Dudas en Bruselas
El plan de competitividad impulsado por Berl¨ªn y Par¨ªs suscita las primeras resistencias
El Consejo Europeo de ayer fue, de nuevo, el ejercicio de equilibrismo que tantas veces decepciona a la audiencia. Pol¨ªticamente podr¨ªa haber enviado un mensaje fuerte en favor de la v¨ªa pac¨ªfica y la aceleraci¨®n de la transici¨®n en Egipto. Pero no: fue m¨¢s bien un mensaje de tr¨¢mite, como si los 27 optasen por esperar a saber qui¨¦n resulta vencedor para luego apuntarse a su carro. Ni siquiera mencionaron a Mubarak en su comunicado para aconsejarle la autorrenovaci¨®n. No solo los Gobiernos: todos los europeos pagaremos el oportunismo ante cualquier conflicto desatado por las ansias democratizadoras de las poblaciones vecinas.
Pero el plato fuerte de la cumbre fue el econ¨®mico. No el te¨®ricamente previsto, la pol¨ªtica energ¨¦tica, sino el impuesto por los acontecimientos: la estrategia conjunta contra la crisis. El plan de competitividad propuesto por la canciller alemana y el presidente franc¨¦s como contrapartida a la ampliaci¨®n del fondo de rescate de los pa¨ªses sometidos a tormentas de sus deudas soberanas, que debe aprobarse en breve, levant¨® algunas rebeld¨ªas.
As¨ª, por ejemplo, belgas y austriacos elevaron su protesta por medidas tan caras a Berl¨ªn como la de desligar los salarios de la inflaci¨®n. Y la idea de que este plan se alcance bajo el formato de un pacto voluntario intergubernamental solivianta a instituciones como la Comisi¨®n. Otra cosa es que se formulase como una cooperaci¨®n reforzada, que adoptan unos cuantos, pero bajo la autorizaci¨®n -y posible reenganche- de todos.
Tambi¨¦n es distinto que los elementos de este plan se vayan aproximando en un horizonte temporal, sobre todo desde un enfoque pragm¨¢tico que prime los resultados sobre los m¨¦todos, porque la lista de asuntos a los que afecta es larga e importante. La cuesti¨®n salarial, la limitaci¨®n del d¨¦ficit y la deuda en las legislaciones nacionales, la armonizaci¨®n de la edad de jubilaci¨®n, la de la base fiscal en el impuesto de sociedades (y otros), y la estrategia saneadora de los bancos en crisis no son asuntos balad¨ªes, sino fundamentales.
Tiene raz¨®n la canciller Angela Merkel en que ser¨ªa deseable hacer converger los objetivos y las pol¨ªticas sobre todos esos asuntos. Pero si trata de imponer su idea sin discusi¨®n, y si quiere hacerlo de inmediato, se arriesga a desatar una resistencia que en nada ayudar¨ªa a superar la crisis que socava Europa.
La creaci¨®n y dotaci¨®n del fondo de rescate se acompa?¨® de un refuerzo del Plan de Estabilidad del euro que exige austeridad presupuestaria; y de un aumento de la coordinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas a trav¨¦s del llamado semestre europeo. La b¨²squeda del aumento de la competitividad y el combate contra las debilidades macroecon¨®micas de los 27 son loables si acompa?an fluidamente al nuevo fondo permanente. Ese es el punto que deben entender los dos socios principales de la Uni¨®n.
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