Presente de indicativo
Toda nuestra vida est¨¢ siempre en un presente de indicativo mosqueado. Pasado el disgusto anual de la loter¨ªa, constatamos que nuestro pret¨¦rito no es perfecto, ni mucho menos. Nuestro ayer fue casi siempre indefinido y potencial, trufado con algunas juergas asilvestradas. Ahora estamos entrando ya en el futuro, que, aunque no sabemos nada, todo indica que, siguiendo la costumbre, ser¨¢ imperfecto. La experiencia y la historia nos demuestran con todo cinismo que la vida de la humanidad es un verbo eternamente imperfecto, esquivo y mam¨®n.
Ya est¨¢ bien, se?ores, queremos y nos merecemos un futuro pluscuamperfecto. Si no, ya me contar¨¢n qu¨¦ co?o pintamos la mayor¨ªa de los mortales en este mundo. Resumiendo, qu¨¦ co?o pintamos en Madrid la mayor¨ªa de los vecinos. Se puede tener alguna esperanza, pero no siempre la misma Esperanza, que nos puede convertir en monotem¨¢ticos. Se puede existir con cierta gallard¨ªa, pero no siempre con el mismo Gallard¨®n, que nos puede mutar en bravucones. Es una aberraci¨®n quedarse anclado en un presente de indicativo con aires de eterno.
Los dioses nos han condenado a los madrile?os a vivir siempre en perpetuo estado de mosqueo. Por eso, la noche de fin a?o, un grupo de amigos pesimistas, incr¨¦dulos y socarrones se concentrar¨¢n un rato en torno a la estatua del ?ngel Ca¨ªdo del Retiro para leer este manifiesto: "Se?or don Belceb¨², los abajo firmantes nos dirigimos a usted humildemente para que tome las riendas de Madrid una temporada. Usted, don Lucifer tiene todas las condiciones para cambiar las cosas. Los abajo firmantes estamos aburridos con lo que pasa ya no sabemos qu¨¦ hacer para dar alg¨²n aliciente a la existencia. Confiamos en usted, don Mefist¨®feles, para todas estas cosillas. Si lo consigue, puede que cambie el rumbo de la historia y de la convivencia. Vaya usted con Dios".
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