La batalla de Himera emerge de las fosas de sus guerreros
El hallazgo de los restos ilumina el decisivo combate que ganaron los griegos a los cartagineses hace 2.500 a?os
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Fue una de las batallas m¨¢s tremendas y decisivas libradas por los antiguos griegos, y en ella tambi¨¦n se jug¨® la suerte de la civilizaci¨®n occidental como la conocemos. Todo el mundo ha o¨ªdo hablar de Salamina y, sin embargo, ?qui¨¦n recuerda Himera? Esa batalla tuvo lugar, seg¨²n Her¨®doto (Libro VII), el mismo d¨ªa que la de Salamina, durante la ¨²ltima semana de septiembre del 480 antes de Cristo, si bien en tierra y muy lejos hacia el oeste. Si junto a la isla de Salamina, cerca de Atenas, los griegos derrotaron a los persas y conjugaron el peligro de caer bajo el yugo del poderoso imperio oriental, hundiendo la incontable flota de Jerjes, frente a Himera, en la costa norte de Sicilia, cerca de Palermo, una coalici¨®n de colonos griegos -mandados por Ter¨®n, tirano de Agrigento, y Gel¨®n, rey de Siracusa- venci¨® a otros peligros¨ªsimos enemigos, otros "b¨¢rbaros", estos occidentales, los cartagineses, salvaguardando uno de los territorios helenos m¨¢s importantes.
Ante la derrota el comandante cartagin¨¦s se arroj¨® a las llamas
La coincidencia de los ataques, el persa y el cartagin¨¦s, hizo pensar a los griegos en un pacto de sus dos grandes enemigos para hacerles la pinza desde el este y el oeste. Las fuentes de la antig¨¹edad -comparan Himera con Platea- hablan de una batalla grandiosa, que ahora confirma la arqueolog¨ªa, y que acab¨® con el enorme ej¨¦rcito cartagin¨¦s completamente derrotado y el suicidio de su comandante, Amilcar (un Mag¨®nida, nada que ver con los B¨¢rcidas), que se habr¨ªa lanzado a las llamas de una pira sacrificial, a lo Dido, evitando la captura.
El combate tuvo algo de guerra de Troya, pero al rev¨¦s: los griegos asediados, que al principio llevaban la peor parte, hasta el punto de que tapiaron las puertas de la ciudad y asaltaron con un ardid -haci¨¦ndose pasar por caballer¨ªa enemiga- el campamento en la playa de los atacantes cartagineses incendiando sus naves varadas. La contienda prosigui¨® en la llanura entre la playa y la ciudad, donde el campo de batalla ha sido ahora localizado.
De la ferocidad de la lucha -"fue grande la carnicer¨ªa", escribe Diodoro S¨ªculo- nos da fe el descubrimiento de los enterramientos de los guerreros griegos ca¨ªdos en la batalla. Los arque¨®logos han hallado incluso varias sepulturas colectivas, verdaderas fosas comunes, con los soldados alineados en una ¨²ltima y espectral revista y todos con heridas escalofriantes, en las que se escucha el eco met¨¢lico de la guerra antigua con toda su ferocidad. Desde el punto de vista cient¨ªfico pueden representar la mayor fuente de informaci¨®n sobre c¨®mo luchaban y mor¨ªan los griegos.
"Hemos excavado siete fosas comunes de la batalla con un centenar de cad¨¢veres, pero hay much¨ªsimas sepulturas individuales m¨¢s de guerreros y 26 tumbas de caballos, muy raras en el mundo griego y que deben tener que ver con ese papel protagonista de la caballer¨ªa en la batalla, para recordarlo", explica el director cient¨ªfico de las excavaciones, el arque¨®logo Stefano Vassallo. El estudioso, que ha participado en un curso del Instituto Catal¨¢n de Arqueolog¨ªa Cl¨¢sica (ICAC), recuerda que la necr¨®polis de Himera es una de las m¨¢s grandes de Italia y en ella han excavado ?9.000 tumbas! de diferentes ¨¦pocas durante los trabajos preventivos de la construcci¨®n de la l¨ªnea ferroviaria Palermo-Mesina, iniciados en 2008 y reci¨¦n concluidos.
Vassallo se?ala que los guerreros griegos de las fosas comunes yacen todos en posici¨®n dorsal, son hombres de edades entre los 25 y los 30 a?os y presentan traumatismos violentos debidos a heridas de armas de tajo o lanza. Muchos conservan trozos del arma que les caus¨® la muerte: puntas de flecha o de lanza que penetraron tan profundamente que no se pudieron extraer del cuerpo.
El arque¨®logo no cree que la coincidencia con Salamina sea literal (para Diodoro S¨ªculo, Himera se libr¨® el mismo d¨ªa que la batalla de las Term¨®pilas), pero tampoco que Her¨®doto se lo inventara. "No es un mito, hubo sin duda sincron¨ªa entre ambas campa?as".
Himera tiene un ep¨ªlogo amargo. Si bien los griegos pararon definitivamente a los persas en las guerras m¨¦dicas, los cartagineses volvieron 70 a?os despu¨¦s y la revancha fue completa. En la segunda batalla de Himera (409 antes de Cristo), el nieto de Am¨ªlcar, An¨ªbal (otro, no el terror de los romanos), venci¨® a los griegos y arras¨® la ciudad. Himera no volvi¨® a ser ocupada. "Fue una vendetta tremenda", asegura Vassallo. Tambi¨¦n de esta notable batalla se han excavado otras dos fosas comunes, una con 59 cad¨¢veres. Vassallo cree que otra fosa con centenares de esqueletos muy desordenados podr¨ªa albergar los restos de las v¨ªctimas de la masacre de civiles ordenada por An¨ªbal tras la toma de la ciudad para apaciguar el fantasma de su abuelo.

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