China reivindica en EE UU su estatus de superpotencia
La gira de Hu demuestra que el reto de Pek¨ªn es m¨¢s econ¨®mico que ideol¨®gico
El presidente de China, Hu Jintao, concluy¨® ayer su viaje de cuatro d¨ªas a Estados Unidos con una escala en Chicago, donde visit¨® una empresa china, un centro de estudios chino y una sala de exposiciones china. Era, en parte, un reconocimiento al alcalde de esa ciudad, Richard Daley, que ha visitado China todos los a?os de su ¨²ltimo mandato y ha conseguido atraer a medio centenar de industrias chinas. Pero ning¨²n ¨¦xito es m¨¢s destacable que el funcionamiento del Instituto Confucio de Chicago, donde -?olviden el Liceo Franc¨¦s y el Instituto Brit¨¢nico!- miles de j¨®venes norteamericanos est¨¢n aprendiendo chino.
Una de las hijas de Barack y Michelle Obama, Sasha, ha avanzado tanto en su conocimiento del chino que, pese a tener solo nueve a?os, ya pudo intercambiar unas frases con el propio Hu cuando este acudi¨® el mi¨¦rcoles a la cena de gala con la que se le obsequi¨® en la Casa Blanca.
La potencia oriental es hoy la expresi¨®n suprema del triunfo del capitalismo
Si alguien duda a¨²n de la penetraci¨®n de China en Estados Unidos es que no ha estado nunca en este pa¨ªs, que no solamente cuenta con China como su principal financiador sino que depende de los productos baratos fabricados en China para mantener su calidad de vida. En otras palabras, China es ya, indiscutiblemente, un sost¨¦n imprescindible del sue?o americano.
Algunos ven eso como una gran amenaza, entre ellos los sindicatos, impermeables a la modernidad, y la extrema derecha populista -el comentarista radiof¨®nico Rush Limbaugh se ha burlado de Hu imitando su acento en grosera ridiculizaci¨®n-. Otros lo ven, en cambio, como una gran oportunidad, principalmente los emprendedores, que miran a China como la nueva frontera. Ayer mismo, el presidente de Caterpillar, que vende 2.000 millones de d¨®lares (unos 1.500 millones de euros) en productos en China y cuenta all¨ª con unos 8.000 trabajadores, pidi¨® al Gobierno resolver todos los asuntos pendientes con Pek¨ªn, desde el valor de la moneda a las reglas comerciales, "con car¨¢cter de m¨¢xima urgencia".
El viaje de Hu ha sido, por tanto, un gran ¨¦xito desde el punto de vista chino, en la medida en que ha ayudado a comprender a la sociedad norteamericana la necesidad urgente de acomodarse a la existencia de otra superpotencia. Desde el punto de vista de Estados Unidos tambi¨¦n destacan los aspectos positivos de la visita sobre los negativos: Hu ha exhibido una ret¨®rica esperanzadora sobre derechos humanos y ha dejado clara, sobre todo con su presencia ante el Congreso, la voluntad de su pa¨ªs de que, al menos en esta fase, este nuevo mundo bipolar progrese en paz.
Los dos pa¨ªses van a necesitar un periodo de adaptaci¨®n que no ser¨¢ f¨¢cil. En cuanto a China, tendr¨¢ que aprender que el reconocimiento como gran potencia acarrea responsabilidades de gran potencia, en un mundo que no tolera la censura de Google y que gana en transparencia, intercomunicaci¨®n y derechos que a menudo se contradicen con el modelo y la tradici¨®n china.
EE UU tiene m¨¢s pr¨¢ctica en el trato con un contendiente de similar peso, pero nunca -el caso de Jap¨®n es diferente- hab¨ªa competido con otro gigante capitalista. China es hoy la expresi¨®n suprema del triunfo del capitalismo. Es el mayor prestamista del mundo, por encima del Banco Mundial. Ni EE UU ni sus aliados europeos, grandes abanderados de la causa del capitalismo como promotor de la libertad, pueden ahora negarle a China el rumbo que el desarrollo del capitalismo impone: su expansi¨®n.
Obama dijo en la conferencia de prensa de esta semana que "el avance de China es bueno para EE UU y para el mundo". Es una afirmaci¨®n discutible desde la perspectiva de algunos valores ¨¦ticos. No la compartir¨ªan, por ejemplo, el premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo o el Dalai Lama. Pero de lo que no hay duda es de que el avance de China, la expansi¨®n del capitalismo chino, es inevitable porque la supervivencia del modelo depende de ello. China no ha llegado a Am¨¦rica Latina para expandir su ideolog¨ªa sino sus mercados. No est¨¢ en buenos t¨¦rminos con Ir¨¢n porque simpatiza con su r¨¦gimen sino porque necesita su petr¨®leo. Exactamente igual que EE UU con Arabia Saud¨ª. Y, probablemente, se despegar¨¢ de Corea del Norte porque prefiere una pen¨ªnsula consumista -no comunista- en Corea. Las reglas del capitalismo.
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