El optimismo ilustrado
En enero de 2009 se celebr¨® en Madrid una conferencia sobre el d¨¦cimo aniversario, o la primera d¨¦cada, del euro. Algunos ironizaron entonces si "la primera" d¨¦cada no era un calificativo un tanto pretencioso, ya que qui¨¦n sab¨ªa si el euro cumplir¨ªa m¨¢s d¨¦cadas. La iron¨ªa, en vista de lo acontecido durante los ¨²ltimos dos anos, ten¨ªa un punto de verdad. En aquella conferencia se debati¨® tambi¨¦n la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, entonces, si recuerdan, en los primeros momentos de la recesi¨®n post-Lehman. Las conclusiones, debatidas en esta columna en m¨²ltiples ocasiones, reclamaban la necesidad apremiante de reformar la econom¨ªa espa?ola. El razonamiento era muy sencillo: la evidencia emp¨ªrica suger¨ªa, de manera bastante convincente, que, a pesar de la d¨¦cada y media de expansi¨®n interrumpida de la econom¨ªa espa?ola, las bases del crecimiento espa?ol no hab¨ªan mejorado. En t¨¦rminos de renta per c¨¢pita, el diferencial con respecto a las principales econom¨ªas avanzadas hab¨ªa retornado tan solo a los niveles de 1975, tras el deterioro que se produjo durante la crisis econ¨®mica de los a?os 1980. Una de mis conclusiones fue que, a pesar de que todos los organismos internacionales llevaban tambi¨¦n a?os reclamando la necesidad de acometer serias reformar estructurales en el mercado de trabajo, financiero y pensiones, en Espa?a parec¨ªa haber un serio problema de econom¨ªa pol¨ªtica que imped¨ªa celebrar un debate serio sobre la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. La soluci¨®n era, en mi opini¨®n, crear una comisi¨®n independiente para la reforma econ¨®mica en Espa?a.
Las reformas van a sentar las bases de una senda m¨¢s positiva de crecimiento sostenible en Espa?a
Las sugerencias eran sencillas, pero de ninguna manera noveles: 1. Acabar de una vez por todas con el tremendamente injusto marco de mercado de trabajo espa?ol, con una dualidad sin parang¨®n en el mundo desarrollado que margina de manera extrema a los j¨®venes y los menos cualificados para as¨ª proporcionar una protecci¨®n desmesurada a los trabajadores con contratos permanentes; 2. Reformar el sistema financiero para liberar a la mitad del sistema bancario espa?ol, las cajas de ahorros, de la injerencia pol¨ªtica en su gesti¨®n y facilitar la captaci¨®n de capital; y 3. Reformar las pensiones, reduciendo la generosidad y duraci¨®n de las mismas, para asegurar su sostenibilidad dado el desfavorable panorama demogr¨¢fico espa?ol. Estas reformas las ven¨ªa pidiendo la profesi¨®n de econom¨ªa, tanto espa?ola como internacional, durante mucho tiempo. Pero el perenne optimismo de nuestros dirigentes, o la miop¨ªa electoralista, o simplemente la falta de responsabilidad y de sentido de Estado, pospon¨ªan de manera permanente la acci¨®n.
La historia nos ha demostrado que los an¨¢lisis de los economistas eran certeros y que al final estas reformas, y alguna m¨¢s, han tenido que ser aplicadas. A falta de un proceso consensuado, debatido de manera racional entre las fuerzas pol¨ªticas y adoptado de manera progresiva, Espa?a se ha visto obligada a implantar las reformas de manera r¨¢pida y agresiva -en un proceso similar al que se ven sometidos los pa¨ªses que adoptan un programa de rescate del FMI-. Y se ha llegado a extremos que hasta hace muy poco se consideraban pol¨ªticamente imposibles, como la publicaci¨®n de las cuentas fiscales trimestrales de las comunidades aut¨®nomas.
Los pensadores de la Ilustraci¨®n sosten¨ªan que la raz¨®n pod¨ªa combatir la ignorancia, la superstici¨®n o la tiran¨ªa, y construir un mundo mejor. La raz¨®n se ha impuesto finalmente en Espa?a, y las reformas necesarias se han puesto finalmente en pr¨¢ctica, con tan solo t¨ªmidas protestas sindicales. El proceso reformador es siempre doloroso, ya que se tiene que transformar el statu quo, y genera de manera inevitable ganadores y perdedores. Pero es importante reconocer que las reformas puestas en marcha en Espa?a en los ¨²ltimos meses van a sentar las bases de una senda m¨¢s positiva de crecimiento sostenible. En otras palabras, las reformas anunciadas y las previstas, si se ponen en pr¨¢ctica como es debido y no hay trucos de ¨²ltima hora por v¨ªa reglamentaria, deber¨ªan conllevar un aumento de las estimaciones del crecimiento potencial espa?ol. Esto es fundamental, ya que una de las principales razones esgrimidas por las agencias de rating para rebajar la calificaci¨®n de la deuda espa?ola ha sido las pobres perspectivas de crecimiento de largo plazo de la econom¨ªa espa?ola debido a la ausencia de reformas estructurales. Este argumento es cada d¨ªa menos v¨¢lido.
Quedan tareas pendientes, sin duda. El sistema educativo espa?ol, como demuestra de nuevo el reciente informe Pisa de la OCDE, deja mucho que desear; la liberalizaci¨®n de los mercados de bienes y servicios interiores es fundamental para contener la inflaci¨®n, y la reforma de la negociaci¨®n salarial es cr¨ªtica para contener el deterioro persistente de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola. Los salarios deben adoptarse en funci¨®n de la productividad, no en funci¨®n de la inflaci¨®n, y deben concretarse lo m¨¢s posible en el ¨¢mbito de empresa, y no a nivel nacional o regional. La reciente ca¨ªda de los costes laborales unitarios y la reducci¨®n de los contratos sujetos a cl¨¢usulas de revisi¨®n salarial son buenas noticias.
Si, como parece a tenor de las recientes declaraciones, podemos disfrutar en 2011 de un cierto consenso entre el Gobierno y la oposici¨®n para concluir las reformas iniciadas y adoptar al menos algunas de las pendientes, el panorama econ¨®mico espa?ol de largo plazo mejorar¨¢. La situaci¨®n c¨ªclica todav¨ªa tardar¨¢ en mejorar, ya que las reformas requieren tiempo hasta que surten efecto y pueden tener incluso efectos negativos a corto plazo, pero se estar¨¢n sentando las bases para un futuro pr¨®spero. Por fin ser¨¢ posible ser optimista, no un optimismo vac¨ªo, sino un optimismo ilustrado, fundamentado en la raz¨®n.
?ngel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.
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