Miles de yemen¨ªes exigen en las calles de San¨¢ el fin del r¨¦gimen
Los manifestantes se rebelan contra la corrupci¨®n, el nepotismo y la miseria
Miles de yemen¨ªes se manifestaron ayer por las calles de San¨¢ exigiendo una mejora de sus condiciones de vida y el fin a los 32 a?os de presidencia de Ali Abdal¨¢ Saleh. Como en el caso de T¨²nez que les ha servido de inspiraci¨®n, los yemen¨ªes se quejan de la carest¨ªa de los alimentos, de la corrupci¨®n y del nepotismo. Pero la fragilidad del Estado, con un movimiento separatista en el sur, una insurrecci¨®n en el norte y los tent¨¢culos de Al Qaeda aprovechando la ausencia del Gobierno central en la mayor parte del pa¨ªs, hace que Yemen corra el riesgo de convertirse en una nueva Somalia m¨¢s que en otro T¨²nez.
"La gente se manifiesta por la falta de trabajo y de justicia", explica Jaled desde San¨¢. "Adem¨¢s, cada d¨ªa hay m¨¢s v¨ªctimas tanto civiles como militares en el sur", a?ade este hombre que a pesar de su formaci¨®n universitaria lleva meses en el paro.
El presidente busca un mandato vitalicio tras 32 a?os en el poder
La oposici¨®n parlamentaria, que intenta capitalizar el efecto T¨²nez ante las elecciones previstas para el pr¨®ximo abril, convoc¨® cuatro manifestaciones en otros tantos puntos de la capital yemen¨ª con el fin de dividir a las fuerzas policiales. La principal tuvo lugar ante la Universidad de San¨¢, y reuni¨® a unas 10.000 personas. Al menos otras 6.000 acudieron a las otras convocatorias. En Ad¨¦n, un hombre intent¨® inmolarse.
Desde el derrocamiento de Zine el Abidine Ben Ali, estudiantes y activistas han llevado a cabo numerosas protestas en diversas ciudades, pero la de ayer ha sido la m¨¢s concurrida y la que m¨¢s directamente ha cuestionado a Saleh, algo que hasta ahora pocos se atrev¨ªan a hacer en p¨²blico.
"Solo aceptaremos que se vaya el presidente", declar¨® el diputado independiente Ahmed Hashid, citado por la agencia Reuters. A pesar del despliegue policial, no se produjeron incidentes significativos.
Saleh, de 68 a?os, ha intentado rebajar la tensi¨®n anunciando el pasado domingo un aumento de los salarios para todos los funcionarios y miembros de las fuerzas de seguridad de al menos 47 d¨®lares mensuales (unos 35 euros), una cifra significativa en un pa¨ªs cuya renta per c¨¢pita apenas alcanza los 1.000 d¨®lares anuales. El mandatario tambi¨¦n ha negado que planee instalar a su hijo Ahmad en la presidencia, como denuncia la oposici¨®n.
Este cabo que lleg¨® al poder en Yemen del Norte en 1978, asumi¨® en 1990 la presidencia del pa¨ªs unificado. Saleh logr¨® la victoria en las elecciones presidenciales convocadas en 1999 con m¨¢s del 90% de los sufragios, y repiti¨® en 2006 con el 77%.
Aunque su mandato concluye en 2013, una enmienda constitucional que actualmente debate el Parlamento contempla su elecci¨®n vitalicia.
Ante las protestas de la oposici¨®n y el malestar generalizado entre la poblaci¨®n, el partido del presidente dio marcha atr¨¢s la semana pasada barajando la posibilidad de introducir una enmienda en la reforma que limitar¨ªa el mandato presidencial a un m¨¢ximo de dos periodos de cinco o siete a?os.
Los l¨ªderes de la oposici¨®n rechazaron la idea, ya que la formulaci¨®n de la enmienda habr¨ªa permitido a Saleh presentarse a otros dos mandatos.
As¨ª que los yemen¨ªes exhib¨ªan ayer pancartas en las que se le¨ªa "Ben Ali se fue despu¨¦s de 20 a?os, 30 a?os en Yemen ya basta". "Es tiempo de cambiar", coreaban los manifestantes.
Pero m¨¢s all¨¢ de su apego al poder, lo que tiene a los yemen¨ªes indignados es la vergonzosa gesti¨®n de las finanzas p¨²blicas. Saleh utiliza el Gobierno para comprar lealtades en detrimento de un genuino desarrollo del pa¨ªs.
Lo mismo sucede con la ayuda militar que Estados Unidos facilita a Saleh para combatir a las c¨¦lulas de Al Qaeda presentes en Yemen, tal como revelaron los papeles del Departamento de Estado publicados por EL PA?S el pasado diciembre.
Mientras tanto, la tasa de paro alcanza al menos el 35%, seg¨²n se?al¨® a Reuters el analista pol¨ªtico Abdul Ghani al Iryani, citando optimistas estimaciones gubernamentales; los ingresos procedentes del petr¨®leo -que representan un 70% del presupuesto del Gobierno- caen sensiblemente; la mitad de los 23 millones de habitantes vive por debajo de la l¨ªnea de pobreza (menos de dos d¨®lares al d¨ªa) y carece de instalaciones sanitarias; un tercio sufre hambre cr¨®nica.
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