El Ej¨¦rcito toma las riendas de la crisis
Cientos de miles de opositores recuperan pac¨ªficamente el control de la plaza de la Liberaci¨®n - Miembros del r¨¦gimen se pasan al bando de los manifestantes
El de Hosni Mubarak est¨¢ siendo un largo adi¨®s. Su era ha terminado, la gran mayor¨ªa de la sociedad egipcia se sit¨²a ya mentalmente en el d¨ªa despu¨¦s, pero el presidente permanece en su puesto. La llamada Jornada de Despedida convocada por la oposici¨®n moviliz¨® ayer de nuevo a centenares de miles de personas en el centro de El Cairo y Alejandr¨ªa sin que la crisis se desbloqueara. Y se registraron nuevos actos de violencia por parte de los inmovilistas, que prefirieron bautizar el d¨ªa como Jornada de la Lealtad. Era imposible aventurar los pr¨®ximos acontecimientos, pero no cab¨ªa esperar en Egipto una revoluci¨®n de terciopelo sino una temporada ¨¢spera y tumultuosa.
No resultaba nada claro que el r¨¦gimen se tambaleara: por debajo del presidente Hosni Mubarak estaba el Ej¨¦rcito, el z¨®calo duro del Estado. A la vista de la soltura con que los militares dominan la situaci¨®n en las calles, modulando a voluntad el nivel de las protestas reformistas y la violencia inmovilista, pod¨ªa sospecharse que incluso el aparente descontrol y las batallas campales (mucho m¨¢s limitadas ayer) eran en realidad controladas por la instituci¨®n m¨¢s poderosa y respetada del pa¨ªs.
Los esfuerzos del exterior por iniciar la transici¨®n a¨²n no han sido eficaces
Los extranjeros, sobre todo los periodistas, siguen siendo acosados
Los militares ya controlan las calles y modulan el nivel de la protesta
El exministro de Exteriores y el titular de Defensa se pasean por la plaza
El Ej¨¦rcito ten¨ªa las manos libres. El ministro de Defensa y viceprimer ministro, Mohamed Tantawi, se permiti¨® acudir por la ma?ana a la plaza de la Liberaci¨®n, donde permanec¨ªan miles de manifestantes tras una nueva noche de enfrentamientos y donde empezaban a afluir miles de personas para gritar, una vez m¨¢s, adi¨®s a Mubarak. Tantawi dijo que solo quer¨ªa pasar revista a las tropas desplegadas en torno a la plaza, de forma m¨¢s densa y efectiva que en anteriores jornadas. El significado real de su gesto era dif¨ªcil de interpretar; demostraba, en cualquier caso, que las m¨¢ximas autoridades militares pod¨ªan permitirse pasear por entre los manifestantes y departir con ellos.
Otro gesto significativo fue la aparici¨®n en la plaza de Amr Musa, ex ministro de Asuntos Exteriores con Mubarak y actual secretario general de la Liga ?rabe. Musa coment¨® que valoraba la opci¨®n de presentarse como candidato a las elecciones presidenciales, previstas para septiembre pr¨®ximo. El hecho de que un hombre incrustado en la ¨¦lite pol¨ªtica egipcia y ¨¢rabe se pasara al bando de la protesta indic¨®, al margen de un mayor o menor oportunismo, hacia d¨®nde soplaba el viento de la historia.
Las manifestaciones del D¨ªa de la Despedida fueron multitudinarias, tanto en El Cairo, donde sumaron varios centenares de miles de personas, como en Alejandr¨ªa. No fueron, sin embargo, manifestaciones asombrosas. Pod¨ªan compararse con las del pasado martes. Si se esperaba un movimiento de masas gigantesco, decisivo, capaz de quebrar la resistencia de Mubarak, el intento no alcanz¨® el ¨¦xito. Se qued¨® a un paso del mismo. El empuje de la revuelta segu¨ªa realmente a un paso del triunfo, situado en la ca¨ªda de Mubarak. Nadie sab¨ªa cu¨¢nto pod¨ªa costar dar ese paso. Unos d¨ªas, unas semanas, tal vez m¨¢s.
Los esfuerzos estadounidenses por patrocinar una "transici¨®n pilotada" de acuerdo con el Ej¨¦rcito que apartara, de alguna forma, el bloqueo personificado por Mubarak, no obtuvieron resultados por el momento. Adem¨¢s de la resistencia personal de Mubarak (un hombre con una fortuna estimada en 1.700 millones de d¨®lares) y su c¨ªrculo m¨¢s pr¨®ximo, la c¨²pula militar, perfectamente confundible con la c¨²pula gubernamental, insist¨ªa en la necesidad de mantener la legalidad y el respeto a la Constituci¨®n. Eso implicaba numerosas dificultades. Por ejemplo, la de iniciar un proceso de transici¨®n con un Parlamento reci¨¦n constituido tras unas elecciones ama?adas y boicoteadas por la oposici¨®n moderada y los candidatos independientes de los Hermanos Musulmanes, con el resultado de un 90% de los esca?os para el Partido Nacional Democr¨¢tico de Mubarak.
Otra dificultad radicaba en c¨®mo, en caso de dimisi¨®n de Mubarak, podr¨ªa ocupar la presidencia el vicepresidente Omar Suleim¨¢n, considerado el "hombre fuerte" de la situaci¨®n y el depositario de la confianza de estadounidenses e israel¨ªes: la Constituci¨®n dice que si Mubarak se fuera, deber¨ªa sucederle el anodino presidente del Parlamento.
Tras dos d¨ªas de violencia por parte de los fieles a Mubarak, claramente coordinada desde el poder por m¨¢s que el Gobierno lo negara, la situaci¨®n general se hizo m¨¢s tranquila. Con todo, los extranjeros, especialmente los periodistas, depend¨ªan de la suerte cada vez que ten¨ªan que pasar por uno de los numerosos controles militares. La gran mayor¨ªa de los soldados se mostraban amables. No todos, sin embargo. Reporteros del diario brit¨¢nico The Guardian fueron, por ejemplo, detenidos y obligados a permanecer de rodillas durante m¨¢s de una hora.
M¨¢s peligroso era topar con los grupos de inmovilistas armados con porras y cuchillos, que ya no pululaban por toda la ciudad sino que se concentraban al norte de la plaza de la Liberaci¨®n en busca de pelea y de extranjeros. El Ej¨¦rcito les mantuvo a distancia de los manifestantes de la plaza, usando al menos en una ocasi¨®n disparos de ametralladora al aire. A pesar de ello hubo algunos enfrentamientos callejeros, de escala muy inferior a los registrados el jueves.
El Gobierno segu¨ªa alimentando la patra?a de que la masiva revuelta estaba inspirada y dirigida desde el exterior por enemigos de Egipto, difundiendo rumores y protestando contra las "injerencias" del secretario general de la ONU, de Estados Unidos y, en general, de cualquier instituci¨®n for¨¢nea que reclamara di¨¢logo, reformas y el fin de la represi¨®n. Grupos de matones asaltaron sedes de la televisi¨®n Al Yazira y de los Hermanos Musulmanes. Varios periodistas de Al Yazira decidieron abandonar temporalmente Egipto por razones de seguridad y los equipos de la estadounidense CNN optaron por refugiarse en un "paradero desconocido".
10 d¨ªas de protestas
- 25 de enero. Protestas convocadas por Internet en El Cairo, Alejandr¨ªa y Asu¨¢n.
- 27 de enero. Mohamed el Baradei se postula para el cambio pol¨ªtico en Egipto.
- 28 de enero. Decretado el toque de queda. Obama insta a Mubarak a dar "pasos concretos" para la reforma.
- 29 de enero. Mubarak nombra al jefe de los servicios secretos, Omar Suleim¨¢n, como nuevo vicepresidente.
- 30 de enero. Las autoridades cierran las oficinas del canal de televisi¨®n Al Yazira. La oposici¨®n crea un comit¨¦ para dialogar con el Ej¨¦rcito.
- 31 de enero. Mubarak encarga a Suleim¨¢n abrir un di¨¢logo con las fuerzas pol¨ªticas para modificar la Constituci¨®n.
- 1 de febrero. Jornada de huelga general. El presidente anuncia que no se presentar¨¢ a las elecciones pero dirigir¨¢ la transici¨®n.
- 2 de febrero. Fuertes choques entre manifestantes partidarios y contrarios a Mubarak en la plaza de la Liberaci¨®n.
- 3 de febrero. El Ej¨¦rcito entra en el centro de El Cairo con sus tanques, pero su irrupci¨®n no frena los disturbios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.