"Leila Trabelsi fue la jefa de la orquesta"
Para Slim Chiboub, de 52 a?os, yerno del derrocado presidente tunecino, lo sucedido en T¨²nez tiene una responsable, Leila Trabelsi, de 53 a?os, la segunda esposa de Zine el Abidine Ben Ali, de 72 a?os. "Ella ha sido la jefa de la orquesta", repite al tel¨¦fono. "Ella le puso un antifaz con el que le ocult¨® la realidad", insiste.
Chiboub, un pr¨®spero hombre de negocios y presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico tunecino, est¨¢ casado con Dorsaf, una de las tres hijas del primer matrimonio de Ben Ali, quien, tras desempe?ar durante 23 a?os la jefatura del Estado, huy¨® del pa¨ªs el 14 de enero y se exili¨® en Yeda (Arabia Saud¨ª). Ben Ali se separ¨® de su primera esposa, Naima Kefi, para contraer matrimonio, en 1992, con Leila Trabelsi, apodada La Regenta.
"Aplazo el regreso porque en T¨²nez se produce una cierta caza de brujas"
"Yo no me escap¨¦ de T¨²nez", asegura Chiboub al tel¨¦fono desde Dub¨¢i, donde se instal¨® hace unos 10 d¨ªas. "El 14 de enero estaba en Tr¨ªpoli", recuerda. "Esa tarde se cerr¨® el espacio a¨¦reo tunecino y mi vuelo de regreso se cancel¨®", a?ade. "En T¨²nez hab¨ªa saqueos -mis propiedades fueron destruidas- y opt¨¦ por prolongar mi estancia en el extranjero por razones de seguridad". Se reuni¨® con su familia en el emirato.
Chiboub describe a su suegro como un hombre casi secuestrado "por una camarilla que le imped¨ªa estar al corriente de lo que suced¨ªa". En ella incluye a Rafik Belhaj Kacem, que fue ministro del Interior hasta dos d¨ªas antes de la ca¨ªda del r¨¦gimen; al principal consejero presidencial, Abdelwahad Abdallah, y a su ¨²ltimo portavoz, Abdelaziz Ben Dhia.
"Pero la que llevaba la voz cantante era Leila", recalca Chiboub, aunque en los ¨²ltimos d¨ªas la esposa estaba en Dub¨¢i mientras Ben Ali permanec¨ªa en T¨²nez. "Desde hac¨ªa muchos a?os hab¨ªa hecho una limpia entre los colaboradores y amigos del presidente para colocar a sus esbirros" y a sus familiares.
"Entre los primeros que fueron apartados figur¨¢bamos nosotros, los Chiboub", prosigue. "En 1999 Leila obtuvo mi cabeza y a partir de entonces ya solo visit¨¦ a mi suegro de manera intermitente, casi nunca desde 2002". "La ¨²ltima vez que le vi fue en verano". "No acudi¨® a la pedida de mano de mi hija, pero s¨ª a su boda en julio pasado".
De aquel ¨²ltimo encuentro Chiboub guarda un recuerdo amargo: "Solo permaneci¨® 15 minutos, acompa?ado por Leila, y no permiti¨® que nadie se le acercase". "Estaba f¨ªsicamente algo disminuido", asegura. "Caminaba con cierta dificultad". "Ella le releg¨® a un segundo plano". "?l ya no era el hombre que captaba la realidad a la primera".
Cuando faltaba menos de una semana para el desmoronamiento del r¨¦gimen y Leila ya se hab¨ªa marchado del pa¨ªs, "los antiguos allegados nos movilizamos para que el presidente recibiera, por fin, una informaci¨®n adecuada sobre la gravedad de la situaci¨®n", explica Chiboub.
"A trav¨¦s de Ali Seriati [jefe de la seguridad presidencial] le hice llegar un mensaje", precisa. "Le dijimos que estaba mal asesorado y por eso no identificaba los problemas". "Le sugerimos ideas, propuestas". "Creo que las tom¨® en cuenta para su ¨²ltima alocuci¨®n [el 13 de enero]". "Fue entonces cuando dijo: ?Os he comprendido!, pero ya era demasiado tarde". "En cambio, sus primeros discursos estaban fuera de la realidad".
Chiboub no niega que haya habido corrupci¨®n -describe detenidamente los "cuatro ejes" de las malas pr¨¢cticas-, pero afirma: "yo nunca saqu¨¦ provecho de ella". "Aunque algunos se empe?en en hacer una amalgama, los Trabelsi y los Chiboub no tienen relaci¨®n alguna", insiste hasta la saciedad.
"Desaf¨ªo a las autoridades a que encuentren alg¨²n trapo sucio en mis negocios", declara levantando la voz. Aun as¨ª el Gobierno de Berna ha bloqueado sus cuentas en Suiza.
"No tengo nada que reprocharme y por eso quise volver a T¨²nez hace tres d¨ªas", confiesa al tel¨¦fono. Pero unos amigos le disuadieron. "Me dicen, y debe de ser verdad, que en T¨²nez se lleva a cabo una aut¨¦ntica caza de brujas y yo soy un s¨ªmbolo". "Pero regresar¨¦ y me mover¨¦ como antes, sin guardaespaldas, sin ch¨®fer", vaticina.
?C¨®mo est¨¢ Dorsaf, la hija del presidente? "Sufre desde hace mucho tiempo, desde que fuimos apartados", responde. "Pero quiere y apoya a su padre no desde un punto de vista pol¨ªtico -no le interesa la pol¨ªtica-, sino afectivo". ?C¨®mo ve el porvenir de T¨²nez? "Dejemos la conversaci¨®n para dentro de un tiempo, cuando las aguas vuelvan a su cauce".
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