Sale Lula, entra Dilma
La presidenta de Brasil deber¨¢ competir con la sombra inmensamente popular de su antecesor
Dilma Rousseff se convirti¨® ayer en la primera mujer presidenta de Brasil. La antigua guerrillera marxista, torturada y encarcelada por la dictadura militar en los setenta, madre divorciada y superviviente de un c¨¢ncer, deber¨ªa atraer por s¨ª misma la m¨¢xima atenci¨®n internacional, en su condici¨®n de l¨ªder de un pa¨ªs que hace poco parec¨ªa una viva representaci¨®n del Tercer Mundo y hoy es una potencia situada entre las 10 econom¨ªas m¨¢s grandes del planeta, miembro del G-20, l¨ªder indiscutido de Am¨¦rica Latina y pieza muy activa en el tablero internacional.
Todas las miradas siguen fijas todav¨ªa en su antecesor, el ex sindicalista Luiz In¨¢cio Lula da Silva, a quien Rousseff sirvi¨® como ministra de Minas y Energ¨ªa y jefa de Gabinete (la principal cartera del Gobierno brasile?o). Lula nombr¨® a Dilma Rousseff como su delf¨ªn, ha mantenido su apoyo hacia ella sin desmayo y se ha prodigado en elogios de su persona, pero se retira con un 90% de apoyo popular y est¨¢ universalmente considerado el forjador de un nuevo Brasil, a lo que cabe a?adir que recientemente ni siquiera ha negado que pudiera ser candidato en 2014.
La nueva presidenta -junto con Cristina Fern¨¢ndez en Argentina y Laura Chinchilla en Costa Rica- es la tercera jefa de Estado en ejercicio de Am¨¦rica Latina. Juega con las cartas contra el pecho, sin decir m¨¢s que generalidades sobre sus intenciones. Es cierto que ha poblado su primer Gobierno de lulistas y que el gran asesor internacional del l¨ªder saliente, Marco Aurelio Garc¨ªa, permanecer¨¢ a su lado, lo que parece garantizar que Brasil seguir¨¢ tom¨¢ndose su pol¨ªtica planetaria muy en serio y, en particular, como ya ha dicho el mismo asesor, proseguir¨¢ "la apertura a China", pero cuando recalca sus prop¨®sitos de continuidad a?ade que no es la depositaria de los intereses de nadie. Dilma Rousseff trabajar¨¢ probablemente m¨¢s los derechos humanos y la igualdad que Lula. De hecho, ya ha expresado p¨²blicamente su preocupaci¨®n a este respecto en pa¨ªses como Ir¨¢n, con el que Lula ha establecido unas relaciones tan in¨¦ditas como cuestionadas. Dilma ser¨¢ menos grata en cuestiones de gasto social a los grandes organismos que velan por la ortodoxia econ¨®mica y, si su protector sac¨® a 30 millones de brasile?os de la pobreza, su mayor preocupaci¨®n ser¨¢ hacer otro tanto con las decenas de millones de personas que a¨²n siguen ah¨ª esperando.
Habr¨¢ tambi¨¦n que ver si la nueva presidenta de Brasil maneja con la destreza de Lula a sus socios de gobierno, titulados de socialdem¨®cratas y apenas a la derecha de su partido, el del Trabajo, para mantener una mayor¨ªa en las c¨¢maras. Una partida, por ello, sumamente compleja la que ha de jugar la presidenta, en pugna a la vez con el gran debut mundial de su pa¨ªs y con la sombra de un l¨ªder excepcionalmente popular. Por eso, la se?ora Rousseff, adem¨¢s de presidenta, es hoy toda una inc¨®gnita.
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