El mayor desm¨¢n financiero de nuestra historia
Tengo en el cuerpo la inc¨®moda sensaci¨®n de que estamos a punto de cometer el mayor desm¨¢n financiero de nuestra historia: la entrega de la mitad, ?la mitad!, del sistema financiero espa?ol, a precios de saldo y desguace, a bancos, inversores privados y "fondos buitres", como les llama un conocido y reputado analista financiero, Jos¨¦ Carlos D¨ªez, en su blog.
Quiz¨¢ este malestar es debido a un arrebato de patriotismo. En cualquier caso, las consecuencias ser¨ªan muy importantes. Primero, una concentraci¨®n desmedida y una disminuci¨®n significativa de la competencia bancaria, cuyos perjudicados ser¨¢n familias, profesionales y peque?as y medianas empresas. Segundo, la aparici¨®n de riesgo de exclusi¨®n financiera para personas con baja cultura financiera, que ten¨ªan en la proximidad de las oficinas de las cajas un servicio p¨²blico que los bancos no prestar¨¢n. Tercero, la p¨¦rdida de la Obra Social de las cajas, que act¨²a como un segundo Estado de bienestar, al atender a situaciones sociales adonde no llegaban las pol¨ªticas p¨²blicas. Y, cuarto, la p¨¦rdida de un instrumento de dinamizaci¨®n cultural, especialmente en zonas pobres o alejadas.
Vamos a privatizar la mitad local y social de nuestro sistema a precios de saldo y desguace
El valor econ¨®mico que se perder¨ªa para la sociedad en su conjunto ser¨ªa inmenso. Much¨ªsimo mayor que el valor patrimonial o contable, que es lo que ahora est¨¢ en juego.
Si queremos preservar ese valor econ¨®mico, la soluci¨®n no es la fuga hacia delante, para entregarlas a inversores privados. La soluci¨®n es la vuelta atr¨¢s, hacia lo que nunca deber¨ªan haber dejado de ser.
Las cajas son una instituci¨®n financiera peculiar. Su mercado geogr¨¢fico natural es el local y provincial. Y su funci¨®n natural el cr¨¦dito a las familias y pymes. Ese mercado y esa operativa eran coherentes con una espec¨ªfica estructura de propiedad distinta de la de los bancos.
Ha sido una historia de ¨¦xito, hasta ahora.
A esta situaci¨®n se ha llegado a trav¨¦s de un largo camino de desprop¨®sitos. Son muchos los que han colaborado: legisladores, autoridades, reguladores, supervisores y las propias cajas.
Legisladores, autoridades econ¨®micas y monetarias han puesto un empe?o digno de otras causas en liberalizar las cajas para romper sus fronteras geogr¨¢ficas naturales y dejar que hicieran todo lo que hac¨ªan los bancos. No midieron los riesgos. Esa libertad que se otorg¨® a los directivos chocaba con la lentitud de sus ¨®rganos de gobierno a la hora de tomar decisiones en momentos de crisis.
Los directivos aprovecharon esa liberalizaci¨®n para una expansi¨®n irresponsable y para concentrar las inversiones en inmuebles y suelo. Como los dep¨®sitos de los impositores no daban para financiar la expansi¨®n crediticia, se endeudaron hasta las cejas en los mercados europeos de capital. Riesgo inmobiliario y alto endeudamiento ha sido un c¨®ctel explosivo.
Lo m¨¢s sorprendente es ver c¨®mo el supervisor, el Banco de Espa?a, dej¨® crecer ese riesgo y endeudamiento. Su labor de vigilancia y supervisi¨®n ha sido manifiestamente mejorable. La situaci¨®n actual cuestiona su labor, al menos hasta 2007. No vale ahora echarle la culpa a la "politizaci¨®n" de las cajas. No puede lavarse las manos. Alguna explicaci¨®n merecen los espa?oles y que la autoridad bancaria les diga qu¨¦ har¨¢ en el futuro para desarrollar mejor su funci¨®n.
Las autoridades auton¨®micas y locales han puesto su grano de arena. Al buscar una soluci¨®n en los matrimonios endog¨¢micos han empeorado la situaci¨®n. La uni¨®n de dos contagiados no da lugar a uno sano.
Finalmente, el Gobierno ha estado crey¨¦ndose durante demasiado tiempo su propia mentira: que ten¨ªamos el mejor sistema bancario del mundo mundial. Falt¨® diagn¨®stico precoz para ver el contagio y diligencia en la aplicaci¨®n de la medicina que ten¨ªa a mano: el propio Fondo de Garant¨ªa de las Cajas y el FROB. Ahora todo son prisas y precipitaciones. Y as¨ª nos va.
La soluci¨®n para preservar el valor econ¨®mico que las cajas tienen para la sociedad y la econom¨ªa espa?ola es la intervenci¨®n temporal y la depuraci¨®n de responsabilidades. Esa intervenci¨®n no deber¨ªa llevar aparejada la obligaci¨®n de conversi¨®n en bancos. Al contrario, deber¨ªa forzar a las cajas intervenidas a dar un paso atr¨¢s: volver a recuperar su ¨¢mbito de negocio natural. No es imposible. As¨ª se ha hecho en otros momentos de reforma bancaria.
?Cu¨¢nto costar¨ªa la intervenci¨®n? La vicepresidenta Elena Salgado ha estimado que unos 20.000 millones adicionales, incluyendo bancos. En total, un 3% del PIB. Cantidad manejable, y m¨¢s productiva que los gastos fara¨®nicos en el AVE. Y menor del 6% del PIB que cost¨® la intervenci¨®n del sector privado bancario en los a?os ochenta, desde Rumasa hasta Banesto. En todo caso, ese coste no es nada comparado con el valor econ¨®mico que se perder¨ªa con la desaparici¨®n de las cajas.
Creo que vale la pena salvar las cajas. Si no, el epitafio de los historiadores de nuestro sistema financiero ser¨¢ que "entre todos la mataron, y ella sola se muri¨®".
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Barcelona.
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