?Qui¨¦nes hacen la revoluci¨®n?
Yehi, Ramy, Moussa... los egipcios cuentan por qu¨¦ han tomado las calles
Son personas de todos los estamentos sociales, desde las clases m¨¢s altas a las m¨¢s bajas. Mujeres, ni?os, adolescentes, estudiantes de medicina o activistas de derechos humanos, camareros o farmac¨¦uticos, tambi¨¦n hay una gran mayor¨ªa de parados. Se han echado a la calle para pedir que les devuelvan su pa¨ªs. No tienen un perfil determinado y el Gobierno no es capaz de encasillarles.
En las calles se ayudan sin tener en cuenta si son musulmanes o cristianos; se apoyan, se ofrecen agua o se invitan a comer. Tambi¨¦n se han limpiado las heridas o han corrido a buscar un m¨¦dico cuando la polic¨ªa ha disparado a uno o varios de ellos. Ahora se pintan unos a otros la cara con lemas contra el Gobierno y se amontonan, carteles en ristre, cantando y gritando contra la represi¨®n del r¨¦gimen de Hosni Mubarak. Han salido a la calle en todos los puntos del pa¨ªs y no piensan volver a sus casas hasta que aquello que anhelan: libertad, seguridad, bienestar, pan y democracia, logre instalarse desde Asu¨¢n hasta Alejandr¨ªa, pasando por El Cairo.
Ellos nos cuentan sus historias, sus esperanzas y sus miedos.
- Yehi, 56 a?os, trabajador de un gimnasio. "Basta, basta y basta". Le cuesta decidirse pero al fin arranca a hablar mientras camina arriba y abajo por el pasillo del gimnasio donde trabaja, en un hotel de lujo del centro de El Cairo. "No creo que Mubarak sea un mal hombre. Hizo cosas bien. Nos trajo la paz y acabaron los enfrentamientos con Israel", explica nervioso sin dejar de moverse. Aun le cuesta hablar, dice, son tantos a?os mordi¨¦ndose la lengua que la nueva situaci¨®n de libertad en el limbo a¨²n le supera. "Lleva demasiados a?os en el poder y hace mucho que se ha olvidado de nosotros, que tenemos una precaria educaci¨®n para nuestros hijos y vivimos sin la esperanza de poder prosperar".
- Ramy, 24 a?os, activista por los derechos de la mujer ¨¢rabe. Las gafas le caen sobre la nariz como a un intelectual y con su mochila a la espalda y su gorra parece un estudiante de la facultad de Letras, pero Ramy trabaja en la Liga de Mujeres ?rabes, "m¨¢s veces como voluntario que con contrato", defendiendo los derechos de las f¨¦minas del pa¨ªs. No le preocupa demasiado el dinero porque dice, aun no est¨¢ pensando en casarse. Sin embargo, no le gustan muchas de las cosas que el r¨¦gimen de Mubarak ha hecho durante estos 30 a?os. Menciona la restricci¨®n de libertades: "La interrupci¨®n de Internet estos d¨ªas es inconcebible en un pa¨ªs que no este gobernado por una dictadura". Y la seguridad: "La tortura en las c¨¢rceles es sistem¨¢tica. Bajo el Gobierno del rais no se respetan los derechos humanos". Por eso cree que ha llegado el momento de que se vaya. "Nac¨ª en 1987 y no he visto otro presidente", a?ade. Mi familia es de una clase media que Mubarak ha hecho desaparecer. No es justo que nos mire desde lejos y no diga nada. No queremos ver la destrucci¨®n del pa¨ªs".
- Hanna, 51 a?os, Ministerio de Informaci¨®n. Es una egipcia guapa. Vestida con clase, musulmana si hiyab (pa?uelo isl¨¢mico) y oculta tras unas gafas de sol. Mientras hace fotos desde un coche que conduce su hija, una dentista de 25 a?os con la cabeza cubierta, explica que trabaja para el Ministerio de Informaci¨®n egipcio. No quiere dar muchos detalles sobre su vida, s¨®lo que habla ingl¨¦s y espa?ol y que no trabaja como periodista. "Durante a?os", dice, "han pasado de largo las oportunidades de cambiar las cosas". "No veo futuro para mis hijos. Tengo dinero pero no tengo un lugar por donde pasear. Y hay m¨¢s de 40 millones de personas en mi pa¨ªs que no tienen ni para comer", apunta. "Ha llegado el fin y todos lo sentimos as¨ª".
- Maha, 30 a?os, farmac¨¦utica. "Cobro 600 libras al mes (80 euros) y no puedo llevar una vida digna", explica Maha, una farmac¨¦utica que milita en los Hermanos Musulmanes. "No puedo ahorrar dinero, ni pagar una casa digna. Me gustar¨ªa casarme pero los j¨®venes ahora no encontramos trabajo con facilidad y el tiempo se pasa esperando a ver qu¨¦ sucede mientras la frustraci¨®n crece", lamenta. Maha asegura que aunque trabaja 10 horas en la farmacia a veces tiene que hacer horas en un laboratorio preparando inventarios para conseguir llegar a fin de mes. "Y lo peor es que no podemos decidir. Durante las elecciones no nos dejaron ir a votar, detuvieron a nuestros candidatos, nos pegaron", asegura. "Creo que no nos han dejado otra opci¨®n y que lo que ocurre es fruto de la represi¨®n que hemos vivido todo este tiempo. No hay derechos", explica entrecortada. "Necesitamos libertad y eso s¨®lo vamos a poder conseguirlo si el presidente se va de este pa¨ªs. No nos sirve un nuevo Gobierno con ¨¦l sobre la cabeza. Lo que hemos venido a exigir es que ¨¦l y su estilo de gobernar salgan de nuestras vidas para siempre.
- Moussa, 42 a?os. En una solapa luce el escudo de los Estados Unidos y en la otra las banderas de Egipto y Francia entrelazadas. El primero se lo puso por las palabras de Obama. "Las banderas las llevo porque queremos lo mismo que Francia: libert¨¦, egalit¨¦, fraternit¨¦", dice en un perfecto franc¨¦s. Moussa es un cristiano de la escasa clase media que hay en Egipto. "Mubarak tiene 82 a?os, no puede mantenerse en pie, y no tiene poder para gobernar. ?Y quiere dejarnos a su hijo? Cuando Gamal [Mubarak] se cas¨® compr¨® el anillo en Francia. Cuando tuvo un hijo se fue a Alemania a tenerlo. Eso es lo que hacen. Coger nuestro dinero y dejarnos en la estacada", afirma. No dice en lo que trabaja quiz¨¢s porque no se ajusta a lo que deber¨ªa ser. "Tengo dos masters, hablo seis idiomas y mi salario es de 220 euros. Mi madre tiene una pensi¨®n de 500 libras (65 euros) y su tratamiento m¨¦dico cuesta 1.000. La familia de Mubarak tiene una riqueza que asciende a millones de d¨®lares. No le pedimos nada. S¨®lo que nos deje vivir".
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