Brindis con fondo de jazz
Jazz de fondo en vivo, cena de gala y pompa, brillan las ara?as de luz sobre las mesas de la Casa Blanca. El presidente Obama, que acaba de superar el ecuador de su mandato, honra en la Casa Blanca al m¨¢ximo l¨ªder chino, Hu Jintao. El premio nobel de la Paz 2009 sienta a su mesa al secretario general del Partido Comunista de China, carcelero del premio nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo. Hu y Barack comparten la mesa central con Henry Kissinger, 88 a?os, art¨ªfice junto con Nixon hace m¨¢s de tres d¨¦cadas del deshielo de las relaciones entre Estados Unidos y China. Barbara Streisand, la actriz de la que Hu se declara fan, tambi¨¦n est¨¢ en la mesa principal: "creo que porque fui camarera en un restaurante chino". Se escenifica la entrada de China en la liga de los supergrandes. Kissinger comenta que a China hay que aceptarla tal como es. A los brindis, Obama levanta su copa y dice que, pese a las diferencias, EE UU y China comparten la reverencia por la familia, el trabajo duro y el deseo de dar a nuestros hijos una vida mejor. Hu asiente satisfecho porque cree que su mensaje ha sido aceptado: EE UU y China deben respetar el sistema de valores del otro. Ha escuchado de Obama que EE UU no quiere bloquear la emergencia de China como superpotencia y ha prometido que su ascenso ser¨¢ pac¨ªfico.
Pek¨ªn habla ya de t¨² a t¨² a EE UU. Es su principal banquero. Escucha inm¨®vil sus peticiones
Hu Jintao ya est¨¢ de retirada. En 2012 una nueva generaci¨®n de l¨ªderes ya designada ocupar¨¢ el poder en Pek¨ªn. Con su visita de estado a Washington estabiliza la dif¨ªcil relaci¨®n con EE UU, y despeja el peligro de una confrontaci¨®n, impensable por la telara?a de interdependencia tejida entre EE UU y China al amparo de la globalizaci¨®n. Hu ha encajado las cr¨ªticas expl¨ªcitas por la represi¨®n de los derechos humanos. Ten¨ªa la respuesta preparada y escrita. "China necesita todav¨ªa hacer mucho en t¨¦rminos de derechos humanos". Estas palabras, que fueron la noticia en occidente, no llegaron a la poblaci¨®n china. El principal informativo del pa¨ªs, a las siete de la tarde en CCTV, las silenci¨®. Cuando el presidente chino habla de derechos humanos se refiere en realidad a la mejora de la calidad de vida y al esfuerzo, todav¨ªa inacabado, por sacar de la pobreza a cientos de millones de habitantes. Y a realizar esta operaci¨®n con estabilidad y cohesi¨®n social, manteniendo el orden. No est¨¢ pensando en elecciones libres o separaci¨®n de poderes. El crecimiento portentoso de China, aguanta un s¨®lido 10%, legitima su modelo autocr¨¢tico y concede credibilidad exterior a un sistema que incluso puede exportar.
China habla ya de t¨² a t¨² a EE UU. Es su principal banquero. Escucha inm¨®vil las peticiones de Washington de que reval¨²e el yuan para reequilibrar una balanza comercial muy deficitaria (exporta cinco veces menos de lo que importa de China). Hu se ha permitido poner en duda el papel del d¨®lar como divisa de referencia. Reta a Washington en el Pac¨ªfico, hasta ahora considerado un oc¨¦ano norteamericano, y construye una "cadena de perlas", con puertos en el ?ndico, desde el Golfo P¨¦rsico hasta el estrecho de Malaca, para proteger la llegada de sus importaciones masivas de petr¨®leo. Obama sabe que China es adem¨¢s un elemento de pol¨ªtica dom¨¦stica con influencia electoral: sus ciudadanos culpan a China de la p¨¦rdida de puestos de trabajo en EE UU. Tiene que pelear con un Congreso con mayor¨ªa republicana, m¨¢s proteccionista. Obama ha obtenido con la visita de Hu el compromiso de la compra por China de 200 aviones Boeing y otros productos norteamericanos por valor de 33.000 millones de euros. El 47% de los estadounidenses cita a China, equivocadamente, como el primer poder econ¨®mico mundial, frente al 31% que dice que es EE UU, seg¨²n un sondeo de Pew. Reaparece la idea del declinar del pa¨ªs. Am¨¦rica en declive. Esta vez es verdad, titula en su ¨²ltima portada la revista Foreign Policy.
Asistimos, 30 a?os despu¨¦s, el triunfo de Deng Xiaoping, "el hombre con el cerebro redondo y cabeza cuadrada", como le defin¨ªa Mao. El art¨ªfice del desarrollo econ¨®mico y modernizaci¨®n de China, el socialismo con peculiaridades chinas. Un capitalismo de mercado con fuerte presencia del Estado, todav¨ªa se rige por planes quinquenales, sin democracia pol¨ªtica. Hasta hace muy poco, China practicaba la filosof¨ªa de humildad de Deng: protej¨¢monos tras nuestro subdesarrollo, "no portar la bandera ni encabezar la ola". Ya no es necesario esconderse. China ya ha llegado. Con un modelo triunfante en lo econ¨®mico sin la homologaci¨®n pol¨ªtica de la democracia. ?Hasta cu¨¢ndo? Apasionante siglo sin due?o el XXI, que podr¨ªa acabar siendo el siglo de alg¨²n otro.
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