Sarah Palin no es responsable
Por muy repugnante que resulten a veces sus palabras, Sarah Palin no es responsable de la matanza de Tucson.
Sarah Palin cometi¨® un error monumental el a?o pasado al se?alar a los congresistas m¨¢s f¨¢ciles de derrotar en las elecciones parlamentarias de 2010 con unas dianas como las que se usan en las pr¨¢cticas de tiro. Era un desprop¨®sito propio de una persona que cae en ellos con frecuencia. Pero Palin -ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos- no estaba identificando a los enemigos a batir, ni mucho menos propon¨ªa los medios para hacerlo.
Es posible que este episodio acabe con Palin. Su radicalismo, que empezaba a ser grotesco, puede resultar ahora cruel. Pero lo cierto es que Palin no merece salir de la escena pol¨ªtica por este suceso. Palin ha contribuido a envenenar el debate pol¨ªtico con su estilo, pero tambi¨¦n ha contribuido desde su posici¨®n al contraste de ideas que mantiene sano a este sistema.
Palin, adem¨¢s, no es un sujeto extra?o a este pa¨ªs. La apoyan millones de personas, en su mayor¨ªa gente honrada que quiere lo mejor para su familia y para sus compatriotas. Incluso su estilo, por aborrecible que pueda parecer fuera de aqu¨ª, se identifica plenamente con ciertas costumbres y ciertas tradiciones norteamericanas.
Si se quiere buscar un responsable por encima del culpable o culpables que los investigadores identifiquen, se?¨¢lese a esta sociedad, o a la parte de ella que cree en la venganza individual, que le niega al Estado el patrimonio de la violencia y que exhibe sus armas con tanto orgulloso constitucional como exhibe su libertad.
Es sabido que hay una Am¨¦rica que nos abofetea de vez en cuando. Existe, desde luego, esa Am¨¦rica tolerante, abierta, intelectual y emprendedora que eligi¨® presidente a Barack Obama. Pero hay otra porci¨®n de Am¨¦rica rural, inculta y salvaje que ruge intermitentemente cuando siente sus intereses en peligro. La primera Am¨¦rica milita en ambos partidos, pero el Partido Republicano se ha quedado con la otra parte al completo.
Es l¨®gico, por tanto, que todos los paranoicos con armas simpaticen con los republicanos, como otros terroristas en otras partes se esconden tras un lenguaje presuntamente de izquierdas.
Eso no significa que Palin sea responsable de lo sucedido. El juego pol¨ªtico da margen para casi todo. Ser¨ªa ilusorio pensar que los dem¨®cratas no van a tratar de sacar partido de lo sucedido. Despu¨¦s de todo, la nueva hero¨ªna, Gabrielle Giffords, es suya y tienen derecho a reivindicarla. Giffords ha pagado un precio muy alto para convertirse en un s¨ªmbolo contra el odio pol¨ªtico. Es probable que el p¨²blico, voluble juez, le entregue ahora a Giffords la adoraci¨®n que hasta ahora le prestaba a Palin. Qui¨¦n sabe a¨²n. En las nuevas democracias un tweet equivocado puede cambiarlo todo. Palin tuitea con furor errores encadenados, pero no es m¨¢s culpable de Tucson que cualquier otro pol¨ªtico o periodista.
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