Los guatemaltecos dudan de la eficacia del estado de sitio
Diez d¨ªas despu¨¦s de la medida, los resultados contra el 'narco' son escasos
Diez d¨ªas despu¨¦s de haberse implantado el estado de sitio en la provincia de Alta Verapaz , en el norte de Guatemala, los resultados de la medida siguen sin convencer a los guatemaltecos. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n considera que los frutos anunciados por el Gobierno son muy pobres y que pudieron alcanzarse sin necesidad de recurrir a una medida extrema que limita garant¨ªas ciudadanas y que recuerda los abusos que se cometieron durante la guerra civil (1960-1996).
De acuerdo con la informaci¨®n oficial, durante los tres primeros d¨ªas del estado de sitio, las fuerzas de seguridad se incautaron de 220 fusiles de asalto del tipo AK-47 y M-16, y abundante munici¨®n para los mismos. Son armas cuyo poder sobrepasa con creces la capacidad de fuego de la polic¨ªa y que la ley limita al uso exclusivo del Ej¨¦rcito. Otros logros anunciados fueron el embargo de dos avionetas en cuyo interior se encontraron cerca de 500.000 quetzales (unos 44.000 euros) en efectivo, as¨ª como una decena de capturas de presuntos narcotraficantes, aunque en ninguna de ellas haya ca¨ªdo alg¨²n pez gordo.
Adem¨¢s, muchos creen que la medida se tom¨® con cierta precipitaci¨®n y que se obviaron requisitos legales, como traducir el decreto a la lengua quekch¨ª, ¨²nico idioma que habla un 75% de la poblaci¨®n afectada, seg¨²n denunci¨® la l¨ªder ind¨ªgena Rosal¨ªa Tuyuc.
En cualquier caso, la implantaci¨®n del estado de sitio ha evidenciado, una vez m¨¢s, la divisi¨®n profunda que persiste en la sociedad guatemalteca, 14 a?os despu¨¦s de la firma de la paz, cuyo aniversario se cumple precisamente hoy. A trav¨¦s de programas radiof¨®nicos con micr¨®fonos abiertos a la poblaci¨®n, muchas personas reclaman una pol¨ªtica de mano dura y que los estados de excepci¨®n se extiendan a otras provincias. El clamor se explica por la inseguridad extrema que prima en Guatemala. Seg¨²n cifras del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM, organizaci¨®n humanitaria independiente), hasta el 30 de noviembre el n¨²mero de muertes violentas de 2010 superaba ya las 6.000 v¨ªctimas.
La extrema debilidad del Estado queda demostrada por el hecho de que solo un 3% de estos cr¨ªmenes llega a los tribunales.
Pero es obvio que el Estado no tiene capacidad operativa para ampliar el estado de sitio a otras provincias. La activista humanitaria Norma Cruz se?ala que, al trasladar a los agentes de la Polic¨ªa Nacional Civil hasta la zona de operaciones para realizar los operativos en Alta Verapaz, se desprotegi¨® a grandes sectores de la poblaci¨®n.
En declaraciones a la prensa local, despu¨¦s de la misa del domingo, el nuevo arzobispo primado de Guatemala, ?scar Vian, calific¨® el establecimiento del estado de sitio como coyuntural. "Es algo temporal y deben evaluarse sus resultados antes de pensar en extenderlo a otras regiones", dijo el prelado. Advirti¨®, adem¨¢s, sobre posibles alcances no previstos si se pretende imponer el estado de excepci¨®n en provincias como Pet¨¦n, la m¨¢s extensa y secularmente desprotegida del pa¨ªs. "Ah¨ª hay muchos narcotraficantes que se han adue?ado de grandes extensiones donde ya nadie puede entrar. Implantar un estado de sitio podr¨ªa desencadenar una nueva guerra en el pa¨ªs", exclam¨®.
En el mismo sentido se pronunci¨® Edgar Guti¨¦rrez, ex ministro de Exteriores del Gobierno de Alfonso Portillo (2000-2004) que califica el establecimiento del estado de sitio como un acto de guerra en contra de Los Zetas. "El uso de tropas y la suspensi¨®n de garant¨ªas para desbandar al cartel mexicano de Los Zetas en Alta Verapaz es un acto de guerra. Es un acto leg¨ªtimo de fuerza ante una amenaza armada transnacional de car¨¢cter criminal que desaf¨ªa a la autoridad estatal y aterroriza a la poblaci¨®n", afirma Guti¨¦rrez en su columna habitual del matutino El Peri¨®dico del jueves 23.
A?ade que, por ahora, Los Zetas podr¨¢n no estar interesados en entrar en combate contra el Ej¨¦rcito guatemalteco, pero advierte que la experiencia de M¨¦xico no da pie a un gran optimismo al respecto.
En cualquier caso, el reto se presagia descomunal. Por su posici¨®n geogr¨¢fica y la debilidad extrema del Estado, Guatemala se ha convertido en un para¨ªso para los narcotraficantes.
A ello han contribuido grav¨ªsimos errores pol¨ªticos. Durante la administraci¨®n de ?scar Berger (2004-2008), se redujo el Ej¨¦rcito muy por debajo de lo estipulado en los Acuerdos de Paz, lo que oblig¨® a eliminar bases militares clave en la protecci¨®n del pa¨ªs y dej¨® las fronteras absolutamente permeables. Entre las bases que se eliminaron est¨¢n aquellas que durante el conflicto armado permitieron neutralizar el tr¨¢fico de armas para la guerrilla.
Los militares fueron sustituidos inmediatamente por los narcotraficantes, que transformaron la antigua Ruta Ho Chi Min de los guerrilleros en la estructura b¨¢sica para sus operaciones.
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