, durante su etapa como ministra. Pero tambi¨¦n fue ministra de investigaci¨®n, a la vez que excelente investigadora, y este aspecto, hasta ahora poco comentado, es al que quisiera referirme.
Era una economista aplicada, por gusto y vocaci¨®n. Bastaba ver el mimo con que trataba a los datos para entender que todo su bagaje te¨®rico, que era mucho, quedar¨ªa al servicio del an¨¢lisis de las realidades que subyac¨ªan a aquellas cifras, a las que hablaba y hac¨ªa hablar, en pos de soluciones a las grandes cuestiones que le preocupaban. Como investigadora, dedic¨® su mayor esfuerzo al estudio de la econom¨ªa de la educaci¨®n. Esta elecci¨®n tem¨¢tica no era casual, sino reflejo de una genuina voluntad de mejorar la sociedad, de hacerla m¨¢s justa, y de favorecer a los m¨¢s d¨¦biles. Por esto quiero evocar su mirada emocionada y de orgullo cuando visitaba como ministra las modestas escuelas de los circos, unas de las pocas que quedan a¨²n en manos del Ministerio de Educaci¨®n, y la intensidad con que, ya embajadora de Espa?a ante la Unesco, se felicitaba por el creciente apoyo de Espa?a a los pa¨ªses pobres.
Este inter¨¦s profundo por su objeto de estudio nunca fue en detrimento de su rigor como cient¨ªfica. Incluso como ministra, le resultaba dif¨ªcil dejar que otros le ayudaran a preparar sus discursos, y se adentraba sola en el bosque de sus datos, cuyos senderos conoc¨ªa como nadie. Y, ya como embajadora, dedicaba su poco tiempo libre a seguir adelante con sus estudios de evaluaci¨®n, junto a sus apreciadas amigas y colaboradoras Violeta Demonte y Ana Crespo.
Impulso a la ciencia
Su rigor como cient¨ªfica le llevaba a apreciar el valor de la excelencia, la necesidad de promoverla y exigirla. Ya en su primera etapa pol¨ªtica, como asesora, fue el alma del primer programa de Doctorados de Calidad, destinado a identificar e incentivar la excelencia en el nivel m¨¢s alto de la ense?anza universitaria. Y en su breve mandato como ministra, tuvo ocasi¨®n de demostrar c¨®mo, con ideas claras, se puede sacar rendimiento a los esfuerzos que un Gobierno, y una sociedad, quieran hacer por la modernizaci¨®n de nuestro sistema de ciencia e innovaci¨®n. No solo se incrementaron muy sustancialmente los recursos dedicados a investigaci¨®n, sino que se emplearon en programas que persisten y han dado frutos. Con ella al frente del Ministerio se impulsaron parques cient¨ªficos y grandes instalaciones cient¨ªficas emblem¨¢ticas: entre otras, se puso en marcha el Centro Nacional de Supercomputaci¨®n (BSC) , y se pusieron los cimientos del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre la Evoluci¨®n Humana, en su querido Burgos, cerca de los yacimientos de Atapuerca.
Con ella entr¨® Espa?a en el Observatorio Europeo del Sur (ESO), como copropietaria de los observatorios australes, algo largamente esperado por nuestra comunidad cient¨ªfica. Con ella se trajo a Barcelona la Oficina T¨¦cnica de ITER, que nos permite mantener una fuerte presencia dentro de este proyecto cooperativo mundial para el estudio de la fusi¨®n, fuente de esperanza para nuestro futuro energ¨¦tico. Con ella se implantaron incentivos a la mejora de calidad del profesorado joven, a trav¨¦s del programa I3, y se impulsaron grandes proyectos de excelencia con la puesta en marcha del programa Consolider.
Su marcha dej¨® pendientes tres grandes proyectos que ten¨ªa en cartera para nuestra ciencia: la creaci¨®n de una agencia de financiaci¨®n, la implantaci¨®n de un proceso de evaluaci¨®n e incentivaci¨®n de centros y departamentos, al estilo del Research Assessment Exercise brit¨¢nico, y la modificaci¨®n radical del sistema de becas universitarias. Todos responden al trabajo de una ministra que amaba a la ciencia y confiaba en los cient¨ªficos.
Desde luego, Mar¨ªa Jes¨²s era mucho m¨¢s, y algunos tuvimos el privilegio de tratarla desde otros ¨¢ngulos. Compartimos visitas memorables a diversas exposiciones. La primera, la antol¨®gica de Picasso en el MoMA de Nueva York, cuando ella era estudiante en Princeton. La ¨²ltima, de Rouault en el Grand Palais de Par¨ªs, ya embajadora.
Aunque amante de todas las artes, aparte de fan¨¢tica del baloncesto, me quedo con su recuerdo como cin¨¦fila. Su modesto apartamento madrile?o era un homenaje al cine cl¨¢sico, con im¨¢genes de las grandes cintas y los grandes mitos en todos los rincones. Y con su gesto de satisfacci¨®n al llegar al estreno de El aviador, en un cine de Madrid, para ver a Di Caprio y a Scorsese. ?L¨¢stima que los guionistas no supieran sacarle todo el brillo a esta gran estrella!
Salvador Barber¨¤ es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Fue secretario general de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica con Mar¨ªa Jes¨²s San Segundo como ministra de Educaci¨®n y Ciencia.
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