Aprendices de esp¨ªa
El azar ha hecho coincidir dos sucesos: el inicio del juicio oral contra el exjefe de la Inspecci¨®n Tributaria de Vizcaya, y el levantamiento del secreto del sumario en el proceso por supuesto espionaje de un dirigente del PNV en ?lava y de dos ertzainas destinados en la Unidad Antiterrorista. Adem¨¢s, sigue su curso otra investigaci¨®n judicial sobre espionaje inform¨¢tico en la sociedad p¨²blica SPRI imputado a un alto cargo de la Administraci¨®n Ibarretxe. Con independencia de las decisiones judiciales que en su d¨ªa se dicten sobre si se han cometido o no delitos, y respetando la presunci¨®n de inocencia que asiste entre tanto a los imputados, la mera incoaci¨®n de los procesos, y lo ya conocido sobre el contenido de las actuaciones judiciales practicadas hasta hoy, pone de manifiesto unos hechos y unas pr¨¢cticas de la m¨¢xima gravedad en todo Estado democr¨¢tico, y obliga a una reflexi¨®n profunda sobre lo que para m¨ª es la cuesti¨®n esencial de todo este asunto: ?estamos ante unos hechos aislados, inconexos entre s¨ª, imputables s¨®lo a la debilidad moral de los implicados, o ante unos s¨ªntomas de una enfermedad latente en el sistema institucional y administrativo de nuestra comunidad? De la respuesta a esta pregunta depender¨¢ si el problema se acaba con la condena judicial o con la expulsi¨®n de su partido de los supuestos autores, o si se requieren otras medidas de mayor calado que saneen el sistema e impidan unas infecciones semejantes a las que se han producido.
Todav¨ªa hoy en la administraci¨®n vasca hay muchos misioneros de Sabino La confusi¨®n entre el inter¨¦s general y el partidario socava el Estado de Derecho
Es para m¨ª evidente que estos no son unos casos de posible corrupci¨®n econ¨®mica, de puro y simple latrocinio en beneficio propio. Tampoco me creo que lo sucedido obedezca a la locura o a la imbecilidad de un alto cargo o de un pol¨ªtico y dos polic¨ªas, m¨¢s o menos aficionados a los juegos de esp¨ªas y al, para algunos, fascinante mundo de los servicios secretos. En mi opini¨®n, los implicados en estos turbios asuntos, que quiz¨¢ no sean delito pero que en todo caso son pol¨ªticamente inaceptables, operaban en el convencimiento de que estaban as¨ª contribuyendo a construir el pa¨ªs de sus enso?aciones nacionalistas. Y esto es precisamente lo m¨¢s aterrador de lo ocurrido. Un sistema democr¨¢tico razonablemente sano siempre acaba por expulsar a los que roban, a los que sobornan y a los que se lucran en el ejercicio de sus funciones. Lo que socava, hasta la ruina, los fundamentos del Estado de Derecho es la confusi¨®n entre el inter¨¦s general y el partidario, el uso de las potestades legales para imponer una ideolog¨ªa determinada en perjuicio de otras, alterando o impidiendo la igualdad de oportunidades y el juego limpio en la confrontaci¨®n pol¨ªtica.
En Euskadi tenemos un problema muy serio que deriva de la manera en que se fue configurando nuestra administraci¨®n p¨²blica, y que no se soluciona con unas cuantas condenas o expulsiones. En 1979 se empez¨® a construir el aparato administrativo vasco pr¨¢cticamente desde cero, y el EBB del PNV fue colocando a personas de su total confianza en todas las ¨¢reas, en especial aquellas en las que se obtiene y se maneja informaci¨®n confidencial y sensible. Esas personas fueron convocadas por sus convicciones nacionalistas, y muchos respondieron a la llamada del partido como el misionero responde a la de su iglesia. Pensaban que era el momento y la oportunidad hist¨®rica para construir la naci¨®n vasca, tal y como la concibe el PNV, y no solo unas instituciones democr¨¢ticas neutrales, esto es, regidas por los valores supremos de la justicia y del pluralismo. Todav¨ªa hoy en la administraci¨®n p¨²blica de Euskadi hay muchos misioneros de Sabino, convencidos de que todo aquello que conduzca a la conversi¨®n de los infieles al nacionalismo es bueno para el pa¨ªs, y, por tanto, leg¨ªtimo desde su punto de vista, incluida, si fuera necesario, la intromisi¨®n en la privacidad de los ciudadanos o la utilizaci¨®n para fines pol¨ªticos de los instrumentos de poder y de la informaci¨®n de los que son depositarios. Son los que hacen un uso alternativo de la ley y del ejercicio de su funci¨®n porque no saben ser imparciales, ya que han hecho de su ideolog¨ªa una especie de religi¨®n o de valor supremo en s¨ª mismo. Por ello, no es casual que el mayor obst¨¢culo que est¨¢n encontrando, lo confiesen p¨²blicamente o no, quienes gobiernan en estos momentos en Euskadi sea precisamente la resistencia de una parte significativa y relevante de funcionarios militantes de una ideolog¨ªa esencialista, y no servidores imparciales y leales con las instituciones de todos, y por tanto con quienes en cada momento las representan leg¨ªtimamente.
Este pa¨ªs puede ser ahogado o corrompido por una sobredosis de patriotismo que, no lo olvidemos, normalmente acaba siendo refugio, no de los idealistas que lo promovieron, entre cuales puede estar alguno de los implicados en los hechos que comentamos, sino de los bribones que encuentran a su amparo la tapadera y la excusa perfecta para medrar. Este pa¨ªs tiene que comprender que la base indispensable para que cualquier sociedad progrese en un sistema democr¨¢tico es contar con una administraci¨®n p¨²blica imparcial, profesional, independiente, en la que la lealtad de sus integrantes est¨¦ reservada exclusivamente a la instituci¨®n a la que sirven, y no al partido al que leg¨ªtimamente puedan pertenecer como ciudadanos. Solo de esa manera se puede garantizar que no surjan nuevos aprendices de esp¨ªa, o extorsionadores pol¨ªticos, y que los ciudadanos mantengan la indispensable confianza en las instituciones, seguros de que su intimidad y todos sus derechos b¨¢sicos est¨¢n protegidos.
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