Maltrato en los matrimonios cat¨®licos
Monse?or Reig Pl¨¢, obispo de Alcal¨¢ y presidente de la Subcomisi¨®n de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Espa?ola, ha declarado recientemente que "los matrimonios can¨®nicamente constituidos son menos dados a la violencia dom¨¦stica que aquellos que son parejas de hecho", y que la violencia de g¨¦nero tiene lugar sobre todo en procesos de divorcio o de separaci¨®n. Considera lamentable, adem¨¢s, que haya tantas iniciativas legislativas que no protegen la familia y, contra toda l¨®gica ¨¦tica y jur¨ªdica, llega a aseverar que la ley de divorcio expr¨¦s se ha convertido en "una ley de repudio" y "es un paso m¨¢s en la disoluci¨®n de la familia".
Ubic¨¢ndome en el mismo escenario que monse?or Reig Pl¨¢, mi tesis es la contraria: en los matrimonios cat¨®licos hay una mayor propensi¨®n a la violencia de g¨¦nero que en las parejas de hecho precisamente por la pervivencia, en aquellos, de la estructura patriarcal y por la imposici¨®n de la indisolubilidad, que, a la larga, se convierten en fuente de maltrato hacia las mujeres y los hijos. Intentar¨¦ demostrarlo apoy¨¢ndome en algunos textos de la Biblia cristiana.
La estructura patriarcal romana adquiere car¨¢cter can¨®nico en la vida de la familia cristiana
"La mujer, que oiga la instrucci¨®n en silencio, con toda sumisi¨®n. No permito que la mujer ense?e ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio porque Ad¨¢n fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el enga?ado no fue Ad¨¢n, sino la mujer que, seducida, incurri¨® en la transgresi¨®n... Con todo se salvar¨¢ por su maternidad". El texto pertenece a la 1? Carta a Timoteo -libro can¨®nico del Nuevo Testamento-, para quien el recato, el silencio, la sumisi¨®n al var¨®n son las virtudes que han de adornar a las mujeres y la procreaci¨®n es su destino.
La 1? Carta a los Corintios recurre a un razonamiento similar para justificar la superioridad del var¨®n sobre la mujer: Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza de la Iglesia y el var¨®n es la cabeza de la mujer. A partir de aqu¨ª, el autor de la Carta da instrucciones precisas sobre el comportamiento de las mujeres en la asamblea cristiana: se les proh¨ªbe profetizar; a la hora de rezar, deben cubrirse la cabeza. Si no lo hacen, deben cortarse el pelo al rape. ?Y el var¨®n? No debe cubrirse la cabeza ya que "es imagen de la gloria de Dios" y "no procede el var¨®n de la mujer, sino la mujer del var¨®n, ni fue creado el var¨®n por raz¨®n de la mujer, sino la mujer por raz¨®n del var¨®n". Con este razonamiento se da por cerrada la discusi¨®n: "De todos modos, si alguien quiere discutir, no es nuestra costumbre ni la de la Iglesia de Dios" (1 Cor 11,16).
Se puede decir m¨¢s alto, pero no m¨¢s claro. Es Dios mismo quien impone a la mujer el uso del velo como signo "de sujeci¨®n".
Similar ideolog¨ªa discriminatoria de la mujer defiende la Carta a los Efesios: "Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo: las mujeres a sus maridos, como al Se?or, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, el Salvador del cuerpo. Como la Iglesia est¨¢ sometida a Cristo, as¨ª tambi¨¦n las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo" (Efesios 5,21-24).
En los tres casos se trata de textos inspirados en los c¨®digos romanos de familia, que establec¨ªan la dependencia de los miembros de familia del var¨®n y que, en buena l¨®gica, no pertenecen a la revelaci¨®n. Sin embargo, al incorporarse a la Biblia cristiana adquieren car¨¢cter can¨®nico y se convierten en imperativos en la vida de la familia cristiana.
Con la intenci¨®n de privar a los textos citados y a otros similares de car¨¢cter imperativo se dir¨¢ que pertenecen al pasado y que carecen de vigencia hoy. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Siguen proclam¨¢ndose p¨²blicamente en las celebraciones cat¨®licas, y muy especialmente en los matrimonios can¨®nicos a los que se refiere monse?or Reig Pl¨¢.
Hace unos a?os yo mismo fui testigo de la lectura del ¨²ltimo de los textos en la boda de un familiar muy cercano, tras la cual el lector dijo "Palabra de Dios", a lo que la asamblea respondi¨® al un¨ªsono "Te alabamos, Se?or". Siguen consider¨¢ndose textos revelados y, por ende, normativos en la vida diaria de no pocos matrimonios cat¨®licos. ?No es eso incitar a la violencia contra las mujeres, si no se comportan sumisamente?
Hay, con todo, un contrapunto: la Carta a los G¨¢latas, que se opone a todo tipo de discriminaci¨®n: social, ¨¦tnica, religiosa, cultural, y de g¨¦nero: "Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jes¨²s... Ya no hay jud¨ªo ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jes¨²s" (G¨¢latas 3,26-28). Bloch defin¨ªa este texto como "la primera internacional de la igualdad". Yo creo que se encuentra en plena sinton¨ªa con las leyes de igualdad de g¨¦nero y con los movimientos de emancipaci¨®n de la mujer.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Religi¨®n, g¨¦nero y violencia (Sevilla, 2010).
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