Palazuelo, del dibujo a la escultura
Si hubiera que tomarse en serio toda esa literatura de tintes portentosos propiciada por la obra de Palazuelo, esas alusiones a cosmovisiones ilimitadas, a representaciones m¨ªstico-matem¨¢ticas del universo, en donde se encontrar¨ªan el orden y el caos, la energ¨ªa y la vida, el metaf¨ªsico desciframiento del "ritmo profundo de los fen¨®menos del mundo" (como escribi¨® Yves Bonnefoy, declar¨¢ndole disc¨ªpulo de Rimbaud), ya con eso bastar¨ªa para reconocerle su car¨¢cter ¨²nico e irrepetible. En realidad, ¨¦l mismo hablaba de su trabajo como consistente en un "recital visionario"; es decir, arte, y no filosof¨ªa. De manera que su singularidad no deriva tanto de ese pensamiento presocr¨¢tico y oriental (entre Pit¨¢goras y Emp¨¦docles, pasando por la espiritualidad asi¨¢tica) en el que parec¨ªa anclarse, como de su inteligente y devota entrega a la pintura abstracta, as¨ª como a la escultura (y, por tanto, al dibujo).
Pablo Palazuelo. El plano expandido
Sala Municipal de Exposiciones l'Almod¨ª
Plaza de San Luis Bertr¨¢n, 1 Valencia
Hasta el 27 de febrero
Pablo Palazuelo. Par¨ªs, 13 Rue Saint-Jacques (1948-1968)
Museo de Arte Abstracto
Espa?ol de Cuenca
Casas Colgadas. Cuenca
Hasta el 27 de febrero
Con raz¨®n subraya Alfonso de la Torre, comisario de la exposici¨®n en Cuenca, que Palazuelo fue siempre un caso aparte. Nacido en Madrid en 1915, se fue a estudiar a Par¨ªs en 1948. En Espa?a no volver¨ªa a instalarse hasta 1969, y lo m¨¢s sorprendente es que, tras haber recibido premios (el Kandinsky en 1953) y honores (trabajaba para la Maeght mientras participaba en numerosas exposiciones internacionales y en las del Museo de Arte Abstracto de Cuenca), no realizase su primera individual en Espa?a hasta 1973. Caso raro, sin duda. Pero, al fin, todos sabemos de sus estructuras evocadoras de "geometr¨ªas sagradas", desarrolladas a partir de grupos de l¨ªneas b¨¢sicas o pol¨ªgonos germinales, a veces en forma de constelaciones explosivas o enigm¨¢ticamente ordenadas, a veces en forma de superficies en mutuo contacto o aparentemente superpuestas.
Lo interesante de estas dos exposiciones es que en ellas se nos ofrece una versi¨®n m¨¢s terrenal de Palazuelo. En la de Cuenca (Paris, 13 Rue Saint Jacques. 1948-1968) se recogen trabajos de sus a?os en Francia. Las Cosas olvidadas y los Carnets de Villaines, sobre papel, son tempranas pero sutiles muestras de su orientaci¨®n hacia los signos abstractos. Algunas de sus pinturas denotan el influjo de Klee y Kandinsky, y entre ellas no falta el motivo de Omphale, pieza estelar del museo de Cuenca. En cuanto a la muestra en Valencia, se trata de un conjunto de esculturas en donde, como afirma Javier Maderuelo, las im¨¢genes se expanden en el espacio en un proceso de despliegue de las superficies, entre ascendente y envolvente, cuyos fundamentos son el dibujo y la arquitectura.
Estos registros nada tienen de metaf¨ªsico, ni hacen pensar en mandalas o visiones c¨®smicas. Son obras cargadas de humanidad. Las unas nos hablan de la productiva soledad del artista en sus a?os de mayor incertidumbre. Las otras, las esculturas, remiten a los espacios que habita el ser humano, invocando a veces atrios, puertas o paisajes. Palazuelo declar¨® que la intuici¨®n art¨ªstica es, en el fondo, recuerdo. Por eso sus intrincados laberintos nos hablan del mundo, desde luego, pero s¨®lo en unos t¨¦rminos introspectivos que derivan de la experiencia y que toman nota de sus l¨ªmites.

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