El h¨¦roe que escribi¨® un 'best seller'
St¨¦phane Hessel, antiguo miembro de la Resistencia, vende m¨¢s de 850.000 copias de '?Indignaos!' - Su panfleto pol¨ªtico, de 32 p¨¢ginas, es el n¨²mero uno en Francia
El actual fen¨®meno literario en Francia se llama St¨¦phane Hessel y es un hombre delgado, con el pelo rapado, simp¨¢tico, atento y l¨²cido. Tiene 93 a?os, se dirige a su mujer, de parecida edad, llam¨¢ndola "amor m¨ªo", ha vivido una vida de aventuras, coraje y determinaci¨®n que no cabr¨ªa en varias pel¨ªculas y reside en un piso discreto y acogedor en un barrio del sur de Par¨ªs.
Canturrea al pasearse por el apartamento. Recibe muchas llamadas que no contesta. Su fax temblequea constantemente. Su librito, un panfleto pol¨ªtico de 32 p¨¢ginas titulado Indignez vous! (?Indignaos!) ya ha sido comprado por 850.000 franceses, va a sobrepasar el mill¨®n, se encuentra en las listas de los libros m¨¢s buscados en Francia y se va a traducir a una veintena de lenguas. Editado de forma casi artesanal por Indig¨¨ne, empresa perteneciente a un matrimonio de editores militante y comprometido de Montpellier, se vende a tres euros. Al principio imprimieron 8.000 ejemplares pensando que no ir¨ªa m¨¢s all¨¢. Pero el librito, que sali¨® en plena tormenta social en Francia por el retraso de las jubilaciones, cobr¨® vida propia.
La relaci¨®n de sus padres inspir¨® la pel¨ªcula de Truffaut 'Jules et Jim'
Estuvo dos veces en campos de concentraci¨®n y las dos se escap¨®
"El mundo va mal, gobernado por poderes financieros que lo quieren todo"
"Nosotros nos jug¨¢bamos la vida. Hoy los j¨®venes se juegan la libertad"
Nacido en Berl¨ªn, Hessel lleg¨® a Par¨ªs en 1924, a los siete a?os. Sus padres fueron unos alemanes cultos y curiosos, escritor y pintora respectivamente, amigos de Duchamp y Picasso y su relaci¨®n amorosa sirvi¨® de modelo para la pel¨ªcula Jules et Jim, de Fran?ois Truffaut. "Conoc¨ª a Walter Benjamin a los 15 a?os. Toda esa gente era mi familia. Por eso, cuando el nazismo calific¨® esa cultura de degenerada, tuve que rebelarme. Por cierto, a mi madre le gust¨® mucho la pel¨ªcula. Y escribi¨® a Truffaut para dec¨ªrselo".
Hessel estudi¨® en la Escuela Normal Superior, donde conoci¨® a Sartre: "Era un tipo influyente, que te convenc¨ªa de c¨®mo hab¨ªa que ser y c¨®mo deb¨ªa uno actuar". Tras el armisticio, se levant¨® contra P¨¦tain, luch¨® en la Resistencia, fue hecho prisionero por la Gestapo y estuvo en un campo de concentraci¨®n, entre otras vivencias. Pero su libro no habla de eso.
"Mi obra exhorta a los j¨®venes a indignarse, dice que todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo". Y prosigue: "En nuestra ¨¦poca ten¨ªamos un adversario claro: Hitler, Stalin. Y dijimos 'no'. Ahora, el enemigo es m¨¢s dif¨ªcil de encontrar. Pero es igual de importante decir 'no'. Hay que resistir otra vez. Nosotros nos jug¨¢bamos la vida. Pero los j¨®venes de ahora se juegan la libertad y los valores m¨¢s importantes de la humanidad".
Sabe de lo que habla. En junio de 1940, se levant¨® contra el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy. "Muchos franceses pensaban que la guerra hab¨ªa terminado ya y no quer¨ªan saber nada del llamamiento de De Gaulle desde Londres. Otros nos neg¨¢bamos a que todo acabara as¨ª". El joven subteniente Hessel salt¨® al norte de ?frica. De ah¨ª a Lisboa, antes de llegar a Londres, donde se puso a las ¨®rdenes del general. "De Gaulle era muy alto, muy cort¨¦s. Entonces ¨¦ramos muy pocos a su alrededor. Cuando llegu¨¦, me invit¨® a comer: a m¨ª, a un subteniente. Supe entonces que era el hombre al que deb¨ªamos seguir". Trabaj¨® tres a?os en la capital brit¨¢nica como organizador de la red de espionaje en Francia. Despu¨¦s, harto del despacho, fue enviado a Francia como jefe de esp¨ªas. "Trabaj¨¢bamos enviando informaci¨®n a Londres por radio. Pero no se imagine las radios de ahora. Eran aparatos que funcionaban muy mal, y no pod¨ªamos emitir m¨¢s de 20 minutos porque nos interceptaban los alemanes".
Un camarada, tras ser torturado por la Gestapo, le traicion¨®: "Me cit¨® ah¨ª cerca, en el cruce entre la calle de Edgar Quinet y la avenue Raspail. Era el 10 de julio de 1944 y los aliados ya estaban en Caen. Quienes me esperaban de verdad eran los de la Gestapo". Le trasladaron al campo de concentraci¨®n de Buchenwald. "All¨ª a los esp¨ªas o los fusilaban o los ahorcaban. Me libr¨¦ de la muerte gracias a que, a ¨²ltima hora, pude hacerme con la identidad de un franc¨¦s que hab¨ªa muerto de tifus", explica. Volvi¨® a ser apresado. Retorn¨® a un campo de concentraci¨®n. Se escap¨® otra vez. Alcanz¨® Par¨ªs, ya liberada.
Se reuni¨® con su esposa Vitia y sus tres hijos. Se convirti¨® en diplom¨¢tico. En 1948 particip¨® en la elaboraci¨®n de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos , redactada en el Palacio de Chaillot, en Par¨ªs. Trabaj¨® en Nueva York, en Viena y en Par¨ªs, viaj¨® por todo el mundo, siempre fiel a los valores de la Resistencia y a los Derechos Humanos, escribi¨® un libro de memorias de hermoso t¨ªtulo Dance avec le siecle (Baile con el siglo) y aunque anima a la gente a indignarse, aboga por la no violencia, aparentemente no guarda ninguna amargura y sonr¨ªe incluso cuando recuerda los peores momentos, como cuando le tortur¨® la Gestapo en un calabozo de la Avenue Foch, en Par¨ªs: "Yo les hablaba en alem¨¢n. Muchos camaradas me dijeron despu¨¦s que hab¨ªa cometido una locura, que era mejor fingir que no les entend¨ªa. Pero yo les habl¨¦. Me met¨ªan la cabeza en una ba?era llena de agua hasta que estaba a punto de ahogarme, y luego me levantaban y me preguntaban. Yo les dije en alem¨¢n que la guerra estaba termin¨¢ndose y que la iban a perder, que no les conven¨ªa torturarme mucho porque les podr¨ªa denunciar yo luego. Qui¨¦n sabe. Tal vez eso me salv¨® la vida. Y lo de la ba?era era muy desagradable, s¨ª, pero se sobreviv¨ªa. La prueba soy yo".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.