COETZEE
1 Verano
J. M. Coetzee
Traducci¨®n de Jordi Fibla
Mondadori. Barcelona, 2010
272 p¨¢ginas. 18,90 euros. Edici¨®n en catal¨¢n: Temps d'estiu. Traducci¨®n de Dolors Udina. Edicions 62. Barcelona, 2010. 248 p¨¢ginas. 19,90 euros
Desde el comienzo de su carrera, al novelista sudafricano J. M. Coetzee le ha interesado jugar con la forma y la voz. A veces, como en la versi¨®n que hace de Robinson Crusoe en Foe, o en su oscura exploraci¨®n de la vida de Dostoievski en El maestro de Petersburgo, ha jugado con la historia literaria, la forma literaria. En otras novelas, como la magistral evocaci¨®n de la crueldad y la represi¨®n que es Esperando a los b¨¢rbaros o su surrealista remembranza de Sud¨¢frica en Vida y ¨¦poca de Michael K., su tono es sombr¨ªo, impredecible, y los libros est¨¢n llenos de vidas intensamente imaginadas y absolutamente memorables. En otras novelas, como Desgracia, el tono es m¨¢s controlado, mientras que, en La edad de hierro, con su dominio de la voz en primera persona -la de una anciana sudafricana blanca pr¨®xima a la muerte-, su imaginaci¨®n muestra la incre¨ªble empat¨ªa que hace que sea uno de los m¨¢s grandes novelistas en activo en el mundo.
Es capaz de anotar sus sentimientos y sus motivos, y las cosas que sucedieron, con un inter¨¦s feroz y estricto en atenerse a la verdad
Hay algo de implacable y despiadado en sus recursos de novelista que es lo que da a sus obras su fuerza, sobre todo cuando, al mismo tiempo, consigue mostrar compasi¨®n por los mortales cuyas vidas dramatiza. En Infancia, escenas de una vida de provincias y Juventud, logr¨® adaptar este tono implacable a su propia vida. No ofrece an¨¦cdotas coloristas ni hace ning¨²n esfuerzo para justificar sus propios motivos pasados como dignos o buenos. En ocasiones se desprende una frialdad clarividente ante su propio pasado que tambi¨¦n aplica a otros, incluidos aquellos con quienes tuvo una relaci¨®n estrecha.
Decir que es un autor de memorias profundamente preocupado por la verdad es decir poco. No busca nuestra aprobaci¨®n, ni desea el perd¨®n de nadie; no le interesa resultar simp¨¢tico. Por el contrario, es capaz de anotar sus sentimientos y sus motivos, y las cosas que sucedieron, con un inter¨¦s feroz y estricto en atenerse a la verdad.
En Verano recupera una actitud juguetona. Imagina que est¨¢ muerto y que un bi¨®grafo est¨¢ tratando de reconstruir c¨®mo era su vida en la ¨¦poca en la que escribi¨® sus dos primeros libros, Tierras de Poniente y En medio de ninguna parte, entre 1971 y 1977. El bi¨®grafo tiene que trabajar con s¨®lo unos fragmentos de memorias; algunos quiz¨¢ no son fiables. De modo que parte en busca de personas que conocieron a Coetzee en aquellos a?os y las entrevista. La mayor parte de la novela consiste en las transcripciones de dichas entrevistas.
En gran parte de su ficci¨®n, Coetzee es discreto. Aunque las novelas nacen del inter¨¦s por la muerte y la oscuridad, la crueldad y la frialdad, el dolor y el conflicto, no son, en su mayor¨ªa, una exploraci¨®n de un ¨²nico punto de vista. Esta sensaci¨®n de distancia es lo que les otorga su car¨¢cter magistral; tambi¨¦n es lo que las hace extra?amente espeluznantes. Pero resulta que Coetzee tambi¨¦n es un genio imaginando las vidas de otros; es capaz de presentar al lector esas vidas con un cuidado y un sentido del detalle que, en su capacidad de comprensi¨®n, resultan amables, casi generosos, casi afectuosos.
En Verano no s¨®lo logra captar su vida -y, desde luego, se asigna a s¨ª mismo muchas cualidades que no son nada admirables- sino que, utilizando con talento y delicadeza sus voces, evoca a cuatro mujeres que estuvieron presentes en su mundo durante aquellos a?os. Les da vida con la misma fuerza con la que se la da a su viejo yo.
Sin embargo, como novelista, deja un margen juguet¨®n al lector; algunos de los "hechos" que presenta pueden no ser verdad; algunos de los personajes "entrevistados" pueden no haber vivido jam¨¢s. Pero ¨¦l est¨¢ trabajando con una verdad superior a la de los meros datos, una verdad que nos llega de dos formas.
La primera es la figura del propio Coetzee, que es tan fr¨ªo y sexualmente torpe como el protagonista de Juventud, y tan callado y ensimismado como el chico de Infancia. Sus deseos, su afecto, tienen una presencia extraordinaria en el libro; su personaje es una figura melanc¨®lica -desesperado por falta de amor, lleno de culpa, inc¨®modo con su familia, con las mujeres y con el propio mundo- que el libro transmite en un tono implacable y con un detalle despiadado.
Y las mujeres son completamente cruciales. Son una mujer casada con la que tuvo una relaci¨®n; una prima muy querida; una bailarina brasile?a de la que se enamor¨®, y una colega francesa. Cada una de ellas posee una voz y una personalidad que s¨®lo un novelista magistral pod¨ªa crear. En torno a ellas, como si ocupara el espacio entre las palabras, est¨¢ el padre del personaje, derrotado y desilusionado, y magn¨ªficamente delineado en este ingenioso relato. Y est¨¢ adem¨¢s la sensaci¨®n de una Sud¨¢frica manchada por el pecado, maldita y, sin embargo totalmente inolvidable, en esta novela que se niega a hacer nada que no sea contar la verdad con todos sus detalles m¨¢s peque?os y aburridos, y consigue, a pesar de ello, o tal vez por ello, elevarse por encima de la verdad y convertirse en un libro callado y esculpido de forma majestuosa.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, Sud¨¢frica, 1940) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2003. Colm T¨®ib¨ªn (Enniscorthy, Wexford, 1955) es cr¨ªtico de Book Review Magazine, ha publicado la novela Brooklyn (Lumen. Barcelona, 2010. 315 p¨¢ginas. 18,90 euros) y el libro de relatos The Empty Family (Virgin Press. Londres, 2010. 242 p¨¢ginas). www.colmtoibin.com.
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