El ruido y las nueces
Oigamos primero, de entre el ruido, algunas afirmaciones muy recientes realizadas por los se?ores A, B, C, D y E. Se?or A: "Se ha llegado al punto de que las ¨¦lites pol¨ªticas regionales solo afirman su competencia negando la del Estado". Se?or B: "?Por qu¨¦ no rebobinamos
[al momento constituyente] y resituamos el nivel competencial de cada comunidad aut¨®noma a la capacidad y a la voluntad de autogobierno de cada una?". Se?or C: "Ha habido un desmelenamiento para tirar de la manta cada uno a su antojo y el resultado no es el fortalecimiento del Estado y las comunidades aut¨®nomas, sino que se fortalecen las comunidades a costa del Estado". Se?or D: "Habr¨¢ una propuesta de organizar mejor el Estado auton¨®mico". Y se?or E: "Ponemos encima de la mesa ideas razonables y razonadas, apoyadas por la experiencia espa?ola y europea, para hacer racional nuestro Estado auton¨®mico y asegurar que con sus 17 autonom¨ªas y sus dos ciudades aut¨®nomas sea sostenible".
La diferencia de trato que dio el Gobierno al Estatut frente a esta Xunta y el bipartito es f¨¢cil de probar
No es, ciertamente, la primera vez que se genera ruido en relaci¨®n con la configuraci¨®n del Estado de las Autonom¨ªas, cuya principal caracter¨ªstica dentro de los distintos -y muchas veces distantes- sistemas pol¨ªticos federales es precisamente su indeterminaci¨®n constitucional en cuanto al reparto competencial entre las instituciones centrales del Estado y las auton¨®micas. Recu¨¦rdese, sin ir m¨¢s lejos, alguna de las cosas que se dec¨ªan all¨¢ por 2006, cuando ya se hab¨ªa rechazado en el Congreso el Plan Ibarretxe y cuando la reforma estatutaria catalana daba sus primeros pasos. El mismo sr. A, que ocupaba entonces el mismo cargo que hoy en d¨ªa, afirmaba en relaci¨®n con las reformas estatutarias: "Salvando todas las distancias, algo parecido ocurri¨® en el momento de la disoluci¨®n de la URSS, en el que los dirigentes comunistas, viendo que aquello se disolv¨ªa, se envolvieron en las banderas nacionalistas de las rep¨²blicas en que vivir¨ªan para seguir manteniendo el poder. Algo de eso, aunque m¨¢s sutilmente, est¨¢ sucediendo en Espa?a".
Pero s¨ª es la primera vez que este ruido coincide con una crisis econ¨®mica que est¨¢ empobreciendo a la sociedad espa?ola y, en consecuencia, reduciendo los ingresos de todas las administraciones p¨²blicas, que a su vez tienen limitada su capacidad de endeudamiento, lo que dificulta el mantenimiento del estado del bienestar. Y que esa crisis, de la que los ciudadanos hacen responsable en buena medida (sin que en ello les falte raz¨®n) al Gobierno socialista, coincida con unas elecciones municipales y en la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas.
Segundo, las nueces. Desde que se empez¨® a gestar la crisis hasta hoy, el Gobierno no ha activado ninguno de los mecanismos institucionales previstos para coordinar la pol¨ªtica econ¨®mica y de gasto con las comunidades aut¨®nomas, principales responsables del gasto en bienestar. Como la Conferencia de Presidentes, tan apreciada en sus inicios por el presidente del Gobierno. Y cuando lo ha hecho, por ejemplo en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, ha sido para imponer sus criterios, hasta el punto de facilitar a las autonom¨ªas la documentaci¨®n sobre los acuerdos de financiaci¨®n y d¨¦ficit apenas unas horas antes de la celebraci¨®n de las reuniones. Simult¨¢neamente, es f¨¢cil comprobar la asimetr¨ªa entre el discurso autonomista mantenido en relaci¨®n con el parcialmente inconstitucional estatuto catal¨¢n y el trato recibido por Galicia (ahora y con el bipartito) en relaci¨®n con los traspasos competenciales (tr¨¢fico); o en relaci¨®n con la prerrogativa de suspender leyes auton¨®micas (cajas, cat¨¢logo farmac¨¦utico).
El futuro del Estado auton¨®mico, que est¨¢ muy mayoritariamente consolidado en la opini¨®n p¨²blica, requiere reflexi¨®n y alguna reforma. Es, como todos sabemos, la ¨²nica cuesti¨®n de car¨¢cter constitucional que est¨¢ pendiente de un consenso m¨¢s o menos definitivo. Pero cosa diferente es la utilizaci¨®n de la coyuntura (la crisis) en clave estrictamente electoral para denigrar al contrario; para distraer la atenci¨®n de los problemas m¨¢s graves que afectan a la ciudadan¨ªa (el paro, la ca¨ªda de la renta disponible); o para diluir en otros (las comunidades aut¨®nomas, las cajas) la responsabilidad por los errores propios.
El ruido, que es ideol¨®gicamente diverso, no se corresponde siempre con las nueces. Por si sirve de muestra, he aqu¨ª el peque?o bot¨®n que, sin mucha dificultad, se ha encontrado (Google mediante) en apenas unos minutos: El sr. A es Alfonso Guerra, presidente de la Comisi¨®n de Asuntos Constitucionales. El sr. B es Josep Antoni Dur¨¢n, portavoz de CiU en el Congreso. El sr. C es Rodr¨ªguez Ibarra, expresidente extreme?o. El sr. D es Marcelino Iglesias, actual secretario de organizaci¨®n del PSOE. Y el Sr. E es Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el presidente del Gobierno de Espa?a que, en t¨¦rminos cuantitativos, m¨¢s volumen de traspasos realiz¨® a las CC. AA.
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