Lestrigones y c¨ªclopes
Pensar¨¢n que estoy como una cabra (que desde luego), pero vengo a felicitarles el a?o habl¨¢ndoles de animales on¨ªricos y seres mitol¨®gicos. ?Qu¨¦ quieren? Podr¨ªa enumerarles -como hace todo el mundo- los temibles augurios para el 2011, criatura que parece haber nacido con un pan negro bajo el brazo, pero no me da la gana.
Como al despertar casi siempre me acuerdo de mis sue?os, a lo largo de los a?os he acumulado un ingente armario mental de fragmentos, escenas, historias y sensaciones on¨ªricas. Tambi¨¦n he conocido una fauna fabulosa, de modo que quisiera compartir con ustedes algunos de sus ejemplares. En un sue?o yo rondaba una especie de lago en el que hab¨ªa peces sabios o m¨¢gicos. Eran peces que satisfac¨ªan todos tus deseos si los solicitabas con el adecuado tono de voz, sin ansiedad, sin pretenciosidad, sin que se diera una orden ni se rogara. Cuando consegu¨ªas expresar un deseo con serenidad y buen tono, los peces se revolv¨ªan en el lago y sus colores infinitos parec¨ªan una propiedad del agua; despu¨¦s volv¨ªan a la superficie y con ellos aparec¨ªa tu deseo materializado, la alegr¨ªa, el tesoro.
En otro sue?o recuerdo un camino de monta?a escarpado, con un estrecho paso. Pues bien, a ese paso sal¨ªa una especie de avestruz, grande, caprichoso. Acariciarlo en el lomo era calmarlo, hacerle ronronear. No hacerlo pod¨ªa enfurecerlo, provocando que te cerrara el paso. Pero acariciarlo demasiado, o demasiado bien, pod¨ªa hacer que te quisiera retener, que no te dejara marchar...
Y como adem¨¢s de animales on¨ªricos he prometido seres mitol¨®gicos, he de recordar ahora al gran Kavafis y a su hermoso poema ?taca. "Cuando emprendas tu viaje a ?taca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias"; ya saben: h¨¢ganse con toda suerte de perfumes voluptuosos, disfruten de las muchas ma?anas de verano, beban la vida sin esperar llegar a destino. Pero hay una parte del poema que siempre me ha parecido especialmente inquietante: "No temas a los lestrigones ni a los c¨ªclopes,/ ni al col¨¦rico Poseid¨®n", porque "ni a los lestrigones ni a los c¨ªclopes/ ni al salvaje Poseid¨®n encontrar¨¢s,/ si no los llevas dentro de tu alma,/ si no los yergue tu alma ante ti".
?C¨®mo? ?Quiere decir Kavafis que ese dios furioso, que esos gigantes feroces y can¨ªbales con los que se enfrent¨® Ulises en su viaje a ?taca son en realidad unos demonios interiores? ?Que nuestros enemigos externos son unas fieras peque?itas en comparaci¨®n con los monstruos que a menudo proyectamos desde dentro? Tal vez s¨ª, tal vez sea as¨ª y todos escondamos nuestros lestrigones y nuestros c¨ªclopes, pero tambi¨¦n nuestro avestruz de las caricias y nuestros peces de los deseos. S¨®lo hay que mantener en su cueva a los primeros, acariciar al ave en su justa medida y formular nuestros deseos en el tono adecuado. ?se es el equilibrio que les deseo para este a?o 2011.
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