C¨®mo comunicar los cambios
El hijo de mi amigo Pepe segu¨ªa el guion que su padre hab¨ªa previsto para su vida: despu¨¦s de su etapa escolar con un expediente acad¨¦mico brillante y varios veranos de estancia en Londres, cursaba el primer a?o de Administraci¨®n de Empresas en una prestigiosa escuela de negocios.
Hasta que una tarde, a mitad del segundo trimestre, fue a verlo al despacho y se lo solt¨®: "Pap¨¢, dejo la carrera. El a?o que viene me matriculo en Comunicaci¨®n Audiovisual. Quiero ser realizador?".
Mi amigo me llam¨® desesperado: "Ay¨²dame a disuadirlo. No puedo permitir que cometa semejante error?". Recib¨ª al hijo de mi amigo y hablamos un buen rato. Evidentemente no lo disuad¨ª de nada. Me limit¨¦ a verificar si la suya era una decisi¨®n firme y madura, y efectivamente as¨ª me pareci¨® que lo era.
"No debemos contar ciertas noticias cuando sean irreversibles a los ojos de otros: nos encontraremos con una reacci¨®n de angustia"
Los siguientes tres meses fueron de profunda tensi¨®n: mi amigo le cerr¨® el grifo econ¨®mico y pr¨¢cticamente le neg¨® la palabra. A su hijo, y tambi¨¦n a m¨ª, que intentaba hacerle comprender que era su elecci¨®n y que no la hab¨ªa tomado irreflexivamente. Su hijo lo pas¨® muy mal y en m¨¢s de una ocasi¨®n dud¨® de su decisi¨®n. Pero sigui¨® adelante con su plan.
Hace unos d¨ªas desayun¨¦ con Pepe. No solo ha aceptado la situaci¨®n, sino que apoya con entusiasmo la carrera de su hijo. Al hablar de los meses pasados, los resumi¨® en una frase clarividente: "Simplemente no estaba preparado para recibir aquella noticia".
Mi miedo es tu miedo
"El ¨²nico temor que me gustar¨ªa que sintieras frente a un cambio es el de ser incapaz de cambiar con ¨¦l" (Jorge Bucay)
Cualquier decisi¨®n trascendente en nuestras vidas produce al compartirla un gran impacto en la gente que nos rodea. Aunque no lo deseemos, al comunicar un cambio vital importante provocamos una profunda alteraci¨®n emocional en las personas m¨¢s cercanas, y si esta comunicaci¨®n se produce sin pre¨¢mbulos, sin preparaci¨®n alguna y de golpe, las posibilidades de que se genere un conflicto son evidentes.
Ser¨ªa deseable compartir nuestras decisiones con los dem¨¢s desde el principio, para darles tiempo a hacerse a la idea y digerirlas, pero lo cierto es que muchas veces posponemos la comunicaci¨®n del cambio hasta el ¨²ltimo momento, cuando no podemos esperar m¨¢s o no tenemos m¨¢s remedio que decirlo. Lo hacemos as¨ª porque tememos la reacci¨®n de los dem¨¢s, pero sobre todo porque en el proceso de tomar la decisi¨®n nos sentimos inseguros y no queremos que nos hagan dudar. Nos da miedo que nos intenten disuadir de nuestras intenciones, que saboteen nuestros planes y que arruinen la ilusi¨®n que hemos puesto en el proceso.
Se produce as¨ª una profunda asimetr¨ªa entre el proceso de tomar la decisi¨®n y el de comunicarla: mientras que al decidir nos tomamos todo el tiempo necesario para reflexionar, valorar y asimilar la situaci¨®n (un tiempo que nuestro subconsciente utilizar¨¢ para ordenar las ideas y poner cada pieza en su sitio), al comunicar la decisi¨®n, si lo hacemos de sopet¨®n, no dejamos a los dem¨¢s margen alguno para prepararse y los enfrentamos sin preaviso a un impacto emocional profundo, debido a un cambio que muchas veces es ya irreversible. Lo m¨¢s probable es que este impacto les haga reaccionar impulsivamente, presos del temor.
Preparando el terreno
"Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender" (Marie Curie)
Si compartimos nuestros planes con los dem¨¢s desde el principio, y antes de haber tomado una decisi¨®n firme, nos arriesgamos a sufrir presiones y a no poder tomar nuestra decisi¨®n en libertad. Y si esperamos al final a comunicarlos, cuando ya no hay vuelta atr¨¢s posible, podemos provocar reacciones desmesuradas y acabar siendo v¨ªctimas de una profunda incomprensi¨®n.
?C¨®mo podemos evitar ambos riesgos? La soluci¨®n no es f¨¢cil y pasa por actuar en dos fases: en la primera, mientras tomamos nuestra personal decisi¨®n, podemos abstenernos de compartir nuestras intenciones. Podemos no desvelar nada mientras la decisi¨®n no sea firme, y as¨ª la podremos tomar sin ning¨²n tipo de interferencia o condicionamiento. En la segunda, y una vez nos sintamos seguros con nuestra decisi¨®n, reiniciaremos mentalmente el proceso, actuando paso a paso, comparti¨¦ndolo con los dem¨¢s, d¨¢ndoles as¨ª tiempo para mentalizarse, para ir haci¨¦ndose a la idea, hasta poder aceptar nuestro cambio.
Esto significa que a la hora de comunicar grandes cambios podemos esperar a tener clara la decisi¨®n, pero no podemos esperar al ¨²ltimo momento, porque necesitaremos un tiempo prudente para realizar todo el proceso de comunicaci¨®n. Significa tambi¨¦n que es importante no comunicar las grandes decisiones cuando sean a los ojos de los otros completamente irreversibles. Si no hay margen de maniobra, nos encontraremos muy probablemente con una reacci¨®n de angustia por parte de ellos.
Un buen punto de partida para el proceso de comunicaci¨®n es que empecemos por compartir con los dem¨¢s el estado en que nos encontramos, y que justifica la decisi¨®n que vamos a tomar (estamos frustrados por un estancamiento profesional, estamos desmotivados por una mala relaci¨®n laboral, estamos ilusionad¨ªsimos con un nuevo proyecto que se va a realizar?). Esto exige, de entrada, preguntarse uno mismo con sinceridad por la causa, por el motivo de este cambio, que no tiene por qu¨¦ nacer siempre del conflicto, sino que puede proceder tambi¨¦n de la ilusi¨®n.
En segundo lugar, es recomendable retroceder mentalmente en el tiempo y volver a andar el camino andado al tomar la decisi¨®n, pero esta vez comparti¨¦ndolo con los dem¨¢s. Los tiempos ser¨¢n distintos, y podemos rehacer el camino saltando algunas etapas, pero es una buena forma de hacer participar al otro del proceso de reflexi¨®n hasta la decisi¨®n, y ayudar¨¢ a que la acepten y la comprendan. La ventaja de hacerlo as¨ª es que nosotros, como conocemos el punto de llegada, nos mantendremos firmes en nuestra decisi¨®n. Pero los dem¨¢s podr¨¢n ir siguiendo el proceso, podr¨¢n irse haciendo a la idea, de manera que puedan finalmente tener una respuesta serena.
Reacciones imprevisibles
"De lo que tengo miedo es de tu?miedo" (William Shakespeare)
Lo hagamos como lo hagamos, es importante que estemos preparados para recibir, de entrada, cualquier tipo de reacci¨®n. Las noticias inesperadas, aun preparando el terreno,?producen reacciones impulsivas, muchas veces desmesuradas, de las que quienes las manifiestan se arrepienten en relativamente poco tiempo. As¨ª, cuando nos enfrentamos a comunicar un gran cambio, debemos prepararnos para estas respuestas. Saber que lo normal es que se produzcan y que las primeras reacciones suelen ser negativas, porque son producto del temor de aquellos que las tienen. Si contamos ya de entrada con ellas, las podremos vivir sin dolor.
El hecho es que queremos el m¨¢ximo respeto y libertad para nuestras decisiones, pero en la mesura en que estas influyen en la vida de los que nos rodean, debemos respetar tambi¨¦n su reacci¨®n. Hemos de barajar la posibilidad de su falta de comprensi¨®n inicial, incluso de su enfado o su poca predisposici¨®n a entender o escuchar nuestros motivos. Pero debemos vivirlo con naturalidad, sin reaccionar nosotros a su primera reacci¨®n.
Y si al final nos hacen dudar? Si nuestra convicci¨®n se tambalea, ser¨¢ una se?al de que en el fondo no lo ten¨ªamos tan claro, y habr¨¢ sido bueno que ocurriera. M¨¢s vale entrar en crisis en esta etapa que con las decisiones tomadas y ejecutadas.
AMPLIAR MIRAS
1. Pel¨ªculas
- 'El padre de la novia' ('remake' del cl¨¢sico de Vincente Minnelli), dirigida en 1991 por Charles Shyer y protagonizada por Steve Martin y Diane Keaton, ofrece un completo recorrido por las irracionales reacciones de un padre al que su hija sorprende con la decisi¨®n de su boda.
- 'El club de los poetas muertos', dirigida en 1989 por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams, nos ofrece una dram¨¢tica visi¨®n de la incomprensi¨®n de un padre en la decisi¨®n de su hijo respecto de su proyecto vital.
2. Libros
- 'Pr¨ªncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra', el superventas de John Irving, ofrece tambi¨¦n una impactante narraci¨®n de las repercusiones emocionales que tienen en los dem¨¢s imprevistos cambios vitales.
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