El juguete hace al artista, y viceversa
Picasso, Mir¨®, Calder, Torres Garc¨ªa y Taeuber-Arp son algunos de los artistas que emplearon parte de su tiempo y talento en crear juegos, posiblemente para sus propios ni?os. O quiz¨¢ fue esa actividad en su infancia la que los llev¨® al mundo del arte
Hicieron los artistas estos juguetes o m¨¢s bien jugaron con ellos? El genitivo del t¨ªtulo de la muestra (Los juguetes de las vanguardias) autoriza la pregunta que, a la vista del material expuesto, es del todo pertinente. As¨ª ocurre con los llamados precedentes: los cuadrados y tri¨¢ngulos de madera esmaltada en colores puros pudieron familiarizar a muchos autores, desde su infancia, con construcciones geom¨¦tricas en el plano; los prismas, fragmentos de cilindro y arcos proyectados de las arquitecturas quiz¨¢ los acostumbraran a idear espacios en tres dimensiones y las derivaciones del tangram, a concebir figuras humanas compuestas s¨®lo con formas geom¨¦tricas.
Estos juguetes del siglo XIX, aunque buscaban, en la estela de Rousseau y Pestalozzi, promover en el ni?o la actividad y la invenci¨®n, no pueden separarse de una cultura cada vez m¨¢s atenta al valor de los lenguajes formales (geometr¨ªa, matem¨¢ticas) para un modo de vida basado en la t¨¦cnica. Pese a ello, es inevitable pensar que las piezas abstractas de mosaicos y arquitecturas habr¨ªan de influir en el arte, impuls¨¢ndolo a rastrear formas m¨¢s all¨¢ de cualquier naturalismo.
Otro elemento clave de la muestra es la relaci¨®n entre el juguete y el primitivismo: la mu?eca tallada por Picasso en 1907, a semejanza de un ¨ªdolo africano, se une a las marionetas de Klee, elaboradas con materiales dom¨¦sticos, que remiten a dibujos y figuras hechas por ni?os, otro referente del valor asignado a la expresi¨®n arcaica.
La abstracci¨®n ya interviene decididamente en el juguete hacia el fin de la Gran Guerra: las marionetas de Sophie Taeuber-Arp (su Centinela, casi un trasunto de los Celibataires dibujados por Duchamp en 1912) y las de Otto Morach, fechadas tambi¨¦n en 1918, son buenos ejemplos de formas no naturalistas cuya capacidad para poblar el espacio con sus perfiles y alterarlo con sus ritmos despejaba caminos para una nueva percepci¨®n y fantas¨ªa en ni?os y adultos. As¨ª lo sugieren tambi¨¦n juguetes modulares, como los de O'Galop -Marius Rosillon, dibujante de vi?etas c¨®micas y creador de Bibendum, s¨ªmbolo de Michelin-: animales cuyas formas intercambiables pod¨ªan generar extra?os h¨ªbridos con patas de elefante, cuello de jirafa y cabeza de pel¨ªcano.
Los a?os de entreguerras ser¨¢n los m¨¢s f¨¦rtiles a la hora de imaginar nuevos juguetes bajo el impulso de distintas l¨ªneas del arte formal. La Bauhaus promueve la idea de objetos sencillos pero bien acabados, como el mu?eco articulado de Schlemmer; mayor es la aportaci¨®n de Alma Siedhoff-Buscher: adem¨¢s de dise?ar formas geom¨¦tricas, con las que construir objetos diversos, propone nuevas ideas sobre la habitaci¨®n de los ni?os, concebida como espacio reservado a su capacidad de libre invenci¨®n. No es casual, pues, que la ¨¦poca se esfuerce en dise?ar muebles infantiles: la exposici¨®n contiene un amplio muestrario, destacando algunos que pueden convertirse adem¨¢s en juguetes. No fueron a?os econ¨®micamente f¨¢ciles. Quiz¨¢ por eso aparecen juegos de bajo costo: la propia Siedhoff realiza mu?ecas con fibras de lana, Rodchenko y Stepanova proponen objetos y figuras tridimensionales hechas con papel, y Tono, en Espa?a, dise?a animales recortables: publicados por entregas en la revista Cr¨®nica, formar¨ªan la poblaci¨®n de un Arca de No¨¦.
Estas inquietudes formales y constructivas llevadas al ¨¢mbito del juguete cobran particular importancia en las obras de Torres Garc¨ªa y Ladislav Sutnar. Ambos tropiezan con la indiferencia de la industria y sus propuestas no llegan a popularizarse, para rubor de un mercado demasiado miope. Torres Garc¨ªa, adem¨¢s del ingenioso Go-pony, caballo-balanc¨ªn que pod¨ªa avanzar sobre el suelo, destaca por sus animales, figuras humanas, barcos y una gran locomotora que los ni?os deb¨ªan montar a partir de piezas de madera. Sutnar transforma un juego ya tradicional, la arquitectura, en otro que permit¨ªa levantar ciudades, fomentando una idea de urbanismo (tambi¨¦n presente en Torres Garc¨ªa y Feininger) m¨¢s f¨¦rtil que los bloques norteamericanos para hacer rascacielos, vistosos pero excesivamente simples.
Sutnar sufri¨® tambi¨¦n una opini¨®n p¨²blica adversa: sus marionetas resultaron demasiado abstractas para los checos de entreguerras que no comprendieron la importancia de la simplificaci¨®n de formas para la educaci¨®n perceptiva del ni?o. Esta formaci¨®n de la mirada y el tacto (y de la fantas¨ªa) es uno de los centros de inter¨¦s de la muestra: los trabajos de los italianos Depero y Veronesi, y Zizi, el mono flexible de Munari, dan idea del modo en que paso a paso, a lo largo del siglo XX, se van superando los limitadores clich¨¦s del naturalismo a la vez que surge lo que podr¨ªa llamarse, con todo derecho, una nueva Gestalt, una nueva percepci¨®n de formas y movimiento. En este sentido, destaca el Circo de Alexander Calder, formado por figuras elaboradas muchas veces con material de desecho. La muestra ofrece diversos dibujos y fotograf¨ªas, y una filmaci¨®n que se?ala el paralelo entre este trabajo y los espacios m¨®viles del autor. En parecida direcci¨®n, los dibujos, objetos y maquetas de Joan Mir¨® para el ballet Jeux d'enfants.
Pero tal percepci¨®n renovada quiz¨¢ se advierta sobre todo en el libro infantil que parece sedimentar muchas de las indagaciones de las vanguardias, en particular de las varias direcciones del arte objetivo. Las estrategias son muy amplias: van desde la relaci¨®n entre cine y libro (editorial Calleja, con obras de Tono y Miguel Mihura) hasta los trabajados dise?os de los constructivistas rusos. Los libros ilustran aspectos pr¨¢cticos de la vida que escapan a la educaci¨®n acad¨¦mica y en autores como Maria Siniakova y Bruno Munari, pese a la distancia que los separa, son verdaderos formadores de una nueva sensibilidad.
La muestra, que re¨²ne algunas excelentes obras de Picasso -dos cuadros (Ni?o con pelota y Maya), un teatrillo con figuras pintadas sobre cartulina recortada y un magn¨ªfico Caballo, hecho con perfiles de acero-, posee tanto inter¨¦s cultural como art¨ªstico: se?ala, de modo comprensible aun para los m¨¢s renuentes, cauces de la evoluci¨®n de nuestra cultura visual; sugiere relaciones entre el dise?o, la escultura y el teatro, y sobre todo, abre un nuevo cap¨ªtulo de reflexi¨®n en torno a la relaci¨®n entre ciencia y arte, en virtud del car¨¢cter constructivo y formal de muchos de los juguetes expuestos. -
Los juguetes de las vanguardias. Museo Picasso M¨¢laga. San Agust¨ªn, 8. M¨¢laga. Hasta el 30 de enero. www.museopicassomalaga.org.
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