"Se venden minutos"
El Hay Festival logra que el p¨²blico pague por escuchar a escritores o cineastas
Quien llega por primera vez a Cartagena de Indias, o a Bogot¨¢ o a Medell¨ªn, se sorprende de que haya tipos parados en las esquinas junto a rudimentarios carteles que anuncian: "Se venden minutos". Enseguida se cae en la cuenta de que tan po¨¦tico anuncio se refiere a minutos de conversaci¨®n a trav¨¦s de un m¨®vil que, el sujeto en cuesti¨®n, tiene -dependiendo de la peligrosidad del barrio- colocado sobre una caja de cart¨®n o atado a la cintura con una cadena.
El detalle viene a cuento porque, durante los cinco d¨ªas del Hay Festival de Cartagena, tambi¨¦n llega a sorprender que en la era de Twitter y Facebook, mundos virtuales y gratuitos donde cada quien coloca su frase solitaria para que rebote y rebote hasta el infinito, much¨ªsima gente siga estando dispuesta a pagar por el placer de escuchar una conversaci¨®n sabrosa al resguardo de una acacia o en el claustro de un convento levantado en el siglo XVII frente al mar Caribe.
Las pel¨ªculas de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n y de David Trueba se pueden bajar gratis por Internet -y hasta hay quien se lleva las manos a la cabeza porque alguno de ellos se pueda quejar de que su trabajo sea regalado impunemente-, pero, en cambio, en Cartagena de Indias, durante los ¨²ltimos cinco d¨ªas, el p¨²blico ha pasado alegremente por taquilla para escucharlos hablar de cine junto a Fernando Gait¨¢n o Senel Paz. El mismo p¨²blico, u otro muy parecido, que ha aplaudido a las periodistas Lydia Cacho y Mar¨ªa Jimena Duz¨¢n por su valor en la b¨²squeda de la verdad; o ha abarrotado un teatro para honrar la memoria de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez junto a Sergio Ram¨ªrez, Mart¨ªn Caparr¨®s y Jaime Abello. Por la noche, esa misma gente ha pagado por bailar al son de Buenavista Social Club o escuchar el piano de Philip Glass. Alessandro Baricco, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Tommy Wieringa tambi¨¦n han visto que, a este lado del mar, existe una sed de cultura que a veces falta en Europa y que aqu¨ª llena, a?o tras a?o, la FIL de Guadalajara (M¨¦xico) o el Hay de Cartagena.
Su directora, Cristina Fuentes La Roche, explica la evoluci¨®n del Hay: "El festival naci¨® muy literario, muy dedicado a la ficci¨®n, a los libros, y poco a poco se ha ido abriendo hasta convertirse en un festival de ideas, de conversaciones. Este a?o ha estado muy presente el medio ambiente y el periodismo. Y, al igual que hacemos en Gales o en Segovia, nuestra filosof¨ªa es dejar a la gente con ganas de m¨¢s. Las charlas empiezan a una hora en punto y duran una hora justa. Y el p¨²blico colombiano ha respondido de forma ejemplar". Un p¨²blico que est¨¢ acostumbrado a comprar minutos por las esquinas y que sabe apreciar tambi¨¦n el justo valor de una buena conversaci¨®n.
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