La gozosa madurez de los cuarenta
Vestidos de negro, con las corbatas a juego, elegantes cual pinceles. De esta guisa se personan los seis integrantes de M-Clan en la primera de sus dos noches en la Joy Eslava, llena a reventar por un p¨²blico que ha tenido tiempo de interiorizar el repertorio de su s¨¦ptimo y muy reciente ¨¢lbum de estudio, Para no ver el final. Un disco con el que el cantante Carlos Tarque y el guitarrista Ricardo Ruip¨¦rez sacan pecho: hasta ocho temas ofrecer¨¢n a lo largo de la noche, aunque no todos figuren entre los m¨¢s contagiosos de su cat¨¢logo.
El d¨²o superviviente proviene de la f¨¦rtil huerta murciana, pero alguna inexplorada conexi¨®n familiar debe deslizarse con rumbo a Memphis en su ¨¢rbol geneal¨®gico. Porque cantan en perfecto castellano, pero destilan aromas de soul y blues. Sobre todo gracias a esa voz rasposa, volc¨¢nica y abrasiva de Tarque, estupenda para liderar un escenario incluso en noches como la de ayer, en la que se la dejaron algo apagada en la mezcla final.
La dedicatoria "al hermano" Pascual Saura, bajista original de la banda (fallecido el viernes pasado), era obligatoria. Pero aunque la formaci¨®n original se haya desvanecido, Tarque y Ruip¨¦rez se han rodeado de unos m¨²sicos tan j¨®venes como hirsutos, con un profuso vello facial que es met¨¢fora de compromiso. "Eh, Carlos", parecen recordarle al vocalista, "nosotros tambi¨¦n hemos escuchado unas cuantas toneladas de rock sure?o".
Superados los nervios iniciales, Tarque se ense?orea del escenario a partir de la incendiaria Las calles est¨¢n ardiendo, y desde entonces ejerce de gran jefe. Espigado y elocuente, c¨®modo dentro de su pellejo y rockero de una pieza, saca a relucir esa gozosa madurez que le han otorgado los cuarenta y tantos. Ni siquiera se molesta en recuperar su gran ¨¦xito masivo, Carolina, y se deja en la rec¨¢mara cl¨¢sicos como Antih¨¦roe. Esta noche es tiempo de rock y soul de la vieja escuela.
La incorporaci¨®n de tres estupendos metales, provenientes de No Reply, hace el resto. Actitud, buenas canciones, sonidos a?ejos y los solos del guitarrista Prisco L¨®pez. Una intachable manera de reivindicarse.
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