El triunfo del di¨¢logo
El pacto social encarrila las reformas econ¨®micas en la v¨ªa negociadora y convence a los mercados
El pacto social contra la crisis firmado ayer en La Moncloa por el Gobierno, los sindicatos y la patronal debe interpretarse como un ¨¦xito pol¨ªtico de Zapatero y la culminaci¨®n de un encomiable esfuerzo de UGT y CC OO por desarrollar una nueva estrategia negociadora, que seguramente rendir¨¢ m¨¢s beneficios al pa¨ªs y a ellos mismos que la pol¨ªtica de confrontaci¨®n que acab¨® en la huelga est¨¦ril del 29 de septiembre.
Este es el primer gran acuerdo social desde 1985 y permite confiar en que tambi¨¦n se concretar¨¢ el acuerdo en materia de la negociaci¨®n colectiva, apenas esbozada en el pacto, que es la pieza que queda por renovar en la reforma laboral. De su importancia dan fe algunos hechos, como es que, una vez conocido el pacto, los mercados reconocieran la voluntad pol¨ªtica de reducir los riesgos para la estabilidad financiera espa?ola y el diferencial de deuda descendiera hasta 180 puntos b¨¢sicos; o, no menos importante, que los sindicatos se hayan mostrado dispuestos a discutir algunos aspectos conflictivos de la negociaci¨®n colectiva (como el de la ultraactividad de los convenios) que antes del 29 de septiembre les hubieran parecido tab¨².
El innegable ¨¦xito del Gobierno (hace bien el presidente en recalcar que el di¨¢logo social es un activo de la pol¨ªtica espa?ola) result¨® emborronado por su inexcusable torpeza a la hora de convocar a los partidos pol¨ªticos a la firma del acto. Si se quiere que el PP o los partidos nacionalistas respalden el acuerdo, debe atra¨¦rseles como si fueran agentes activos del mismo; en lugar de eso, se les inform¨® tarde y mal, a trav¨¦s de mensajes distantes y protocolarios, como si fueran invitados indeseados.
La comparaci¨®n con los conocidos Pactos de la Moncloa, alentada por los degustadores de ret¨®rica, resulta ociosa. Los Pactos de la Moncloa fueron un gran acuerdo pol¨ªtico y social que facult¨® al Gobierno de Adolfo Su¨¢rez para tomar medidas dr¨¢sticas contra la inflaci¨®n, los d¨¦ficits p¨²blico y exterior y el paro; el acuerdo firmado ayer tiene perfiles m¨¢s concretos. Regula puntillosamente en qu¨¦ condiciones podr¨¢n jubilarse los trabajadores hasta completar la transici¨®n del retiro a los 67 a?os desde los 65 actuales y pretende insuflar vida al deca¨ªdo mercado de trabajo.
M¨¢s all¨¢ del desaire que padeci¨® ayer, una pol¨ªtica razonable del PP ser¨ªa apoyar el acuerdo en el Congreso sin demasiadas reticencias, puesto que la imagen de que la naci¨®n aplica pol¨ªticas excepcionales con el m¨¢ximo respaldo pol¨ªtico es esencial para superar la profunda recesi¨®n de la econom¨ªa y superar el d¨¦ficit de confianza que suscita entre los inversores internacionales. Es m¨¢s, esa misma "pol¨ªtica razonable" deber¨ªa inspirar al PP un acuerdo p¨²blico con el Gobierno para limitar los d¨¦ficits auton¨®micos y recapitalizar las cajas de ahorros. Ahora que el pacto sobre pensiones es un hecho, los acreedores de la deuda espa?ola (p¨²blica y privada) van a prestar atenci¨®n redoblada a la reforma financiera y al d¨¦ficit p¨²blico.
La importancia del pacto no deber¨ªa ocultar que su contenido es desigual, en calidad e intensidad. La pieza principal, la reforma de las pensiones, minimiza el riesgo de colapso del sistema hasta 2040, recortando en dos puntos de PIB los compromisos de pago. No faltar¨¢ quien eche de menos un ajuste mayor, pero resulta suficiente para reforzar el sistema hasta esa fecha. Los incentivos para la contrataci¨®n de m¨¢s de 100.000 j¨®venes son bienintencionados, pero los resultados parecen dudosos a la luz de experiencias anteriores.
El paro registrado en enero aument¨® en casi 131.000 personas, una nueva confirmaci¨®n de que el mercado laboral no ha tocado suelo y solo resucitar¨¢ con la recuperaci¨®n de la actividad. El acuerdo sobre negociaci¨®n colectiva tiene que afinarse; y el pacto energ¨¦tico es una declaraci¨®n gaseosa de intenciones. Una pincelada firme y tres o cuatro trazos imprecisos.
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