Sed de mal ajeno
Los rumores sobre mi muerte, dijo Mark Twain, han sido un poco exagerados.
Octavio Paz apareci¨® en la televisi¨®n mexicana diciendo lo mismo, m¨¢s o menos, cuando adelantaron sin rigor la peor noticia sobre su vida.
Steve Jobs brome¨® con la misma frase de Mark Twain recientemente. Los rumores sobre mi muerte han sido un poco exagerados, dijo el famoso innovador de los tel¨¦fonos y del resto de los medios de comunicaci¨®n.
Mark Twain, Octavio Paz, Mark Twain. Y as¨ª sucesivamente.
Es muy frecuente encontrar que a los seres humanos les fascine adelantar el final del futuro para los otros. Y muchas veces se precipitan, con palabras, a la yugular de la realidad. Como si quisieran que se acabaran los otros, uno a uno, con los golpes de mala suerte que hay dentro de las sentencias verbales.
Fulanito, kaputt.
Ocurre tambi¨¦n en sentido figurado. Desde que comenz¨® esta legislatura pol¨ªtica han sentenciado a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y ¨²ltimamente ya han lanzado sobre ¨¦l, desde la oposici¨®n, la sentencia verbal, la sed popular de que se marche. Lo hicieron con Felipe Gonz¨¢lez, "v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez"; ahora Aznar jug¨® en Sevilla con los tiempos verbales, como si le diera plazos al enemigo, el que no se ha ido y tal vez se ir¨¢, o no se ir¨¢.
Se marchar¨¢, sin duda, y es probable, porque todo es probable en la vida, hasta que acabe el invierno, que se vaya pronto.
Pero me atosiga tanta sed. Deber¨ªa haber m¨¢s sosiego a la hora de hacer los esl¨®ganes. La palabra sed es muy fuerte, apela a la ansiedad.
La palabra sed convoca la expresi¨®n sed de mal, al menos la sed de mal ajeno.
Veamos. Mariano Rajoy, que aspira muy leg¨ªtimamente a suceder en el cargo a Zapatero, dijo en Sevilla, ante los suyos, que Espa?a tiene sed de urnas. Y poco despu¨¦s Javier Arenas dijo, en el hotel Ritz de Madrid, que toda Espa?a clama por las elecciones.
Ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil se?alar que muchos espa?oles dicen en las encuestas que no les gusta Zapatero, aunque tampoco es que est¨¦n locos por Rajoy, Digamos que hay un desentendimiento preocupante con respecto a los cabezas de lista. Pero todav¨ªa no han hecho una encuesta nacional para preguntarle a la gente si verdaderamente tiene -ya- sed de urnas. Pero la frase mola, pega en el aire, y se dice para que se repita. Sed de urnas, menudo hallazgo. Y si hay sed de urnas, pues v¨¢yase, se?or Zapatero.
Cuando se repiten mucho, los hallazgos son muletillas hechas para atizar en el ojo del contrario. A contrario bizco, ganancia de pescadores.
Arenas tuvo esta semana, aparte de ese hallazgo sobre el hartazgo nacional, otra intervenci¨®n que identifica la naturaleza de su sed. Reaviv¨®, en sede amiga de estas aventuras, la teor¨ªa de la conspiraci¨®n sobre el 11-M. Estas cosas s¨®lo se hacen si se tiene mucha sed. As¨ª que a m¨ª me parece que la sed no es necesariamente la sed de la gente para que se abran las urnas, sino la sed de quienes aspiran a sentarse cuanto antes en el sitio sobre el que tienen puesto el ojo.
La paciencia no se vende en farmacias, est¨¢ dentro de nosotros. Paciencia, pues, que la sed convierte en delirios los deseos y nos hacen dar por anticipado noticias que a¨²n no se han producido.
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