En busca del Tao
Un viaje desde Pek¨ªn hasta el campo chino, del ajetreo a la calma de los campos de arroz
No hay nada m¨¢s ilustrativo para un viajero que el primer choque con una ciudad. Pero a Pek¨ªn, como a una amante altanera y herm¨¦tica, hay que cortejarla con paciencia y darle cuantas segundas oportunidades nos permita la paciencia. Entonces uno se enamora.
No aconsejo zambullirse de golpe el primer d¨ªa en sus iconos tur¨ªsticos. La Ciudad Prohibida, la plaza de Tiananmen o la Gran Muralla es mejor dejarlas para cuando el ¨¢nimo se asiente: hay demasiados chinos haciendo turismo nacional y uno puede querer salir corriendo. Es mejor empezar la traves¨ªa en el mercado callejero central, donde venden todo lo imaginable, y de ah¨ª perderse en las sinuosas callejuelas de los hulong. En medio de estos barrios obreros, donde se alternan peque?os altares religiosos con retratos del camarada Mao, uno puede empezar a cogerle el pulso a una ciudad que parece carecer de l¨®gica, pero que ofrece un encanto que no est¨¢ a flor de piel, sino en sus v¨ªsceras.
Todo el mundo lo sabe: los chinos trabajan como hormigas y escandalizan como cigarras. En China se come de todo y todo el tiempo. Las aceras de los barrios populares est¨¢n sitiadas por la gran muralla de una barbacoa que se extiende al pie de tenderetes. Y junto a las parrillas donde se organizan infinitos ej¨¦rcitos de brochetas empalando todo bicho viviente hay banquetas r¨²sticas y mesas bajas, todo muy liliputiense. Entonces uno comprende que los chinos no est¨¢n unidos: est¨¢n reunidos. En torno a la comida, a la cerveza, a los juegos de cartas. Si uno quiere decir que realmente ha estado en China, hay que comer, al menos una vez, en la calle.
Mi estancia en Beijing dur¨® una semana. Luego segu¨ª viaje rumbo a zonas rurales: Shangri-La, Lijiang, Dali. Un primer consejo: lo mejor que puede hacerse es vivir la ciudad y luego el campo para comprender que China es un pa¨ªs de contrastes: gritan como si estuvieran a punto de tomar las armas, pero ofrecen una mansa amabilidad rural de cara al forastero. Por todas partes est¨¢ la huella del comunismo, pero son voraces comerciantes capitalistas. Si uno se pierde en una monta?a, por ejemplo, recorriendo los agrestes senderos de la garganta del Salto del Tigre, en el r¨ªo Yangts¨¦, es posible que no consiga entenderse con una encorvada anciana que vaga por los caminos como alma en pena. Pero con toda seguridad esa misma campesina intentar¨¢ venderte algo. No hay que preocuparse mientras se recorren senderos boscosos o infinitos arrozales, siempre habr¨¢ un chino que sale de debajo de una piedra para saludar y venderte una postal, o intentar cobrarte la foto que le haces.
Yangzhou
El campo chino, como en todas partes, es amable. Y otra verdad de Perogrullo es que China es un pa¨ªs de bicicletas. En todas partes te alquilan una por un m¨®dico precio. Merece la pena atravesar los tranquilos arrozales pedaleando, haciendo que el tiempo transcurra lentamente. Y si el viajero quiere una majestuosa ciudad que se deja recorrer en bicicleta, enclavada entre un lago y paisajes que cortan la respiraci¨®n, ah¨ª est¨¢ Yangzhou. Emperadores de la dinast¨ªa Song se enfrascaron en convertir a esta ciudad en algo ¨²nico, y el poeta Su Dongpo contribuy¨® a crear esa imagen de Hangzhou que pasar¨¢ a la posterioridad como una ciudad id¨ªlica. No en vano en China tienen un refr¨¢n que dice: "En el cielo est¨¢ el para¨ªso; en la tierra, Suzhou y Yangzhou". Y ya en las cr¨®nicas de Marco Polo, en el siglo XIII, se asegura que es la ciudad m¨¢s suntuosa del mundo.
?De qu¨¦ se trata? Yangzhou es llana, pero se extiende entre un sinf¨ªn de monta?as rocosas de cimas redondeadas y pendientes inveros¨ªmiles, como si la habitaran enormes animales prehist¨®ricos. Nunca ser¨¢ m¨¢s justo parafrasear a Garc¨ªa M¨¢rquez: dentro del paisaje, da la impresi¨®n de que el mundo es tan reciente que las cosas carecen de nombres, y para nombrarlas hay que se?alarlas con el dedo. Uno puede alquilar una barca de bamb¨² y perderse en una segura traves¨ªa r¨ªo abajo, porque en Yangzhou todo fluye, la naturaleza y la ciudad parecen hermanadas.
Dali
Para muestra, un bot¨®n. Y al otro extremo representativo del campo chino est¨¢ Dali, muy cerca del T¨ªbet. Si Yangzhou pertenece al reino acuoso y vegetal, Dali es tect¨®nica, una de las ciudades m¨¢s antiguas de la provincia de Yunnan, habitada por los descendientes de los bai, con sus costumbres ancestrales. En Dali todo est¨¢ quieto. Uno debe caminar lentamente porque la ciudad est¨¢ a 3.000 metros de altura. Sus habitantes no gritan como en todas partes, sus gestos est¨¢n como suspendidos, y si el occidental ha llevado un viaje ajetreado, esta es la ciudad para que el esp¨ªritu recobre el sosiego. La calma budista se respira en sus empedradas y curvas callejuelas. Al pie de los templos principales siempre hay una plaza redonda, con dibujos que representan ritos y cosmogon¨ªas, y al atardecer los bai bailan en c¨ªrculo una danza que parece un di¨¢logo.
Al final, uno sale de China con la sensaci¨®n de que no ha entendido nada. Pero cuando llegas a Madrid algo dentro de ti parece haber cambiado. Los chinos est¨¢n ah¨ª, laboriosos como hormigas en sus tiendas que no cierran nunca, y te parecen familiares de otro modo: comprendes, de golpe, que cada rostro es diferente de otro rostro. Y en cada uno de sus gestos pesan siglos de historia contrastada: una dura realidad feudal y un comunismo de a?os feroces. Una voraz econom¨ªa abigarrada de mercados y tenderetes y una calma que conserva en cada adem¨¢n la flexibilidad del Tao (el camino, el curso principal de las cosas seg¨²n las ense?anzas de Lao-Ts¨¦). Es evidente: para comprender China, ese laberinto humano, hay que vivirla.
? Ronaldo Men¨¦ndez es autor de R¨ªo Quib¨² (Lengua de Trapo).
Gu¨ªa
EN PEK?N
? Far East International Youth Hostel (www.fareastyh.com ). Ambiente juvenil. Ofrece servicio de alquiler de bicicletas, muy bien ubicado. La doble, 19 euros.
? Novotel Xin Qiao (www.novotel.com ). Habitaciones de dise?o moderno. La doble, 49 euros.
EN YANGZHOU
? Bamboo House Inn (www.bamboohouse.hostel.com ). Tranquilidad y comodidad. La doble, 10 euros.
? Yangshuo Culture House (www.yangshuo-study-travel.com ). Altamente recomendable. De ambiente muy acogedor, incluye pensi¨®n completa, donde en cada comida y cena se pueden degustar diversos platos de comida regional. La doble, desde 19 euros.
EN DALI
? MCA Guesthouse (mcahouse@hotmail.com). Rodeado por un relajante jard¨ªn. Habitaciones muy confortables con buena relaci¨®n calidad-precio.
? Tibetan Lodge (86 87 22 66 41 77). Ambiente muy ¨ªntimo y acogedor. A partir de unos 5 euros por persona.
? Oficina de turismo de China en Espa?a
(http://turismodechina.org ; 915 48 00 11).
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