El valor cultural de los balates
Grupos y especialistas defienden los muros que preservan los cultivos en Almer¨ªa
Los muros de mamposter¨ªa de piedra seca son parte del paisaje almeriense y su utilizaci¨®n ha sido fundamental para el desarrollo y supervivencia agr¨ªcola en tierras ¨¢ridas, pedregosas y con pendientes; de clima seco y precipitaciones irregulares y torrenciales. La provincia, una de las m¨¢s monta?osas del pa¨ªs, exhibe m¨¢s que ninguna otra estos muros -los balates- que descansan en sus distintos niveles sobre las laderas y las peinan, como las olas al mar.
Se calcula que, desplegados en hilera, tan solo los balates de N¨ªjar formar¨ªan una muralla que llegar¨ªa hasta Girona (900 kil¨®metros). En total, existen unos 4.000 kil¨®metros de este tipo de construcciones rurales, que han sido utilizadas desde el Neol¨ªtico por todas las civilizaciones y que en Almer¨ªa se resisten a desaparecer. Por varios motivos.
Un ge¨®logo prev¨¦ inundaciones si desaparecen las murallas de piedra
Hay talleres de estudio y rehabilitaci¨®n de las construcciones
Los balates suponen un importante freno de la din¨¢mica erosiva. Las cabeceras de las cuencas ¨¢ridas y cortas de la provincia se convirtieron en escalones que imped¨ªan el paso de un sedimento a la red hidrogr¨¢fica. Es una manera natural de regulaci¨®n forestal como sucede, por ejemplo, en las presas para evitar que se colme de sedimentos.
En la medida en la que avanza su erosi¨®n "habr¨¢ un cambio en la din¨¢mica sedimentaria" y habr¨¢ cuencas que funcionar¨¢n como lo hubieran hecho naturalmente de no existir una labor de correcci¨®n cultural, como los balates. As¨ª, estudiosos como el ge¨®logo Rodolfo Caparr¨®s, prev¨¦n que la cota de los cauces subir¨¢ al entrar los sedimentos en la red y podr¨ªa provocar inundaciones en cortijos. El bucle de destrucci¨®n que comenzar¨ªa a formarse con la desaparici¨®n de los balates, sobre todo, en determinadas cuencas, ha sido tambi¨¦n advertido por colectivos conservacionistas. El Grupo Ecologista Mediterr¨¢neo (GEM) ha solicitado a la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y a la Diputaci¨®n Provincial de Almer¨ªa su intervenci¨®n.
Apuestan por que se reconozca lo que supone esta t¨¦cnica y su "demostrada utilidad" para preservar y retener el suelo y reclaman un plan global de intervenci¨®n donde se vincule el mantenimiento de los balates a factores como el fomento de la agricultura tradicional y del turismo rural, la lucha contra la desertificaci¨®n, creaci¨®n de empleo, mantenimiento de ecosistemas y de la biodiversidad, entre otros.
Las zonas que, presumiblemente, se ver¨¢n m¨¢s afectadas son el litoral de G¨¢dor, la sierra de Cabo de Gata, Sierra Cabrera y Sierra Almagrera, se?ala Rodolfo Caparr¨®s, al estar asociadas a los secanos, a las zonas m¨¢s ¨¢ridas y pedregosas. Los balates no serv¨ªan solo para fijar el terreno. Los agricultores quitaban el excedente de piedra para poder cultivar y lo empleaban en la construcci¨®n de la mamposter¨ªa.
La edificaci¨®n de balates tambi¨¦n se mantiene viva. El aspecto cultural es otro de los motivos por los que se defiende la preservaci¨®n de estas construcciones rurales. Existen talleres de estudio y rehabilitaci¨®n de balates que redundan en potenciar la identidad almeriense. "Si no reivindicamos una continuidad de nuestra tradici¨®n y cultura territorial, estaremos expuestos a todo tipo de excesos y abocados al desequilibrio y a la p¨¦rdida de competitividad y eficacia", augura el ge¨®logo almeriense, que en 2011 trabajar¨¢ en una gu¨ªa de lectura del paisaje de Almer¨ªa que editar¨¢ el Instituto de Estudios Almerienses.
El reconocimiento a la labor realizada por la poblaci¨®n rural a lo largo de los siglos tambi¨¦n se tiene en cuenta desde el GEM. Recomiendan que muchas soluciones a los problemas medioambientales actuales "se inspiren en las pr¨¢cticas y el profundo conocimiento de la naturaleza que siempre ha tenido la gente del campo", caso de los balates, de importancia simb¨®lica, paisaj¨ªstica y territorial.
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