Huir por el corredor turco
Cada d¨ªa, 200 'sin papeles' atraviesan la frontera que separa Grecia de Turqu¨ªa ayudados por las mafias. 1.000 d¨®lares por llegar a la frontera desde Estambul. 500 d¨®lares por cruzar el paso en barca. Desesperado, el Gobierno heleno quiere evitarlo levantando una valla
En el pueblo griego de Novo Vissa, todos los vecinos tienen una lancha inflable en el porche. Una, dos o m¨¢s, depende de la frecuencia con que se acerquen al r¨ªo Evros, que les separa de Turqu¨ªa. Son las lanchas que los inmigrantes usan para llegar hasta Europa, todas verdes, para cuatro personas, que los traficantes del lado turco llenan con 15 inmigrantes a 500 d¨®lares la plaza. Se amontonan en los graneros del pueblo en invierno, y en verano, cuando los j¨®venes vuelven por vacaciones, se convierten en piscinas en las que chapotean los ni?os. Casi cada d¨ªa alg¨²n vecino con suerte encuentra una nueva balsa. Pero cuando la suerte no acompa?a, tambi¨¦n se encuentran los cad¨¢veres de quienes no han resistido las bajas temperaturas invernales o de quienes se han ahogado al caer al Evros. Veintinueve el a?o pasado, m¨¢s de cien desde 2006.
40.000 inmigrantes se colaron el a?o pasado por los 12 kil¨®metros de frontera terrestre, seg¨²n el Gobierno de Atenas
"Vienen a cientos cada d¨ªa. Les damos mantas y comida. Pero no es un problema nuestro, tambi¨¦n es de Europa"
Los 12 kil¨®metros de frontera terrestre que comparten Turqu¨ªa y Grecia -y por donde el a?o pasado se colaron 40.000 inmigrantes, seg¨²n el Gobierno heleno- empiezan en Novo Vissa. Es una localidad humilde donde casi todos los hombres emigraron a Alemania a principios de los a?os sesenta. Ahora, la floreciente industria del esp¨¢rrago blanco y el ajo condiciona la vida y el trabajo de los que han vuelto. Y desde hace cinco a?os, la inmigraci¨®n ilegal. "Vienen a cientos cada d¨ªa. La gente del pueblo les ayuda. Les damos mantas, comida, pero siempre somos los mismos y esto no es solo un problema nuestro, tambi¨¦n es de Europa", se queja uno de los vecinos.
Los vecinos de Novo Vissa se han convertido en los guardas extraoficiales de la frontera m¨¢s permeable de toda Europa, por donde entran nueve de cada diez sin papeles, seg¨²n el Frontex, la agencia europea de protecci¨®n de Fronteras. Dan mantas en invierno y sus cultivos se convierten en el alimento de quienes cruzan ilegalmente. Pero tambi¨¦n son los primeros en avisar a la polic¨ªa cuando un grupo de ilegales desembarca. La acci¨®n policial y la colaboraci¨®n ciudadana han conseguido detener a 33.000 ilegales en toda Grecia, 26.000 de los cuales entraron por esta franja. Una media de 200 por d¨ªa. A pesar de la elevada cifra de detenciones, el Gobierno heleno calcula que casi 130.000 inmigrantes lograron entrar en su territorio en 2010. El objetivo es llegar a Atenas o a alg¨²n otro pa¨ªs de la zona Schengen en busca de un visado de refugiado que les permita vivir y trabajar en Europa.
La mayor¨ªa vienen de Oriente Medio o del norte de ?frica. Turqu¨ªa es para casi todos la forma m¨¢s sencilla de llegar a Europa. La excepci¨®n de visado, como en el caso de Ir¨¢n, Libia o Marruecos, y sus 8.000 kil¨®metros de frontera terrestre, lo convierte en el corredor favorito de las mafias de inmigrantes. La mayor¨ªa recala en el barrio de Aksaray, a dos paradas en tranv¨ªa del Gran Bazar, con sus calles atestadas de mercaderes callejeros y hoteles baratos y su incesante goteo de prostitutas de Europa del Este. En este distrito de Estambul, los locutorios y las ventanas de las agencias de viaje locales anuncian visas que permiten pasar a otros pa¨ªses. Todo forma una econom¨ªa extraoficial que adquiere enormes beneficios del incesante flujo de inmigrantes que intentan llegar a Europa.
Para quienes est¨¢n dispuestos a pagar 1.000 dolares, un minib¨²s hace los 220 kil¨®metros de trayecto entre Estambul y la ciudad de Edirne, en la frontera con Grecia. Una vez all¨ª, los facilitadores locales les consiguen lanchas con las que cruzar el r¨ªo Evros, que hace de frontera entre ambos pa¨ªses y que el Frontex patrulla con lanchas a motor. Tambi¨¦n pueden elegir cruzar los 12 kil¨®metros de frontera terrestre sin que ning¨²n impedimento, salvo un par de torres de control, les impida el paso.
En caso de ir a pie las tarifas se reducen: unos 100 d¨®lares a cambio de que alguien indique un punto seguro por donde cruzar la frontera. Aqu¨ª el negocio est¨¢ en manos de particulares, normalmente desempleados sin recursos, seg¨²n las autoridades locales, que el a?o pasado detuvieron a 500 facilitadores. Se cruza por la noche, cuando los campos y las calles est¨¢n cubiertas por la niebla del r¨ªo. Es tambi¨¦n el momento en que las patrullas empiezan a recorrer las afueras de la ciudad y se intensifican los retenes en el puente que cruza el r¨ªo Evros y que conduce hasta el puesto de control de la frontera.
Llegar a Grecia es una apuesta arriesgada y sin garant¨ªa de ¨¦xito, como lo demuestra la tasa de hacinamiento de los centros de retenci¨®n de la zona. Hasta 11.000 inmigrantes irregulares cruzaron el a?o pasado por los tres establecimientos de la prefectura del Evros. Un informe de M¨¦dicos Sin Fronteras hecho p¨²blico en diciembre retrata las precarias condiciones en estos centros, donde los inmigrantes pueden aguardar hasta dos meses para ser repatriados.
"En el centro de Soufli, que tiene capacidad para 80 personas, hay d¨ªas en los que hay m¨¢s de 140 detenidos. En el de Feres, con una capacidad para 35, dimos sacos de dormir a m¨¢s de 115 detenidos. Una mujer con serios problemas ginecol¨®gicos nos dijo que ten¨ªa que dormir en los ba?os porque no hab¨ªa otro sitio. Hace unos d¨ªas, en el centro de Fylakio, las celdas se inundaron con el agua residual de los inodoros rotos. Adem¨¢s, en esta zona los inviernos son duros, con temperaturas bajo cero, y en los centros las calefacciones no funcionan y no hay agua caliente".
En la mayor¨ªa de los casos las autoridades se ven incapaces de determinar la nacionalidad de los detenidos, que viajan indocumentados. "Los que vienen de ?frica dicen que son de Somalia; los de Oriente Medio, de Palestina y Afganist¨¢n, justo los pa¨ªses con los que Turqu¨ªa no tiene acuerdo de repatriaci¨®n" explica G?khan S?zer, gobernador de Edirne. ?Entonces, qu¨¦? Tras dos meses en Fylakio, Tychero o Feres, los inmigrantes son devueltos a las calles de Estambul, donde el circuito empieza de nuevo.
La situaci¨®n no es mejor para los que siguen el cauce legal e intentan conseguir un estatus de refugiado en Turqu¨ªa. Muchos se quedan atrapados en la mara?a burocr¨¢tica a la espera de un documento que puede tardar entre cinco y diez a?os en llegar. Turqu¨ªa, que es signataria de la Convenci¨®n del Refugiado de 1951, solo reconoce como tales a los ciudadanos de los 47 Estados miembros del Consejo de Europa. Esta cl¨¢usula de territorialidad hace que, por ejemplo, si se le concede el estatus de refugiado en Turqu¨ªa a un ciudadano iran¨ª, la ONU se ver¨¢ obligada a buscar un tercer pa¨ªs que lo readmita.
"Muchos se cansan de esperar e intentan cruzar la frontera", comenta Oktay Durukan, encargado del programa de refugiados de Helsinki Citizen's. Seg¨²n esta asociaci¨®n de derechos humanos que opera desde Estambul, Turqu¨ªa recibe cada a?o 9.000 demandas de asilo, que se suman a las m¨¢s de 20.000 que el Gobierno tramita actualmente. Durante el tr¨¢mite, los solicitantes deben permanecer en ciudades sat¨¦lite, donde, sin ning¨²n tipo de derechos como un permiso de trabajo, pasan a engrosar la econom¨ªa sumergida del pa¨ªs. "Europa puede pasar nuevas regulaciones, pueden llegar m¨¢s efectivos del Frontex a patrullar sus fronteras, pero no pueden tapar todos los agujeros. Una valla no va a parar a esta gente. Para los que miran desde fuera, las tentaciones son muy grandes", asegura Durukan.
Y esto es justamente lo que el Gobierno heleno se propone hacer: bloquear la entrada con una valla de tres metros de alto y 12 kil¨®metros de largo en la frontera nororiental de Grecia con Turqu¨ªa. La valla, que empezar¨¢ en Novo Vissa, pasar¨¢ sobre los antiguos campos de minas del frente balc¨¢nico durante la I Guerra Mundial, hoy reconvertidos en campos de cultivos. Tan solo los habitantes de la zona tienen permitido el paso a esos campos, y los del lado turco deben aportar una identificaci¨®n especial que les acredite como tales.
"La inmigraci¨®n es una dura realidad y tenemos que abordarla. Los l¨ªmites de la paciencia de la sociedad griega se han superado", declar¨® el ministro de Protecci¨®n Civil, Christos Papoustsis, al anunciar el proyecto para levantar la verja. Seg¨²n el Ejecutivo de Atenas, la valla estar¨¢ lista en abril y ser¨¢ similar a la erigida por Espa?a en su frontera con Ceuta, con alambrada, c¨¢maras t¨¦rmicas y sensores de movimiento. Aunque estos tipos de defensas fronterizas son una clara violaci¨®n del Convenio Europeo de Derechos Humanos, seg¨²n el cual ninguna persona que pide protecci¨®n debe ser rechazada en la frontera, esta iniciativa cuenta con un apoyo del 73% de los griegos, seg¨²n un sondeo publicado la semana pasada en el semanario Thema.
Al otro lado, las autoridades turcas, impotentes para combatir el flujo de emigrantes, se han convertido en un inesperado aliado para Grecia. "Comprendemos la gravedad del problema que la inmigraci¨®n ilegal supone para Grecia", declar¨® el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, tras la visita a Turqu¨ªa de su hom¨®logo griego la semana pasada. Algo inesperado, porque al largo conflicto entre ambos Estados, que todav¨ªa mantienen un contencioso sobre la soberan¨ªa del Egeo, se le suma la falta de colaboraci¨®n en materia migratoria. A pesar de la presi¨®n de la Uni¨®n Europea, ambos pa¨ªses no han logrado formalizar un acuerdo de readmisi¨®n para expulsados que ha llevado a Bruselas a cuestionar la sinceridad de la cooperaci¨®n turca. La asociaci¨®n Helsinki Citezen's considera que la actitud de la UE hacia Turqu¨ªa, posponiendo cada vez m¨¢s su adhesi¨®n, est¨¢ obligando al Gobierno turco a tomar posturas m¨¢s agresivas contra la emigraci¨®n. "Apoyar la valla es una forma que tiene el Ejecutivo de respaldar a Grecia, su principal aliado en las negociaciones con la UE", explican.
Tanto la Uni¨®n Europea como Naciones Unidas consideran que el proyecto de la valla no va a solucionar el problema de la inmigraci¨®n, sino a crear otros nuevos. "Aunque cada Estado tiene derecho a controlar sus fronteras, est¨¢ claro que entre las numerosas personas que cruzan Turqu¨ªa hacia Europa hay un n¨²mero significativo que est¨¢ escapando de la violencia y la persecuci¨®n", dice Melissa Fleming, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. "Los muros y las alambradas son medidas a corto plazo que no abordan de forma estructural la inmigraci¨®n clandestina", remacha la responsable de las pol¨ªticas de Inmigraci¨®n de la EU, Cecilia Malmstr?m. La soluci¨®n "requiere el di¨¢logo entre los pa¨ªses de origen y los de tr¨¢nsito", a?ade en una cr¨ªtica velada a la presunta falta de colaboraci¨®n turca.
Mientas las altas esferas discuten y las excavadoras empiezan a hacer su trabajo, los vecinos de ambos lados de la frontera rememoran c¨®mo ¨¦sta era un animado mercado al aire libre en los a?os treinta del siglo pasado. De esa ¨¦poca solo quedan las historias de los abuelos y un nombre, Pazarkule -en turco, la torre del bazar-, con el que a¨²n se conoce la franja fronteriza. La valla separar¨¢ a¨²n m¨¢s ambos lados de la frontera, donde el caf¨¦ se prepara igual y las comidas se acompa?an por el mismo licor anisado que en Turqu¨ªa se conoce como raki y en Grecia como ouzo. "La valla es un nuevo muro de la verg¨¹enza", dicen. Sin embargo, unos y otros esperan que sirva para algo. Para que Bruselas baje por fin la vista a este agujero en la fortaleza europea y consiga que en el r¨ªo Evros -Meri? para los turcos- lo ¨²nico que se pesquen sean peces.
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