P¨¢nico estrat¨¦gico
Todav¨ªa no sabemos si la temida polic¨ªa secreta Mujarabat est¨¢ quemando los ficheros de la tortura y la represi¨®n, institucionalizadas en el Egipto de Mubarak, como hizo la PIDE portuguesa en la Revoluci¨®n de los Claveles en las ¨²ltimas horas. La destrucci¨®n de las huellas del crimen junto con el avi¨®n presidencial listo en la pista para despegar son las se?ales definitivas de la ca¨ªda de una dictadura. M¨¢s la decisi¨®n de la Casa Blanca. Obama ya ha transmitido al palacio de Heli¨®polis la urgencia de la salida del poder del ¨²ltimo fara¨®n, ya casi momia. El aliado estrat¨¦gico, que ha protegido los intereses de EE UU durante 30 a?os, cuidando a Israel y bloqueando al islamismo. Ha cumplido con creces. Pero ahora, para seguir manteniendo, de otra forma, el orden norteamericano en Oriente Pr¨®ximo, preservar las fuentes de petr¨®leo en Arabia Saud¨ª, y poder enfrentar el ascenso regional de Ir¨¢n, el rais debe saltar. "Quiz¨¢s sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Esta frase atribuida al presidente dem¨®crata Franklin D. Roosevelt y referida al dictador Somoza, padre, en Nicaragua, explica los ¨²ltimos recelos de Washington para sacar el tap¨®n y dar paso a una nueva ¨¦poca en Oriente Pr¨®ximo. La estabilidad a cualquier precio, incluida la democracia, sea para contener el comunismo o el islamismo, conduce a la misma inestabilidad que se pretende evitar. Mubarak ha dejado de ser el son of a bitch de Washington. Ya no es "nuestro". La hoja de ruta de la "transici¨®n ordenada" estaba en los cables de Wikileaks. Ya preve¨ªan que Omar Suleim¨¢n, "por ser militar, estaba en cualquier escenario de la sucesi¨®n de Mubarak como figura de transici¨®n", y consideraban "improbable la toma del poder por los Hermanos Musulmanes en el periodo inmediatamente posterior al rais".
Obama no quiere ser como Carter, que perdi¨® Ir¨¢n dejando caer al sah Reza Pahlevi
Asistimos a la revoluci¨®n en directo gracias a la televisi¨®n, Al Yazira sobre todo, que la est¨¢ mostrando al mundo ¨¢rabe, como lo hizo en su d¨ªa la radio La voz de los ¨¢rabes, de Nasser, a los SMS y a las redes sociales, que ya han dejado de ser ¨²nicamente juguetes del mundo rico. Una rebeli¨®n, m¨¢s social y econ¨®mica que pol¨ªtica. El tsunami, nacido de la pobreza, el paro, del ansia de dignidad, la necesidad de respeto exigida por los j¨®venes ¨¢rabes y las clases medias y profesionales, de la falta de alternativas vitales. La imperiosa necesidad de sacudirse el sentimiento de estancamiento, fracaso y frustraci¨®n que ha aplastado durante decenios a las sociedades ¨¢rabes. Como ha escrito Anthony Sadid en The New York Times, "por primera vez en una generaci¨®n, no es la religi¨®n, ni la aventura de un l¨ªder ¨²nico, ni las guerras contra Israel, lo que ha puesto las pilas a una regi¨®n, sino el deseo visceral de una vida decente". Obama ha sentido p¨¢nico estrat¨¦gico ante un posible desmoronamiento del orden norteamericano en el arco de crisis del gran Oriente Pr¨®ximo. ?Imaginan lo que supondr¨ªa el cierre del canal de Suez para Europa? Espa?a recibe entre el 10% y el 15% del gas que importa a trav¨¦s de barcos que cruzan el canal. Obama piensa en Israel cercado; en Ir¨¢n, la ca¨ªda del sah y su sustituci¨®n por una dictadura isl¨¢mica que impuso, con mucha sangre, una teocracia fundamentalista que pretende exportar su revoluci¨®n. V¨¦ a Hezbol¨¢ en L¨ªbano y a Ham¨¢s en Gaza. No quiere ser otro Carter, que "perdi¨®" Ir¨¢n dejando caer a Reza Pahlevi, y a la Nicaragua de Somoza. Pero est¨¢ haciendo en Egipto lo mismo que hizo en Teher¨¢n en 1979 su antecesor. El embajador norteamericano, Sullivan, acude a palacio el 6 de enero para comunicar al sah la exigencia de una retirada inmediata.
-S¨ª, pero d¨®nde voy a ir -responde sumiso el rey de reyes.
-?Qu¨¦ le parece su mansi¨®n de Suiza?
-?No! La seguridad no es satisfactoria. Bueno tambi¨¦n tenemos una casa en Inglaterra, pero el tiempo es tan malo...
-?Querr¨ªa usted que me encargara de obtener una invitaci¨®n para ir a EE UU?
El sah se echa hacia adelante y dice: ?Ustedes lo quieren?
(Mission to Iran, W. H. Sullivan)
El 16 de enero, Reza Pahlevi abandonaba Ir¨¢n, temporalmente por motivos de salud, ten¨ªa c¨¢ncer al igual que Mubarak, y era recibido en Egipto por Sadat.
La hoja de ruta que pretende seguir EE UU en El Cairo: provocar el cambio desde la actual Constituci¨®n, algo as¨ª como lo que se hizo en la transici¨®n espa?ola despu¨¦s de Franco, "desde la ley a la ley", es compleja y arriesgada. El futuro no est¨¢ escrito. Si Occidente quiere que haya democracia en Egipto debe aceptar a los islamistas como parte de la democracia. Como escribe el analista Shibley Telhami: "EE UU puede obligar a barajar cartas, pero no puede decidir d¨®nde caen las bazas".
fgbasterra@gmail.com
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